La clase de delincuentes que el Código Penal
reformado por los socialistas deja impune
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EL CUCO
Al tipo lo llaman así: Cuco. Con ese rodeo entre ingenuo e íntimo de los apodos suaves. Un mocoso que asistió (o lo que hiciera) a la violación y asesinato de Marta del Castillo. Un escombro humano que ha callado el crimen, ha encubierto al principal sospechoso, ha impedido que el cuerpo de la difunta apareciese, ha jodido a una familia desde el eje.
Los acusados de homicidio se han reído de toda España no sólo ocultando, sino mintiendo sobre el paradero del cadáver de Marta del Castillo, ocasionando además millonarios gastos en un infructuoso rastreo del río Guadalquivir con buzos y barcas o haciendo remover toneladas de basura
Y ahí está, condenado a pasar tres años internado en un centro de menores. Ésa es toda la condena para un tipo que encarna la versión masculina de lo más despreciable. ¿Y los jueces? ¿Y el Código Penal? ¿Y por qué aplicarle la benevolencia a quien desafía con la secuencia de otra muerte crudelísima de una adolescente? Estos asuntos despliegan arrobas de rencor en el personal. Escapan por la escotilla del espanto los peores instintos. Pero la única solución que ya es posible exigir es la solución policial. Apenas eso.
El abogado defensor, Fernando de Pablo, alega que no hay pruebas sólidas y solamente pequeños indicios. Claro, sin el cuerpo de la víctima es muy difícil acusar fundamentadamente a los asesinos
¿Qué se puede hacer con un menda que no sólo asesina, sino que establece una estrategia muda para encubrir y encubrirse? ¿Qué reinserción? Ves en las fotos la actitud chacal de los mozos al salir de los juzgados. El Cuco y los otros. La cobardía. La arrogancia del que lo ha perdido todo, pero ha ganado mucho más de lo que esperaba.
Miguel Carcaño, Javier G. M. ("El Cuco") y Samuel Benítez
Los tres implicados en un asesinato que merece mayor castigo
Marta del Castillo y las demás son el dato social que nos diagnostica al hombre como animal de presa. Y tras el sacrificio de la muchacha joven... Nada. Exactamente nada. Si no hay cadáver no hay prueba. Si no hay prueba se desbarata el delito. Es una cabronada. La realidad llega en casos así directamente al cerebro. Y daña. Y desconfías de demasiadas cosas.
Marta del Castillo Casanueva
(Sevilla, 1991 - 2009)
Una muchacha que no hizo ningún daño para que la mataran
y que como mínimo debería disponer de un lugar
donde sus huesos encontraran el descanso eterno
y que como mínimo debería disponer de un lugar
donde sus huesos encontraran el descanso eterno
El Cuco estará en unos meses en la calle. Participó del aquelarre cuando aún era menor de edad. Ese balancín de los años es una trampa. Un salvoconducto mal entendido. No quisiera pasarme de frenada, pero da frío ver que su documento sangrante no tiene más castigo que el de comer y dormir 36 meses en un centro. Algo falla.
(Artículo de opinión escrito por Antonio Lucas y publicado en la edición del periódico "El Mundo" correspondiente al domingo 27 de marzo de 2011)
Aquí todo se soluciona con una pancarta o tres minutos de silencio en lugar de atacar la raíz de los problemas. Por eso nos quieren ignorantes e idiotas: para hacernos tragar que el gobierno es impecable y hace todo lo que está en su mano. Quieren hacernos creer que vivimos en el país de los "teletubbies" y no en una democracia corrupta que más bien parece diseñada para beneficiar a los delincuentes con penas irrisorias y cárceles de lujo
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