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sábado, 18 de abril de 2020

Hacia el miserable estatalismo bolivariano

 

María Isabel Celaá Diéguez
(Bilbao, 1949)
Ministra de Educación licenciada en Filosofía y Letras y catedrática de Inglés
 
SUSPENSO GENERAL
 
La conversión de España en un estado-masa, acrítico, dúctil y acomodaticio para la instauración del pensamiento único está en marcha. El aprobado general en todos los niveles de la educación es la primera medida de alelamiento masivo por parte de un Gobierno que ha encontrado en la pandemia la grieta perfecta por la que vertirnos su ácido bolivariano. Con esa decisión se cumplen dos objetivos básicos del programa populista: la implantación del igualitarismo, que permite construir una sociedad homogénea en la que los tontos y los listos, los vagos y los responsables no se distinguen en su obediencia al bienhechor, y la anulación del conocimiento, que es una fuente de pensamiento propio perjudicial para el plan de idiotización general. La igualdad de oportunidades y el discernimiento son lacras liberales, fachas por tanto, que sólo conducen al infierno de la libertad. El populismo necesita construir necios, esclavos sociales. Y eso sólo se logra arrocinando y repartiendo la cartilla. Primero se vacía la cabeza de la gente y luego se le da una paguita, que en este caso se va a denominar renta mínima vital. Nada más sencillo de dominar que un ignorante subsidiado. Primero lo arruinas y luego lo salvas para que nunca olvide que te lo debe todo.
 
 
La segunda iniciativa del Gobierno para la institución de la necedad nacional es la propuesta de un pacto-trampa a la oposición aprovechando los estragos de la pandemia para reclamarle unidad y lealtad. El truco de los pactos que Sánchez propone a sus adversarios es una maquinación para hacer lo que le da la gana sin contestación. Consiste en crear una confusión entre la deslealtad y la discrepancia, de manera que las críticas a su gestión sean percibidas siempre como un ataque a la nación. Es decir, la unidad no es sentarse a hablar con los demás para acordar una acción común por encima de partidismos, sino acallar sus quejas e inhabilitar su función fiscalizadora. El mecanismo es más simple que el de un búcaro: como estamos en una crisis histórica, no podemos permitirnos trifulcas parlamentarias, de manera que el presidente es la voz única y todo el Estado se concentra en él. Si maldices su actuación, estás maldiciendo a España. O le aplaudes, o eres un traidor.
 

Por lo tanto, ya tenemos el aprobado general para garantizar el proceso paulatino de embrutecimiento del pueblo, el subsidio y la abolición de la oposición. Todavía nos quedan el Rey y las fuerzas de seguridad. Iglesias ha intentado juntarlo todo en un solo comentario en el que aboga por una república «donde jamás viéramos a un Jefe del Estado aparecer vestido con un uniforme militar». Podría estar refiriéndose a Fidel Castro o a Kim Jong-un, al que ya vistieron de general en su octavo cumpleaños para anunciar que sería el sucesor de su padre. Pero a él esos uniformes no le molestan. A él le incordian sólo los militares democráticos, que se están jugando el tipo, por cierto, desinfectando geriátricos para evitar que nuestra cifra de muertos siga siendo una de las más sonrojantes del mundo.

 
Fidel Castro Ruz
(Holguín, 1926 - La Habana, 2016)
El espejo democrático del modelo militar republicano para Pedro y Pablo

Y, por último, el plan se culmina controlando los medios de comunicación, esos demonios de la libertad que tienen la mala costumbre de buscar la verdad. Su modelo es el «Granma» cubano. Sólo hay una verdad, que emana siempre del Gobierno, y todas las demás están prohibidas. Pero el programa tiene un gran escollo: el virus ha llegado a todas las casas de España. Y aunque acabemos siendo tan estúpidos como pretenden, ni los tontos olvidan a sus muertos. Estos mismos gobernantes, tan aficionados a la memoria histórica, son quienes nos lo han inculcado. Por eso aún tengo la esperanza, perdonen mi inocencia, de que esta crisis termine con un epitafio sobre sus escaños: suspenso general.
 
(Artículo de opinión escrito por Alberto García Reyes y publicado por el periódico “ABC” el viernes 17 de abril de 2020)

 
Alberto García Reyes
(Dos Hermanas, Sevilla, 1977)
Periodista

domingo, 12 de abril de 2020

El hombre que creía ser un Churchill

 
Pedro Sánchez Pérez-Castejón
(Madrid, 29 de febrero de 1972)
Presidente del gobierno de España a cualquier precio
 
LA RAYA DEL UNIFORME
 
Si el Gobierno dedicase a combatir la pandemia la mitad de la atención, energía y hasta talento que pone en la construcción de una narrativa política, tal vez hubiese logrado más avances en la lucha contra el virus y desde luego prestaría mucho mejor servicio a los ciudadanos. Pero como no está diseñado para eso sino para la propaganda sólo sabe aplicar a la crisis una «terapia de relato» que encubra su ineficacia contra el virus con un enorme esfuerzo publicitario. La gestión sanitaria y económica de la emergencia está resultando un clamoroso fracaso: un racimo de rectificaciones, palos de ciego, medidas desordenadas y contradictorias, pasos en falso. 

Salvador Illa Roca
(La Roca del Vallés, Barcelona, 5 de mayo de 1966)
Licenciado en Filosofía, exconcejal de Cultura, alcalde y actual Ministro de Sanidad

 
Dejando aparte sus negligencias y errores de cálculo en el período crucial de finales de febrero y principios de marzo, el Ejecutivo no ha logrado todavía —y pese a los poderes excepcionales que tiene en la mano— una provisión razonable de test de detección ni de material sanitario, ni siquiera un cómputo de fallecidos mínimamente exacto. Un manejo incompetente que contrasta con la diligencia en la confección de argumentos amañados que presentan al presidente como una especie de paladín kennedyano, comprometido con la responsabilidad del liderazgo mientras la oposición lo hostiga con egoísmo oportunista y sectario. Ante la evidencia de que nada de eso basta para calmar a una opinión pública alarmada por los continuos bandazos, los gurús de la Presidencia han elaborado un nuevo artefacto con el que simular una estrategia de Estado: los pactos.

Viñeta de Esteban publicada por el periódico
"la Razón" el jueves 9 de abril de 2020

La misma idea de unos nuevos Pactos de La Moncloa lleva en su formulación su carácter de señuelo al evocar el mito fundacional de la Transición y la democracia: el consenso. Justo el concepto que el sanchismo y sus aliados se aplicaron hace tiempo a demoler —«no es no»— con notable éxito. Sánchez es bien consciente de que no habrá acuerdo porque él es el primero que, a la vez que lo propone, se cuida de entorpecerlo tratando a los partidos de la derecha con una mezcla de hostilidad y desprecio, como quedó patente en la sesión del Jueves Santo en el Congreso. Su condición de partida es inviable toda vez que no está dispuesto a soltarse del brazo de Podemos, formación que a su vez sabotea cualquier acercamiento porque ha visto en la crisis del coronavirus una oportunidad de consolidar su proyecto. También los separatistas enseñan los dientes ante una negociación de amplio espectro que, por su propia naturaleza, frenaría en seco sus aspiraciones de sacar adelante un procés 3.0. Si el planteamiento presidencial fuera sincero, y no una treta para neutralizar a la oposición, tendría que empezar aceptando que en este momento no existe ningún vínculo común que pueda unir al arco parlamentario entero, y por tanto mostrarse abierto a la posibilidad de modificar los apoyos del Gobierno.
 
Viñeta de Caín publicada por el periódico
"La Razón" el lunes 6 de abril de 2020
 
El único concierto posible implica un cambio de mayoría. Un Gabinete de salvación nacional respaldado por hasta 224 diputados con un programa reformista que diese estabilidad al sistema para abordar una etapa decisiva en la que habrá que atravesar circunstancias profundamente críticas, entre ellas acaso un rescate europeo con fuertes contrapartidas. Esa iniciativa es incompatible de salida con la agenda del populismo y desde luego con el proceso de diálogo con los independentistas. Tendría el peligro de dejar en manos de los extremos —Podemos, el secesionismo y Vox— la capitalización del descontento, pero hay trances de la Historia en los que la ética weberiana del compromiso requiere decisiones de riesgo y, por supuesto, una mínima autoconfianza en las probabilidades de éxito. El acuerdo transversal sería la mejor compensación moral para los españoles tras este largo confinamiento: la unidad de dos terceras partes del Parlamento en el empeño de atravesar la coyuntura más problemática de los últimos tiempos. 

Viñeta de Idígoras y Pachi publicada por el periódico
"El Mundo" el viernes 6 de marzo de 2020
 
Pero no es eso lo que hay detrás de esta abstracta propuesta. Sánchez no tiene intención alguna de renunciar a su frente de izquierdas; busca una tregua para reconstruir un bloque de investidura en el que la catástrofe sanitaria ha abierto claras grietas. Se trata de ganar tiempo para volver a aislar al centro y la derecha presentándolos como desleales obstruccionistas que se aprovechan de la epidemia. Una maniobra de distracción con la que acumular fuerzas para enfrentarse al inevitable ajuste de cuentas que el Gobierno sabe que le espera, y que va a convertir el panorama político en una reyerta irrespirable de la que el jueves vimos una muestra.
 

Desde el principio, en La Moncloa no existe otra estrategia que la de la comunicación, el discurso, los marcos mentales, la puesta en escena que maquille la falta de acierto en las respuestas. Dominada la televisión, el equipo asesor del presidente libra una auténtica batalla en las redes sociales para cortocircuitar las protestas mientras lanza bulos oficiales —el de 355.000 test, por ejemplo— y estigmatiza por decreto la disidencia. El Ministerio de la Verdad, replicado a través de miles de activistas físicos y robóticos, ha movilizado todo su arsenal de guerra; es el único departamento que funciona con eficiencia plena. Incluso ha decidido nombrar a la enfermedad con su denominación médica, Covid-19, para evitar la connotación adversa que la palabra coronavirus produce entre una población a la que no está tratando como ciudadanía sino como audiencia.


Viñeta humorística de José María Nieto publicada
por el periódico "ABC" el viernes 27 de marzo de 2020
 
La cuestión no consiste en que no haya —que no la hay— voluntad de pacto, ni en que Pedro Sánchez no albergue ningún propósito de cambio de los ejes sobre los que estructuró su mandato. Es que toda la actuación de este Gobierno —salvo la de Pablo Iglesias, coherente con su modelo de estatalismo autoritario— se rige bajo la estricta pauta de la impostura y el simulacro, el ejercicio de prestidigitación política y técnica electoral para el que fue proyectado. La famosa tesis del presidente era un presagio del permanente fake en que sustenta sus equilibrios de funámbulo. No hay otra prioridad que la apariencia, la imagen, la fachada, el porte. En medio una tormenta sanitaria, económica y social de efectos demoledores, navegando de noche con el radar averiado, a la deriva y sin una sola luz en el horizonte, con la tripulación en desbandada y el pasaje diezmado y recluido a la fuerza en sus camarotes, el capitán del barco de la nación española sólo parece atento a la pulcritud de la raya de su uniforme.
 
(Artículo de opinión escrito por Ignacio Camacho y publicado por el periódico "ABC" el domingo 12 de abril de 2020)
 
 
Ignacio Camacho López de Sagredo
(Marchena, Sevilla, 21 de noviembre de 1957)
Licenciado en Filología Hispánica, periodista y escritor

jueves, 9 de abril de 2020

Algunas reflexiones de Luis Eduardo Aute



Luis Eduardo Aute
(Manila, 1943 - Madrid, 2020)
Cantautor

FRASES
 
"Sin cultura no somos más que zombies"

"Ya no somos sapiens, nos hemos quedado en S.A., en sociedad anónima"

"Nos educan para ser simples consumidores"

"Estamos en una sociedad de enfrentamiento"

"Vivimos en la Edad Media: con cruzadas, epidemias y una nueva Inquisición"

 
"La cultura importa hoy muy poco y las religiones con más adeptos son el fútbol y la tecnología"
 
"La tecnología es el gran Dios: tiene abducido a todo el mundo"

"Tenemos sobredosis de información y absoluta ausencia de conocimiento"
 
(Opiniones vertidas por Luis Eduardo Aute a Virginia Hernández en una entrevista concedida al periódico "El Mundo" en octubre de 2015)
 
 
"No se quiere una sociedad de gente reflexiva y crítica"

viernes, 27 de marzo de 2020

Cuando los deseos no se corresponden con la realidad


Coronavirus de Wuhan COVID-19
 
LO QUE NO SABEMOS
QUE NO SABEMOS
 
Lord Kelvin, un científico británico eminente, dijo en una conferencia en 1900: «Ya no hay nada nuevo que descubrir en la física. Lo único que nos resta es hacer mediciones cada vez más exactas». Pocos años después, la teoría de la relatividad de Einstein y la irrupción de la física cuántica pusieron en evidencia que Kelvin estaba totalmente equivocado. Muchos de los principios que este investigador daba por indiscutibles son hoy cuestionados o son explicados mediante saberes que no existían hace medio siglo. Por ejemplo, el descubrimiento de los quarks o del bosón de Higgs han cambiado nuestra concepción sobre la estructura de los átomos. Hoy se admite que más del 90% del Universo está formado por una materia y una energía oscura de las que lo ignoramos todo. Donald Rumsfeld, el halcón de Bush, decía una frase que ilustra muy bien lo que nos está sucediendo: «Sabemos lo que conocemos. Y también sabemos que hay cosas que no conocemos. Pero también está lo que no sabemos que no conocemos».
 
 
Y esta pandemia del coronavirus se encuadra en este último concepto. No sabemos el origen del contagio, por qué es tan rápido en su propagación, por qué afecta a unas personas y a otras no, por qué España tiene un nivel de casos muy superior al de otros países europeos y tampoco existe un tratamiento efectivo o una vacuna que lo combata. En resumen, cuando estalló la pandemia, no sabíamos lo que no sabíamos. El tiempo ha puesto en evidencia a los muchos expertos y epidemiólogos que hace un mes predecían que el coronavirus sería controlado y que España tenía un sistema sanitario que nos permitiría afrontarlo con pocos daños. Yo me lo creí. La pregunta es: ¿esos técnicos hablaban en nombre de la ciencia o se dejaban llevar por lo políticamente correcto? Si lo segundo es cierto, eso impidió tomar unas medidas que probablemente hubieran contenido la expansión del virus.

 
Una de las consecuencias de esta crisis sanitaria es que los expertos han perdido buena parte de su credibilidad. Contra lo que sostienen algunos, ha quedado demostrado que se ocultaban detrás de la ciencia para tapar su desconocimiento. No es momento de buscar responsabilidades ni de extremar la crítica, pero es imposible ignorar que muchas de las cosas que dijeron algunos políticos y de las promesas que realizaron, con el aval de pretendidos científicos, han quedado desmentidas por la realidad.
Así como ha habido gestos de abnegación y solidaridad encomiables, sobre todo, en el personal sanitario, han sobrado verborrea, declaraciones grandilocuentes y ruedas de prensa en las que la propaganda desplazó a los hechos. No dudo de que esas personas han actuado con la mejor voluntad, pero el contraste entre las previsiones y los resultados es demoledor. No solamente no nos advirtieron sino que nos hicieron creer que no iba a pasar nada. Pero ha pasado. Tiempo habrá de analizar las responsabilidades de cada uno. Ahora hay que cerrar filas.
 
(Artículo de opinión escrito por Pedro García Cuartango y publicado por el periódico "ABC" el viernes 27 de marzo de 2020)
 
Pedro García Cuartango
(Miranda de Ebro, Burgos, 1955)
Periodista y escritor

domingo, 15 de marzo de 2020

Igualados y unidos contra el coronavirus

 
 
Coronavirus COVID-19

¿ES ESTE VIRUS
DE IZQUIERDA O DERECHA?
 
Un aspecto evidente es de derecha: ha reintroducido distancias castas entre nosotros impidiendo que nos besuqueemos, abracemos o estrechemos la mano. Es, además, furiosamente libertario: nos ha hecho supremamente individualistas, sospechosos de la vida en común, misántropos. Un tercer elemento lo emparenta con la diestra ideológica: ha realzado aun más la tecnología, hija de la innovación y la visión empresarial, en nuestras vidas. Hay un bistró en Washington al que va una pareja los fines de semana; en lugar de conversar, «chatean» entre ellos durante la cena. Esa pareja prefiguraba, sin saberlo, el mundo del virus, el de la comunicación muda. Cuarta característica: el virus odia la migración, como la derecha (con excepciones). Cerrar una frontera para humanos da un placer orgásmico a cierta derecha. Quinta característica de derecha: los encierros domésticos quizá disparen la tasa de natalidad.
 

Pero el virus ha facilitado un apogeo del poder del Estado. Los gobiernos han concentrado un poder sobre nosotros desmedido y feroz: nos incomunican, amenazan e intimidan, arruinan industrias con sus decisiones antivirales y ahora van a gastar más de lo mucho que ya gastaban. El campeón del estatismo es la izquierda, por tanto un punto para la zurda. El virus es, además, aparentemente igualitarista, un igualador social que jaquea a ricos y pobres, poderosos y desvalidos. Ya sabemos que, en la justicia social de la izquierda, como en la granja de Orwell, unos son más «iguales» que otros, pero ese otro asunto. Tercer rasgo de izquierda: el odio a la globalización económica. Cerrar una frontera económica da placer orgásmico a la izquierda, proteccionista empedernida. La disrupción que los cierres de frontera están provocando en la cadena internacional de suministros y en el comercio es de izquierda. Cuarto rasgo: el virus impide todas las asambleas humanas, menos las marchas feministas. Por último, el virus está provocando tensiones en las parejas que no comparten la misma dosis de pánico. Las separaciones y divorcios son más bien de izquierda.
 
Un virus de origen asiático que se originó en la ciudad de Wuhan y no parecía en principio que fuera a traspasar las fronteras de China ni adquiriera tanta gravedad
 
Empate 5-5. ¿Y el desplome de la economía por el virus? Por el virus... y las decisiones de los gobiernos, que lo han empeorado. Cae la oferta porque se produce menos en vista de las disrupciones productivas y cae la demanda porque la gente sólo compra víveres (algunos nostálgicos del calor humano incluyen los condones en esa definición). Si hay empate a cinco en las características principales, lo hay en las consecuencias económicas. Desempatemos. ¿Cómo? Digamos que China, que a pesar de ser capitalista está bajo un partido comunista, agravó las cosas al ocultar mucha información. ¿Sexto rasgo de izquierda? Pero es muy probable que la vacuna la desarrolle, en un país capitalista, una empresa privada. Empate a 6. Lo siento: el virus es ideológica y tercamente ambidextro y hermafrodita.
 
(Artículo de opinión escrito por Álvaro Vargas Llosa y publicado por el periódico “ABC” el domingo 15 de marzo de 2020)
 
Álvaro Vargas Llosa
(Lima, Perú, 1966)
Escritor y periodista

lunes, 9 de marzo de 2020

Resulta pedagógico recordar lo obvio

 
Macarena Olona Choclán
(Alicante, Comunidad Valenciana, 1979)
Abogada del Estado y diputada
 
"El hombre no viola, viola un violador"
 
"El hombre no maltrata, maltrata un maltratador"
 
"El hombre no mata, mata un asesino"
 
"El hombre no humilla, humilla un cobarde"
 
(Frases pronunciadas por Macarena Olona el 8 de marzo en el Palacio de Vistalegre situado en el distrito de Carabanchel y publicadas por "El Mundo" el lunes 9 de marzo de 2020)
 
La política de izquierdas, en lugar de salvar la vida de mujeres que siguen siendo asesinadas, parece solamente repercutir en culpabilizar al género masculino sin ambages

sábado, 28 de diciembre de 2019

La conga del Jalisco ahí viene trajinando

 
Pedro Sánchez: el hombre dispuesto a cualquier cosa con tal de seguir viajando en un Falcon

LA CONGA DEL DOCTOR SÁNCHEZ
 
Alguien dijo que la guerra era la continuación de la política por otros medios; pero, para el doctor Sánchez, la política es la anticipación de la guerra por otros medios. En las guerras, por ejemplo, se toman rehenes de la población civil para forzar al enemigo a la rendición; y el doctor Sánchez toma como rehenes a los jubilados, (incluidos los catalanes), congelándoles la subida de la pensión, para forzar a los esquerranos a la abstención en la investidura. En las guerras, los ejércitos de ocupación mantienen todas las instituciones de las naciones invadidas, convirtiendo a quienes las dirigen en peleles a su servicio; y el doctor Sánchez hace lo propio con la abogacía del Estado, con la Fiscalía, con la judicatura y hasta con el mismísimo Rey, al que manda de viaje trasatlántico cuando le peta, u obliga a que lo designe candidato a una investidura en la que lo van a votar todos los que quieren mandar la monarquía al desván de la Historia.
 
Los dos presidentes que más se han reído de España y los españoles
 
¡Así funcionan los Estados fallidos! El doctor Sánchez ha descubierto que la descomposición de las instituciones es galopante; y ha decidido que es una ocasión pintiparada para aprovecharlas en beneficio propio. Decía Pemán que la separación de poderes no era más que un arreglito o componenda que hizo el buen sentido inglés, para evitar que las instituciones anduviesen a la greña entre sí, como invitados borrachos de una boda. Y el doctor Sánchez, viendo que a los invitados ya se les pasó la borrachera y lo único que quieren es la recena, los pone a todos en fila para que bailen la conga al ritmo que les marca. Así vemos cómo la abogacía del Estado, la Fiscalía y la judicatura se van convirtiendo en zascandiles que tuercen y contorsionan el Derecho, para acomodarlo a las conveniencias coyunturales del doctor Sánchez. Lo hicieron ayer para desenterrar a Franco, lo hacen hoy para facilitar la investidura, lo harán mañana para arruinar civilmente la vida de cualquier opositor molesto.
 
El hombre que no podía dormir si gobernara con Iglesias ahora le da la mano

Al zombidemocratismo no le perturba demasiado que tal o cual diputado, concejal o incluso ministro sea corrupto; pero en cambio no puede soportar que los jueces también lo sean, porque sería tanto como aceptar que el trampantojo se derrumba. Además, el zombidemocratismo, siempre que piensa en corrupción, imagina fajos de billetes o comisiones bajo cuerda, y no se atreve a concebir una forma de corrupción mucho más amedrentadora, que es la conversión de un funcionario público -o de todo un estamento funcionarial- en un ejecutor implacable de las consignas ideológicas que el poder desea implantar. Durante muchos años se ha permitido impunemente que las promociones en la judicatura se hayan asignado según un criterio de adhesión ideológica lacayuna; y ahora nos encontramos con un estamento judicial servil y alfombruno, dispuesto a envolver con un perifollo de apariencia jurídica las concupiscencias (no importa cuán coyunturales o caprichosas sean) del poderoso de turno.
 
Dos personajes impresentables y nefastos para España y Cataluña

Hace unas semanas, Alfonso Guerra explicaba sin rebozo que el Tribunal Constitucional es un nido de prevaricadores que adoptan resoluciones a sabiendas de su injusticia, con tal de allanarse ante las consignas en boga y seguir chupando del bote. Y cualquier persona que no haya sido completamente arrasada por el zombidemocratismo puede contemplar, en las tertulieta televisivas, a jueces y fiscales carentes por completo de sensus iuris, defendiendo los cambalaches jurídicos más infames, dispuestos siempre a halagar los paradigmas ideológicos triunfantes. Al doctor Sánchez no le costará nada ponerlos a bailar la conga; bastará con que, a modo de recena, halague su vanidad con unos cuantos honores y ascensos.
 
(Artículo de opinión escrito por Juan Manuel de Prada y publicado por el periódico "ABC" el viernes 27 de diciembre de 2019)
 
 
Juan Manuel de Prada
(Baracaldo, Vizcaya, 1970)
Escritor, articulista y crítico literario

jueves, 26 de diciembre de 2019

A favor del símbolo de la unidad española

 
Felipe VI de España
(Madrid, 30 de enero de 1968)
Actual monarca español
 
EL DISCURSO DEL REY
 
Cada año, desde hace siete u ocho, el discurso de navidad del rey se convierte en el objeto de furibundas, irritadas o despectivas críticas por gentes que, más que republicanos, parecen simplemente antimonárquicos. Se denuncia lo que le sobra o lo que le falta, lo que renuncia a insinuar o lo que alevosamente deja caer. No existe en realidad ninguna hermenéutica de la intervención real, sino la voluntad de aprovecharla para atacar a la misma institución monárquica, como si no hubiera ocasiones para tal cosa en el resto del año. Es decir, que se presenta como interpretación crítica a la alocución del rey lo que no suele ser sino un pronunciamiento contra la monarquía. Los vibrantes críticos navideños solo encontrarían aceptable que Felipe VI se pronunciara a favor de la república o apoyara entusiásticamente el proceso independentista en Cataluña.  

Felipe VI representa la mesura y serenidad de la que debiera ser la continuidad de la Corona y la unidad de España para todos los españoles sin menoscabo de nadie

Los discursos relevantes del rey —y en primer lugar el que llega en cada navidad— no los escribe el monarca de su mano ni expresan exactamente sus opiniones personales. El texto, de facto, se consensúa entre la Casa Real y el Gobierno, quien finalmente lo valida. Muchos creen saber esto, pero no acaban de entenderlo. El rey dice —hablando grosso modo— lo que el Gobierno quiere o tolera que diga. En los regímenes republicanos entre los que están separados la jefatura del Estado y la del Gobierno, la primera suele tener más autonomía, es cierto, que en las monarquías parlamentarias. Pero quizás no estaría mal que algunos leyeran o releyeran —es un ejemplo— las memorias de Manuel Azaña, para comprobar que el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, transmitía al Gobierno previamente sus principales o más delicados discursos, y no lo dejó de hacer hasta que sus relaciones con Azaña se deterioraron definitivamente en la primavera de 1932. 

Mapa de la España autonómica con altísimos niveles de autogobierno

Todavía son más divertidos los chiquillos —con o sin alopecia— que recuerdan lo malos que son genéticamente los Borbones, o que denuncian que Juan Carlos I juró los Principios Fundamentales del Movimiento, o que nadie ha votado a Felipe VI y otros insondables arcanos mediterráneos que se beben y beben y vuelven a beber, como los peces en el río, cada navidad. Pues sí, criaturas, aquí se llegó un acuerdo —luego mitologizado bajo el nombre de Transición Política— entre los sectores menos estúpidos y cerriles del franquismo y las principales fuerzas de izquierda y centroizquierda que intuían bien su incapacidad para darle la vuelta a la tortilla. 


El corpus jurídico que algunos quieren modificar según su conveniencia

Se hicieron muchas cosas mal y, en algunos aspectos, se cedió demasiado, pero todo era enmendable en el futuro, y bastante fue enmendado, gracias a una Constitución que proclamaba como forma de Estado la monarquía parlamentaria y que fue aprobada mayoritariamente en 1978. Nada de esto, por supuesto, impide o debe impedir la reclamación de una república democrática como objetivo político. Pero se me antoja que esa reivindicación será tanto más sólida y contará con mayor respaldo si está basada en argumentos razonables, en la promesa de una renovación del contrato entre la representación política y los ciudadanos, antes que en una colección de chascarrillos, tontadas, semiverdades, inexactitudes y boutades embadurnadas de odios abstractos y resentimientos anacrónicos.
 
(Artículo de opinión escrito por Alfonso González Jerez y publicado por el periódico “La Provincia” el jueves 26 de diciembre de 2019) 
 
Alfonso González Jerez
(Caracas, Venezuela, ¿1965?)
Periodista y escritor

sábado, 17 de agosto de 2019

El doble rasero moral de la izquierda

 

"Pintura en homenaje al dadaísmo"
Manolo Cuervo
(Isla Cristina, Huelva, 1955)
Pintor, diseñador gráfico y cartelista
 
LA IZQUIERDA DADÁ
 
Acabo de descubrir que la izquierda española es dadaísta. Funciona el truco de Tristan Tzara. ¿Cómo no me he dado yo cuenta de esto antes? Coges cualquier periódico viejo, recortas con unas tijeras la noticia sobre el barco de Soros palabra por palabra, las echas en una bolsa que agitas como una coctelera, comienzas a sacarlas de una en una, las pones en ese orden de bola de bingo y te salen las declaraciones de hoy contra el gobierno de Ayuso. Pasa con todo. Por ejemplo. La hermana del presidente andaluz del PP ha ascendido a directora del Conservatorio en el que ya tenía plaza por oposición. Escándalo: «Es el habitual nepotismo de la derecha». Susana Díaz, cuyo marido impartía cursos de formación subvencionados por su gobierno, tenía en 14 chiringuitos oficiales a 2.607 enchufados entre los que había familiares directos de decenas de cargos socialistas. Normalidad: «Son puestos de confianza y lo lógico es meter a personas de confianza». Los hechos no significan nada en sí mismos. La realidad sólo está en las palabras, que son movedizas como cubitos de trilero. Sólo importa de qué partido sea el acusado. Otro ejemplo. María Jesús Montero sobre el Open Arms: «Lo más sensato es que se dirija al puerto cercano más seguro, que se encuentra en las costas italianas». Qué arte más grande, cari. Estamos con los inmigrantes a muerte, pero aquí que no vengan. Y, de paso, qué gentuza los italianos, que hacen la vista gorda. En cambio, Díaz Ayuso anuncia entre las medidas de su gobierno que las Fuerzas de Seguridad podrán acceder a los datos de inmigrantes ilegales. Qué pedazo de facha.
 
"Retrato de Tristan Tzara"
(1923)
Robert Delaunay
(París, 1885 - Montpellier, 1941)
Pintor pionero del arte abstracto
 
Me encanta esta distorsión tan currada de la nueva progresía. Hay argumentos que incluso me emocionan. Un tertuliano bramador, ergotista innato contratado por la izquierda cóncava para segregar en los platós argumentos halitósicos que obligan a bajar el volumen o a taparse la nariz, una de dos, emitió hace unos días el siguiente alegato: «Les voy a explicar a quienes dicen que acojamos a los inmigrantes en nuestras casas por qué se equivocan. Porque ya lo hacemos. España es mi casa y yo pago impuestos para que mi país los reciba». Un aplauso. ¿Y qué pasa con los que pagan impuestos y opinan lo contrario? ¿Los impuestos de izquierdas tienen más poder de decisión que los de derechas? El voto ético frente al voto vil. Esa paparrucha. La izquierda dadá maneja dos bolsas. En una están recortadas a tijera las ideas feminismo, violencia machista, diversidad sexual, solidaridad, inmigración, cambio climático, laicismo y democracia. Esa talega se emplea para implantar su superioridad ontológica en cualquier debate. En la otra bolsa están los conceptos corrupción, homofobia, racismo, supremacismo, xenofobia, fascismo, privatización, machismo, heteropatriarcado y catolicismo. Ese zurrón se usa para manchar al adversario con lo primero que se pille. Por eso cuando un hombre de izquierdas dice «la azotaría hasta hacerla sangrar» no está siendo machista. Y cuando una socialista pide que el barco de inmigrantes que barzonea por el Mediterráneo se vaya a Italia, no es xenófoba, de la misma manera que cuando un progre exige respeto e integración para la cultura islámica está siendo tan laico como cuando se mete en pelota en una iglesia al grito de «arderéis como en el treinta y seis». Enchufar a una mujer es en la primera bolsa solidaridad y feminismo. En la segunda, corrupción y machismo. Sin complejos. Así de vulgar. Se catalogan las conductas a paladas de hormigonera. Pero, claro, pagan sus impuestos religiosamente, como Monedero, Huerta, Wyoming, Bardem... Así que, en mi infinita inferioridad intelectual, me subrogo al aforismo del dadaísta Tzara: ¡Mírenme bien! Soy un facha arrogante. ¡Soy como todos ustedes!
 
(Artículo de opinión escrito por Alberto García Reyes y publicado
por el periódico "ABC" el sábado 17 de agosto de 2019)
 
 
Alberto García Reyes
(Dos Hermanas, Sevilla, 1977)
Licenciado en Ciencias de la Información