domingo, 24 de septiembre de 2017

Acerca de la importancia de la lectura

 
Viñeta de Joaquín Salvador Lavado Tejón, "Quino", (Ciudad de Mendoza,
Argentina, 1932) creador del personaje de tiras cómicas "Mafalda"

viernes, 15 de septiembre de 2017

La diferencia entre lo que es y lo que debiera ser



 
LA BUENA EDUCACIÓN

Los de mi generación hemos oído y asumido desde pequeños lo importante que era estudiar y formarse adecuadamente como personas para tener éxito en la vida y llegar a ser miembros destacados de la comunidad. Aspirábamos a conseguir aquellos objetivos que nos habíamos propuesto y nos esforzábamos poniendo los medios adecuados para ello. Unos cursaron estudios de formación profesional para incorporarse pronto al mercado de trabajo. Otros accedieron a la universidad y se matricularon en una carrera, bien por vocación o para ganar dinero. Incluso había quienes se veían sirviendo abnegadamente a los demás, hasta que una parte de ellos (mayor de la que esperábamos) descubrió después que era mucho más provechoso servirse de los demás y entraron en política. Por aquel entonces no había "ninis", concursantes de realities ni youtubers; tampoco tertulianos profesionales de las vidas ajenas. No se podía vivir del famoseo, así que había que trabajar duro o bien "ser de buena familia".
 
 
Las personas de bien trataban de hacer del mundo un lugar mejor para vivir aportando lo mejor de sí mismos. El país progresaba tras su mansa salida de una feroz dictadura y poco a poco íbamos acercándonos a los estándares europeos de calidad de vida en todos los aspectos, llegando con el tiempo a equipararnos con la mayoría de ellos en cuestiones como los derechos y las libertades, al menos a nivel declarativo. Los gobiernos de progreso que en España ha habido nos guiaron hacia la modernidad en la que quedamos definitivamente instalados, dejando atrás el aislamiento internacional y el atraso económico, social y político. Fuimos madurando como sociedad y enterrando nuestro pasado inmediato. Nuestros hijos no llegaron a conocer aquellos tiempos de universal austeridad, de plúmbea mojigatería, de insoportable patriarcado y de insuperables desigualdades sociales (aunque algo de todo eso aún permanece flotando en el ambiente).
 
 
Pero llegados a este punto, uno empieza a tener serias dudas de que ese evidente progreso de la sociedad española vaya a continuar por la misma senda construyendo entre todos un país soportable. A veces se tiene la sensación de que no todo el mundo parece interesado en contribuir a ello. Y no me refiero solo a los oligarcas que tratan de poner palos en la rueda del progreso social, como históricamente ha venido sucediendo. No hay que mirar tan arriba, pues proliferan, por ejemplo, aquellos que no tienen la menor intención de estudiar o de trabajar, de ser útiles a los demás. Ya sabemos que el mercado laboral no ofrece muchos atractivos y que las grandes y medianas empresas no son un dechado de generosidad en retribuciones y condiciones de trabajo, pero lo cierto es que nunca le han regalado nada a nadie.
 
 
Lo que pasa es que a algunos ciudadanos —a menudo quejosos de todo cuanto les rodea— se les ven muy pocas ganas de trabajar y muchas de pasarlo bien mientras otros paguen la factura. Luego está la cantinela esa de "la generación mejor preparada de nuestra historia" que no encuentra en el empresariado la acogida que merece. Permítanme que lo ponga en duda. Uno ha pasado más de un cuarto de siglo enseñando en la Universidad y ha visto desfilar a muchos alumnos y alumnas. Sin perjuicio de que en todas las épocas ha habido estudiantes muy brillantes y muy esforzados, lo cierto es que desde los años 90 hasta ahora he venido observando un declive en el rendimiento global, declive mucho más pronunciado desde la implantación del plan "Bolonia", que agudizó el problema. Indudablemente, y con las excepciones de rigor, la cultura del esfuerzo no está en la agenda de la mayoría.
 
 
Otra cosa es preocupante. Cuando me relaciono, como harán ustedes, con jóvenes trabajadores y profesionales de los más diversos campos, percibo una generalizada falta de cultura y de urbanidad. Sí, de esos buenos modales que demuestran correcta educación y respeto hacia los demás. Se habla a gritos, el tuteo con desconocidos es práctica común, no se cede el paso a nadie en ningún sitio ni el asiento a quienes lo puedan necesitar más que uno. El botellón se ha adueñado de todas las ciudades y pueblos. Se mea y se caga (con perdón) en plena vía pública sin ningún tipo de pudor (ellos y ellas). No se pide nada por favor ni se dan las gracias por la dedicación del prójimo. Todo el mundo se cree con derecho a todo, pero nadie se siente obligado a nada con los demás. Es la cultura del "sálvese quien pueda" y "primero yo" (como la doctrina Trump del "America First").
 
 
Y todo eso no pasa sólo en la indomable adolescencia, que tampoco sería disculpable, sino que hay talluditos y talluditas que rondan la treintena e incluso más que practican a diario todas estas habilidades sociales. Ciertamente, aún quedan personas de otra catadura, pero se baten en franca retirada ante el avance de las hordas de maleducados.
 
 
No obstante, hay un atisbo de esperanza de la mano de la selección natural darwiniana. Sí. Resulta que en otras latitudes (pero llegará pronto aquí), una nueva ocurrencia puede resolver el problema apuntado. Consiste —sorpréndanse— en arrojarse agua hirviendo por la cabeza o incluso en bebérsela a la fresquita temperatura de 60 grados en lo que ha dado en denominarse hot water challenge, un reto que se transmite vía nominaciones por la red. Se supone que únicamente un verdadero idiota aceptaría un envite como ése, por lo que, de esa manera, y por selección natural, ya quedarían bien determinados los que obviamente no pueden integrar la generación mejor preparada de nuestra historia. Las ventajas de internet.

(Artículo de opinión escrito por Carlos Suárez-Mira y publicado en el periódico “La Provincia” el martes 12 de septiembre de 2017) 
 
Carlos Suárez-Mira
(Carballo, Bergantiños, La Coruña, Galicia, España, 1966)
Magistrado titular del Juzgado de lo Penal nº 2
en El Ferrol y profesor universitario en excedencia

miércoles, 6 de septiembre de 2017

La coronación de Vileda I en Catalonia

 
Carles Puigdemont Casamajó
Vileda I el Pilós
(Amer, Gerona, 1962)
Ex periodista, ex alcalde y presidente de la Generalitat
con una idea obsesiva y majadera en la cabeza: la sedición
 
PENSARON PRINGAR AL REY
 
Las cajas donde se depositan los votos surgieron, como todo, donde, como dice John Keats en su oda a una urna griega, la belleza es verdad y la verdad belleza. El poeta romántico no se refería a las urnas de votar, sino a las que contienen las cenizas de los muertos inspiradas en una crátera con escenas báquicas de ménades y sátiros conservada en el Museo Británico. "Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe / de hombres y de doncellas cincelada, / con ramas de floresta y pisoteadas hierbas!". Dice Keats que nada más se sabe en esta tierra y no más hace falta. Es suficiente con saber que la democracia nació al aire libre, en Atenas, donde los ciudadanos metían piedrecillas negras o blancas para decidir a los magistrados y a los generales; desde entonces no se ha inventado una forma mejor para vivir en libertad.
 
Urna cineraria griega expuesta en el Museo Británico
 
Miles de años después, en España un Gobierno democrático ha prometido que actuará con fuerza para frenar un plebiscito porque éste no es un acto democrático, sino una estafa y un desafío a la ley fundamental de la democracia que es la Constitución. El Ejecutivo ha avisado a los independentistas que retirará las urnas. Soraya Sáenz de Santamaría ha recordado a Puigdemont que puede terminar inhabilitado; no se atreven a decir que si el president incumple el mandato del Constitucional puede acabar con las pulseras puestas.
 
¿Cuántos separatistas seguirían siendo proclives al soberanismo si se les dijeran los enormes impuestos que tendrían que pagar para sostener a un ejército catalán? Y si creen que se puede ser independiente sin fuerzas armadas propias, la realidad es que pasarán a ser dependientes de cualquier otra nación o superpotencia que les proteja
 
Los insurgentes dicen que el derecho al voto es sagrado y lo es. Pero ellos lo utilizan como un puñal contra la nación. Juran que habrá referéndum y será vinculante aunque voten 1.000 en el palacio gótico. Esta disparatada sátira, un retablo de embustes, confirma la idea que tienen de las urnas. Es que el nacionalismo fue una continuación de las guerras de religión, la vuelta al tribalismo, la protección del campanario. Lo dejó dicho Arnold Toynbee: "Los fanáticos religiosos y los nacionalistas constituyen una única pasión maligna".
 
Los nacionalistas subliman la etnia como elemento aglutinador que les permita obviar y ser incompetentes o corruptos en todos los problemas graves que afecten a los ciudadanos
 
Unos integristas con marketing, empotrados en las instituciones, intentan montar un referéndum para la independencia que tiene toda la pinta de los viejos pronunciamientos. Han intentado meter al Rey Felipe VI en el laberinto con las celadas y fullerías de la "soberanía compartida", "el Estado libre asociado" o el "pacto con la Corona". Felipe VI es el vértice del Constitucional, pero sus poderes son formales y no ha caído en el borboneo ni en la peligrosa mediación o arbitraje, lo cual ha encolerizado más a los independentistas, como acaba de confirmar en una boda de La Coruña un político cercano a Mas que dimitió del gobierno Puigdemont.
 
Al mismo día siguiente de una hipotética declaración de independencia política (esperemos que por la vía pacífica), la gente de a pie descubriría que su vida no sólo continuaba igual, sino que incluso sería peor, porque se volverían más pobres
 
Los votos son sagrados si no hay ninguna fuerza que invente el censo y los resultados, si hay delegados de todas las fuerzas en la votación y en el recuento. Si no es una mascarada. En la Moncloa piensan que poner una urna en la Vía Layetana y otras en oficinas del Govern no es un referéndum. Los funcionarios y los mossos se lo van a pensar antes de delinquir. Hasta ahora, los políticos que no firmaban nada tendrán que firmar. Hoy parece que Oriol va a rubricar leyes apócrifas e ilegítimas como hace en la hamburguesería.
 
(Artículo de opinión escrito por Raúl del Pozo y publicado
por el diario “El Mundo” el martes 5 de septiembre de 2017)
 
 
Tantos años de adoctrinamiento nacionalista educativo, tantos años de prohibición del idioma español en los documentos oficiales y en los rótulos de los comercios, tantas competencias transferidas en todos los ámbitos, tanto 3% de mordidas en la concesión de obras públicas, tantas embajadas en el extranjero, tanto dinero trasvasado desde la Hacienda española de todos... Todo esto no ha servido más que para alimentar a una masa de irresponsables, manipuladores e ignorantes que confunden Cataluña Libre con Jauja