RENALDO
Las horas alegres pasaron volando
y aquel jugador de la canarinha
se fue, tras ascender de categoría,
al equipo del que había llegado.
Importuno es el reloj apresurando
la vida que no se detuvo aquel día
en que lo divisé bajo una sombrilla
del paseo de Las Canteras charlando.
Catorce goles dejó como registro
en dos años. Poseía el olfato
del área. Jugó cincuenta partidos
con mezcla de brasileño y canario
en su juego. Hoy todo se ha perdido:
no volverá jamás para deleitarnos.
(Poema escrito por Andrés González Déniz)
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