ALMOHADA
Dios te bendiga, almohada. Te lo he dicho
cuantas veces tuviste mi cabeza
dormida entre tus manos. La tibieza
de ese refugio es el perfecto nicho
del alma palpitante. Sin capricho
ni veleidad, maternidad ilesa
renovada en espumas. Tu pureza
no podrá estar jamás en entredicho.
Dios te bendiga, almohada. Pero ahora
te lo digo de un modo diferente:
con la seguridad que el tiempo sella.
Y es doble virtud acogedora,
pues me permites -en unión silente-
juntar mi frente con la frente de ella.
(Poema escrito por David Escobar Galindo)
David Escobar Galindo
(Santa Ana, El Salvador, 1943)
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