Las medidas de ahorro del gobierno me han devuelto a la infancia. La propaganda y los eslóganes son similares a los que escuchaba cuando era un crío. Así que, en un intento por revivir aquellos tiempos, fui a Google y traté de encontrar anuncios y mensajes de la época. No tuve demasiado éxito. Alguien me dijo que en la Red sólo puedes encontrar el 15% de la información global. El resto sigue estando en medios tradicionales, en sitios inaccesibles o simplemente nadie la ha incorporado a Internet. A pesar de todo, muchos piensan que todo lo que necesitan está a un clic. Se equivocan.
Dicen que en Internet hay mucha información. Yo creo que hay poca, irrelevante y dispersa, pero repetida. La Red es el reino del "corta y pega", de la redundancia, de lo anecdótico. Tengo la sensación de que los contenidos en Internet están creados a base de decálogos, citas, resúmenes y versiones ligeras de lo que alguien ha encontrado en un libro o en una vieja revista y que luego otros se han dedicado a clonar. Es la versión 2.0 de la multicopista.
Muchos blogs sólo son versiones deconstruidas de viejos textos y Twitter es un paso más en el proceso de atomización. Al final tenemos muchos contenidos superficiales, sacados de contexto y que, como en el juego del teléfono estropeado, van deteriorándose cada vez que se transmiten. Una y otra vez compruebo que, cuando necesito aprender algo con sustancia, lo mejor es recurrir a los "clásicos". Además, no consumen energía.
(Artículo de opinión escrito por Andrés Pérez Ortega para el periódico "El Mundo" publicado el domingo 17 de abril de 2011)
Andrés Pérez Ortega
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