LA FILFA DE LA ‘ECONOMÍA COLABORATIVA’
Estos días se habla mucho de
Uber: la nueva compañía con sede en California contra la que se han alzado en
armas los gremios de taxistas de todo el mundo, que se quejan de la ilegal
competencia que representa para ellos. Con ser una persona física mayor de 21
años, disponer de vehículo propio con un seguro particular de cobertura amplia
y un teléfono inteligente, cualquiera puede ganar dinero transportando a
pasajeros, dice su propaganda.
Es el sueño neoliberal: convertir
al ciudadano en un autónomo proveedor de servicios. Alguien que utiliza sus
propios activos –en el caso de Uber el coche particular- y asume personalmente
su depreciación y todo tipo de gastos y de riesgos que puedan derivarse del
trabajo desempeñado. Se trata en cualquier caso de actividades no reguladas,
sin protección legal, sin gastos burocráticos, lo cual evidentemente sirve para
abaratar en principio los costes.
Se le presenta de modo totalmente
acrítico como el modelo económico del siglo XXI, la economía
"colaborativa", posibilitada por internet y las cada vez más
aplicaciones de la telefonía móvil. Suena muy bien eso de
"colaboración", suena a espíritu comunitario, a altruismo, a algo
noble y desinteresado, a compartir las cosas que uno tiene, pero en realidad es
un hábil eufemismo que esconde una realidad capitalista.
Pues no se trata en ningún caso
de una economía de trueque, en el que las personas intercambian mercancías o
servicios, sino de un puro y simple "alquiler", que implica siempre
un pago, del que Uber se lleva, según se dice, un 20 por ciento. Un alquiler
además totalmente desregulado. No hay tarifas fijas, ni horarios para quien se
dedica a ello. Lo llaman también eufemísticamente flexibilidad.
La regulación legal es sustituida
por la reputación: los usuarios valoran ellos mismos los servicios que reciben,
lo que puede dar lugar por cierto a todo tipo de engaños. Es en cualquier caso
un gran negocio, lo que explica que detrás de Uber estén tanto un gran banco
como Goldman Sachs, Google y entidades de capital riesgo. Y que la empresa
tenga un valor bursátil de unos 18.000 millones de dólares, superior a los de
las firmas de alquiler de coches como Hertz o Avis. Y el problema con Uber y
otras empresas similares como Airbnb, dedicada al alquiler temporal a turistas
de casas particulares, que están sustituyendo de modo creciente a los hoteles,
es que permiten además evadir todo tipo de impuestos, con lo que el Estado
tiene cada vez menos ingresos con que financiar los servicios públicos.
En el caso de Airbnb, como se ha
visto en Barcelona y otros lugares, al no estar sometidas esas casas
particulares a inspecciones de las autoridades, no está garantizada tampoco la
seguridad de quien las alquila aparte del hecho de que se han convertido en una
fuente insoportable de ruido en el vecindario. Pero todo eso, el adelgazamiento
del Estado, la inseguridad tanto del trabajador como de quien contrata sus
servicios o las molestias para los vecinos, ¿qué les importan a los accionistas
de las sociedades de capital riesgo, que sólo buscan el más rápido y mayor
beneficio?
(Artículo de opinión escrito por Joaquín Rábago y publicado
por el periódico “La Provincia” el jueves 2 de octubre de
2014)
Joaquín Rábago
(Columnista)
TIPOS DE ARGUMENTOS EMPLEADOS
1. Argumento de actualidad evidente: “en estos días se habla mucho de Uber…” (por esta razón el autor pretexta abordar este tema, porque es actual).
2. Argumentos de ejemplificación: “se han alzado en armas (contra Uber) los gremios de taxistas…” (por la gravedad de las manifestaciones justifica también tratarlo), “un valor bursátil […] superior a los de las firmas de alquiler de coches…”, “en el caso de Airbnb […] no está garantizada tampoco la seguridad”, “empresas similares como Airbnb dedicada al alquiler temporal a turistas de casas particulares”.
3. Argumentos lógicos: “(los taxistas) se quejan de la ilegal competencia” (nos da el motivo de por qué protestan), “un gran negocio, lo que explica que detrás de Uber estén […] un banco […] y entidades de capital riesgo”.
4. Argumentos de hecho (o prueba observable): “con ser una persona física mayor de 21 años, disponer de vehículo […] y un teléfono inteligente, cualquiera puede ganar dinero…” (requisitos con los que se puede trabajar en Uber), “no hay tarifas fijas, ni horarios…”
5. Argumentos de generalización: “(convertir al ciudadano en un autónomo) es el sueño neoliberal” (nos dice cuál es la ideología que subyace en el fondo), “la regulación legal es sustituida por la reputación”, “es en cualquier caso un gran negocio”, “los usuarios valoran ellos mismos los servicios que reciben”.
6. Argumento negativo: “se trata en cualquier caso de actividades no reguladas, sin gastos burocráticos…” (con estos argumentos, los que son contrarios se rechazan).
Viñeta de Andrés Rábago García, "El Roto"
(Madrid, 1947)
7. Argumentos de ponderación subjetiva: “se la presenta de modo totalmente acrítico, como el modelo económico del siglo XXI, a la economía colaborativa…”, “lo que puede dar lugar a todo tipo de engaños…”.
8. Argumento de recurso expresivo: “suena muy bien eso de colaboración, suena a espíritu comunitario, a altruismo, a algo noble y desinteresado, a compartir las cosas” (ironía y enumeración intensificadora).
9. Argumento lógico y negativo: “pues no se trata en ningún caso de una economía de trueque […] sino de un puro y simple alquiler”.
10. Argumentos de datos: “un pago del que Uber se lleva […] un 20%", “valor bursátil de 18.000 millones de dólares”
11. Argumento de creencia general: “un pago del que Uber se lleva, según se dice, un 20% (puede ser una falacia o argumento de falsa autoridad)".
12. Argumentos de causa-consecuencia: “el problema con Uber y otras empresas similares […] es que permiten además evadir todo tipo de impuestos (causa), con lo que el estado tiene cada vez menos ingresos con que financiar los servicios públicos (consecuencia)”, “todo esto, el adelgazamiento del Estado, la inseguridad […], las molestias (consecuencia) […], ¿qué les importan a los accionistas […] que sólo buscan el más rápido y mayor beneficio (causa)”.
La empresa Uber es un misil dirigido a la línea de flotación del transporte público en un sector de tan compleja y difícil amortización como el del taxi
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