lunes, 26 de febrero de 2018

Las consecuencias de la sobreprotección

 
 
SOBRE LA CRIANZA HELICÓPTERO
O LA HIPERPATERNIDAD
 
"La sobreprotección infantil está
produciendo niños altar o hiponiños"
 
"Abundan los menores que, de tanto que sus padres les han dado durante la infancia, de mayores no pueden hacer nada por sí mismos"
 
"La crianza es un proceso a largo plazo, donde los resultados no salen a golpe de clic. Ahora hay muchos padres que están formando muy pronto al niño para que a los diez años sea un pequeño Mozart"
 
"La hiperpaternidad que lo da todo y lleva a los hijos a los colegios más caros, a las mejores actividades extraescolares y a las vacaciones más estrambóticas, no funciona"
 
"La hiperpaternidad no da la felicidad y afecta a toda la familia: hace que vivan muy estresados porque sienten que no son lo bastante buenos, que no le están dando al niño lo suficiente como para que triunfe"
 
 
"Ser feliz requiere carácter. La educación no es simplemente dotar de conocimientos y experiencias mágicas —del tipo llevarle a Disneyworld a los cinco años o ver a Papá Noel en Laponia (¡y en privado...!)— que se piensa que es una obligación hacer para que los niños sean felices"
 
"Dice el filósofo José Antonio Marina que «la educación es la suma de conocimientos y la formación del carácter». El carácter son los recursos para ejecutar la formación. La constancia, el esfuerzo, la resiliencia (capacidad para superar situaciones traumáticas) o la empatía (participación afectiva de una persona en la realidad ajena de otra persona). Y sobre todo, la tolerancia a la frustración, porque la frustración te acompaña toda la vida"
 
"Hoy abunda esa idea de que hay que darles todo a los niños y de que no se pueden frustrar porque van a ser infelices, pero parece, según los expertos, que es justo todo lo contrario"
 
"No puedes crecer sin límites: los niños los buscan, los adolescentes también. Los quieren y los necesitan. La educación es la suma de afecto y límites, ese es el binomio"
 
"En la hiperparternidad el hijo es un proyecto de los padres, porque se ve como un producto a gestionar. Son los padres CEO (Chief Executive Officer o Director Ejecutivo)"
 
 
"Cada familia es un mundo. Pero las actividades extraescolares se están poniendo demasiado pronto y demasiadas a la vez. Están arrebatando tiempo para el juego y creo que jugar es la mejor tarea extraescolar. Jugando no sólo desarrollan tolerancia a la frustración, también mejoran la creatividad o el trabajo en equipo... La hiperpaternidad lo ve como una pérdida de tiempo, pero el juego es fundamental: es la esencia de la infancia"
 
"Los colegios empiezan a estar anonadados. Están viendo que la colaboración con los padres, que de por sí es una cosa fantástica, se está convirtiendo en intromisión. El hiperpadre, en ese afán de crear el mundo perfecto para su hijo perfecto, interviene en el menú, en cómo da las clases el profesor, en la oferta de las actividades extraescolares, etc."

 
"Las escuelas cada vez están cada vez más cuestionadas y exigidas. Existe la idea de que el niño es tan especial y único que debe tener una educación especial y única, pero los centros escolares se volverían locos si se tuvieran que adaptar de esa forma a cada niño"
 
"Se ven casos en los que los adolescentes han dejado de ser interlocutores, me refiero a la enseñanza secundaria, y son los padres los que hablan con el maestro en un momento en el que el chaval ya puede defender sus argumentos"
 
"La hipertutorización de los padres es una figura que está apareciendo. Con ella se establece un vínculo que no sólo no separa a la familia del especialista, sino que la pone al mismo nivel"
 
 
 
"En Estados Unidos este nuevo panorama está dando lugar a que se generalice una situación de ansiedad extrema que se ha extendido entre los estudiantes y que, según distintos estudios, la sufren el 62% de los alumnos de Secundaria. De hecho, está derivando en que existan unos protocolos para estos alumnos tan sumamente frágiles, puesto que no pueden afrontar un examen porque se quedan paralizados"
 
"Son adolescentes con un Instagram de imágenes perfectas, aunque en realidad están ansiosos, paralizados incluso algunos por la ansiedad, porque son como niños pequeños. Son hiponiños o hipohijos que no pueden hacer nada sin que sus papás les ayuden, pues son completamente dependientes"
 
"Un hecho muy interesante: está apareciendo también el miedo a fallar, a equivocarse, como una nueva plaga y, si no se sabe gestionar en la infancia, acabará en fobia"
 
"Muchas veces la hiperpaternidad tiene que ver con la desconfianza en nuestras capacidades como padres"
 
"No tenemos que plantearnos educar
a un hijo perfecto, sino criar personas"
 
(Fragmentos de una entrevista realizada a la periodista Eva Millet por su homóloga Carlota Fominaya publicada en el periódico "ABC" el domingo 25 de febrero de 2018 con motivo de la publicación del libro "Hiperniños" del que es autora la entrevistada)
 
 
Eva Millet Malagarriga
(Barcelona, Cataluña, 1968)
Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona

viernes, 23 de febrero de 2018

Subvencionemos a la prensa de calidad

 
 
LA PRENSA EN LA ERA
DE LA POSVERDAD
 
Dos aportaciones culturales definen a Occidente y ambas se relacionan con la verdad, su búsqueda y su acceso público frente a narrativas de ficción que aparecen en todas las culturas humanas, incluidas las escasamente desarrolladas. La primera contribución es el método científico: la mejor forma de encontrar la verdad y publicarla. Y la segunda es el periodismo, que persigue el mismo objetivo. Filósofos posmodernos (aplaudidos por cierta universidad y cierta izquierda y derecha) como Feyerabend, quien sostiene que no hay diferencia entre ciencia y cuentos de hadas; o Lyotard, quien afirma que la ciencia es solo una narrativa; o Derrida, cuya obra ataca lo que él denomina el logocentrismo; es decir, el pensamiento producto de la lógica y la razón que ha implantado en las universidades occidentales una aversión a la verdad. De esos lodos llegan asesores de Trump que hablan de "hechos alternativos", productores de fake news y posverdad. El problema se agrava en facultades con programas de estudios culturales donde estos pseudo pensadores —que ensalzan la narrativa de ficción, frente a los hechos y datos— tienen gran presencia.
 
Paul Feyerabend
(Viena, 1924 - Zúrich, 1994)
Filósofo de la ciencia postulador del anarquismo epistemológico y la inconmensurabilidad de dos teorías cuando no hay un lenguaje común
 
La búsqueda de la verdad —ya sea a través de la ciencia, la filosofía o el periodismo— es un logro cultural, no una necesidad biológica. Es decir, puede ser prescindible (no se puede vivir sin agua, pero sí sin cultura, aunque sea una existencia miserable). Por otra parte, a la mayoría de la población (incluso a aquéllos con necesidades vitales cubiertas) les basta un sustento cultural precario basado exclusivamente en la ficción: ya sea mitología, literatura, cine o religión. Plantearse una curiosidad más ambiciosa —lo que hace la ciencia y el periodismo— no sólo implica rigor, sino, sobre todo, algo mucho más escaso, valentía y hasta heroicidad, tal y como demuestra la historia de la ciencia y del periodismo, ambas asombrosamente parecidas. La biografía de escritores, pintores, cineastas o arquitectos tiene, en general, menos épica que la de científicos y periodistas. La verdad, además, guarda una contrariedad —bioquímica— añadida: el sesgo de confirmación. El cerebro humano busca sentirse bien y odia que le lleven la contraria. Nuestro organismo segrega un neurotransmisor —la dopamina— que se estimula en situaciones de placer, entre ellas, cuando escuchamos algo que confirma nuestras ideas; pero no necesariamente cuando nos encontramos con la verdad.
 
Jean-François Lyotard
(Versalles, 1924 - París, 1998)
Filósofo, sociólogo, teórico literario y analista de la posmodernidad
 
Esto explica que el periodismo, como actividad cultural cuyo objetivo es buscar la verdad y hacerla pública, tenga tantos enemigos. Más que la literatura o el cine. No sólo políticos —desde Trump hasta Correa o Maduro en América; desde Le Pen a Pablo Iglesias en Europa—, sino de una parte de la sociedad a la que le produce dolor saber la verdad y, por el contrario, siente placer —como lo sentían los jesuitas cuando alguien refutaba a Galileo-—cuando les presentan "hechos alternativos" a la manera de Trump, que genera una narrativa que confirma su idea. Insisto en el periodismo como cultura porque en estos momentos donde, por ejemplo, la ciencia se ha globalizado (China es el segundo productor del mundo), el único producto cultural genuinamente europeo no es el cine (también existe en China), ni la literatura, la pintura, la música o las universidades. El único producto cultural que nos diferencia es el periodismo. Y no como contrapoder (aunque es sano que haya muchos contrapoderes); sino como limpiador de cristales. El periodista limpia los cristales que el poder —político y económico, pero también cultural, académico o científico— ensucia deliberadamente (a través de gabinetes de prensa, redes sociales, etcétera) para ocultarle a la sociedad los hechos. El periodista descubre para que la sociedad decida.
 
 
Sin embargo, frente a los cineastas europeos que no tienen empacho en pedir más dinero al Estado, o a los científicos, que siempre quieren más para sus experimentos, me pregunto por qué el periodismo y los periodistas somos reacios a considerarnos actividad cultural y solicitar financiación pública para que podamos subsistir. Muchos dirán que el dinero público compromete la información. ¿Acaso el cine español es pro PP por recibir ayuda estatal? ¿La universidad o la ciencia española son progobierno por obtener dinero público? Existen múltiples maneras de financiar la cultura (y el periodismo es, sobre todo, cultura) sin que ésta se vea comprometida con el poder financiador. Es cierto que el periodismo, como toda actividad humana, ha cometido errores; pero... ¿acaso no ha dañado el cine a la sociedad con sus arquetipos de amor romántico o científico loco? ¿Y las series de televisión no perjudican al extender ilimitadamente narrativas para clavarnos en el sofá y aparcar el activismo social? ¿Acaso la universidad no ha cometido errores como cuando Cambridge nombró doctor honoris causa a Derrida? ¿Acaso la ciencia no ha cometido errores?
 
 
Una investigación que publicamos en el próximo número (abril) de la "Revista Española de Investigaciones Sociológicas" demuestra que incluso para actividades tan antisistema y digitales como WikiLeaks, la sociedad occidental sigue confiando en los denominados quality press (prensa de calidad) para saber qué es WikiLeaks y si merece la pena creer en ella. La "International Encyclopedia of Communication" (versión 2008, editada por Wolfgang Donsbach) señala que existe un consenso no escrito en definir quality press como periódicos y revistas que: (1) se dirigen a la intelligentsia; es decir, las élites y los decision-makers de un país; (2) su distribución es nacional; y (3) proporciona cobertura amplia y profunda de noticias, contextualizando la información con antecedentes. Esta quality press es un producto cultural genuinamente europeo y estadounidense que merece la pena defender y financiar. Frente a la televisión, que induce al infoentretenimiento, que es algo que siempre apoyan las dictaduras, la prensa de calidad es el único producto que no sólo engrandece la cultura, sino también la democracia. Pero, curiosamente, es lo único que no se financia desde los poderes públicos.
 
(Artículo de opinión escrito por Carlos Elías y publicado
por el periódico “El Mundo” el viernes 23 de febrero de 2018)
 
Carlos Elías
Licenciado en Ciencias Químicas y Ciencias de la Información,
además de Doctorado en Ciencias Sociales