martes, 29 de enero de 2019

Arte, valentía, ritual, desafío y coraje



Juan José Padilla recibiendo un toro a porta gayola

TAUROMAQUIA,
PARADIGMA DE LA LIBERTAD

El toro, animal totémico por excelencia en nuestra cultura, está siendo el campo de batalla de una guerra cultural que va mucho más allá de la propia existencia o no de las corridas de toros. Me gustaría arrojar alguna luz que pueda ayudar a interpretar de una manera más clara algunos de los aspectos que están hoy en juego cuando hablamos de tauromaquia, abandonando el casi folclórico debate de "toros sí-toros no". Lo primero que debemos plantearnos es nuestra relación con los animales: ¿cómo debe ser esa relación? Nuestra cultura, nuestra civilización, se ha construido desde el dominio del ser humano sobre otros actores con los que compartimos planeta. El homo sapiens inicia su espectacular historia de éxito en el momento en el que comienza a dominar tanto las plantas como los animales. La revolución neolítica nos ha hecho llegar hasta donde estamos. Dentro de este marco, que ha logrado que seamos lo que somos, el ser humano usa a los animales. Y los usa para muchas cosas, no solo por una imperiosa necesidad alimenticia. Los utiliza también para su vestimenta, cuando usamos prendas de lana o de cuero. Prendas que cubren nuestras necesidades, pero también nuestros caprichos, en forma de exquisitos bolsos, cinturones o zapatos. Y utilizamos también los animales para nuestro ocio o en la investigación científica.

Morante de la Puebla realizando una media verónica


Sólo en España y sin considerar a los peces, se matan cada segundo aproximadamente 26 animales. Insisto, 26 animales por segundo. Ante la pregunta de si podemos seguir utilizando a los animales debemos responder con un sí o con un no. Y la respuesta podría ser no. Esto es, en esencia, lo que defiende el movimiento animalista. El animalismo es una ideología que, con diferentes matices, sostiene que los hombres no tienen derecho a utilizar animales para ninguno de sus fines, pretendiendo poner en pie de igualdad a hombres y animales. El animalismo es promovido principalmente desde el mundo anglosajón, norteamericano más específicamente. Son decenas las entidades animalistas que con presupuestos millonarios están imponiendo de manera permanente la agenda animalista. Es difícil que pase un solo día en el que no pueda verse en cualquier medio alguna noticia relacionada con el avance del animalismo. Tenemos pues un movimiento internacional organizado, con el único fin de imponer un nuevo orden moral en el mundo, de manera que éste sea más plano culturalmente, más homogéneo, una suerte de pensamiento único de un mundo con consumidores homogéneos. Este animalismo está ya muy presente en nuestra vida pública, con partidos como Pacma, cercano ya a la representación parlamentaria, o con iniciativas legislativas presentadas por Podemos en algunos parlamentos, afortunadamente sin éxito.


José Tomás plasmando una chicuelina magistral

El animalismo, tengámoslo claro, es una filosofía absolutamente incompatible con nuestra cultura, con el humanismo mediterráneo. El animalismo supondría una hecatombe cultural, económica y ecológica. Cultural, porque el animalismo sería el fin de centenares de expresiones culturales que nos definen como pueblo: la rapa das bestas, la romería del Rocío, el arrastre de piedras, los corre bous, la matanza del cerdo, los encierros, la fiesta del campanu, la Caballada de Atienza, la fiesta del pulpo o tantas otras. Económica, porque acabaría con las explotaciones ganaderas, por supuesto, pero también con el trabajo con cuero en Ubrique, los atuneros vascos, el jamón de Jabugo, las mantas de Ezcaray, los zapatos artesanales de Mallorca, el queso en sus cientos de estilos, los embutidos salmantinos, el fin del marisqueo gallego o de la almadraba en Barbate y Conil. Y finalmente, también el animalismo supondría una debacle ecológica, suponiendo el fin de la dehesa, joya ecológica mundial, pero también de los prados cantábricos, de las dehesas boyales o del impagable cuidado que ovejas y cabras realizan en nuestros campos. El animalismo es la aniquilación total y absoluta de nuestra cultura y también de nuestro mundo rural, con toda su cultura material e inmaterial, con ese acervo de maneras de hacer, de decir, de cantar, de bailar o de sentir.


Andrés Roca Rey perpetrando una gaonera maravillosa

Y el toro, como tótem y representación de la cultura más representativa de España, es la primera cabeza que se quieren cobrar. Pero tengámoslo claro, detrás de los toros irá todo lo demás. El animalismo no se va a detener en la prohibición de los toros. Me gustaría decir a todos aquellos que defienden el animalismo, que vengan a la España rural y que nos digan, mirándonos a los ojos, que ya no podemos vivir de lo que vivimos, que quieren acabar con toda nuestra realidad. El animalismo no es cuidar gatos y perros, el animalismo quiere aniquilar la España rural. En todo caso, si la respuesta es que sí podemos usar los animales para nuestro provecho, como parece normal, ¿por qué hay gente que pide que se prohíban los toros? Es que es un espectáculo cruel, suele ser la respuesta a esta pregunta. Pero yo pregunto, ¿en serio la tauromaquia se puede considerar más dura que la vida que lleva la inmensa mayoría de los animales en explotaciones industriales? ¿O lo relevante es el hecho de que la crudeza en la tauromaquia sea pública? ¿El problema es verlo? Este es un tema interesante. ¿Qué clase de sociedad queremos? ¿Queremos una sociedad donde una parte se arrogue la potestad de decir qué puede ser visto y qué es lo que no puede ser visto? ¿Una casta inquisitorial y censora que decida qué es moral y qué es inmoral? ¿Qué es cultura y qué no es cultura?

El Juli acometiendo una lopecina espectacular

Como ciudadanos, independientemente de nuestra opinión sobre los toros, no podemos tolerar una España menos libre, un país en el alguien se arrogue el derecho a decir qué es cultura o qué no es cultura. La Unesco solo pone una línea roja para que una expresión cultural sea admisible, la de los derechos humanos y libertades fundamentales. Y la tauromaquia, obviamente, no trasgrede esa línea roja. Tenemos los seres humanos, desde luego, una serie de deberes éticos con los animales, faltaría más. Y esos deberes los tenemos muy presentes en el mundo de la tauromaquia. Tenemos presentes esos deberes desde que los toros son cuidados en nuestras dehesas durante años, hasta que mueren en la plaza, en el marco de un rito centenario, rodeado de respeto y admiración. La corrida y las demás expresiones de la tauromaquia sostienen una visión integral de la vida. En una sociedad en la que la muerte se obvia y en ocasiones se oculta deliberadamente junto con la vejez, la enfermedad o el dolor, la fiesta de los toros enfrenta la muerte desde todos los planos. Este recordatorio de la muerte permite que el que participa en la fiesta de alguna manera se sienta más pegado a la vida.

Alejandro Talavante desplegando una manoletina

Los toros no son un espectáculo de muerte, sino de exaltación de lo que somos: confrontamos la muerte para sentirnos vivos. Esta es la realidad para millones de personas en todo el mundo. No pedimos que todos lo compartan. Pero sí exigimos que todo el mundo lo respete. Comprendo que sigue flotando una pregunta: ¿es necesaria la tauromaquia? Y yo respondo, ¿es necesaria la danza?, ¿podríamos haber avanzado como especie sin la pintura cubista o sin la música rock? Indudablemente, el mundo sería un lugar mucho más pobre. Como sería más pobre el mundo si no existiera la tauromaquia. Precisamente, para preservar la riqueza cultural del mundo, la Unesco aprobó en 2005 su Convención sobre la protección y la promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, aprobada para prevenir de los posibles censores de cualquier expresión cultural. La cultura ni se crea ni se destruye por decreto, sino que es el producto del tiempo, de la creación de unos y de la asunción por un pueblo de esas creaciones. La tauromaquia es el regalo cultural de España a la humanidad. Francia, Portugal, México, Ecuador, Venezuela, Colombia, Perú y España somos hoy guardianes de un exquisito patrimonio de todos, y somos todos responsables de su cuidado y de su traslación de generación en generación.

(Artículo de opinión escrito por Victorino Martín y publicado por el periódico “El Mundo” el martes 29 de enero de 2019)

Enrique Ponce ejecutando un arriesgado molinete

viernes, 25 de enero de 2019

Sobre la peligrosa situación en Venezuela


Juan Guaidó
(La Guaira, 1983)
Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela

EL GORILATO ROJO

El friso de generales que, como jamones ahumados pasados de siglo y desaconsejables para la salud, compareció ayer en Caracas para sostener a Maduro y mantener sus narcofortunas en el extranjero, dio al régimen de terror y miseria fundado por Chávez, patria y matria de “Podemos”, un toque estético definitivo. Los golpistas iberoamericanos a los que la izquierda ha llamado siempre «gorilas» son cisnes rubendarianos al lado de esta manada.

La cúpula militar venezolana con Vladimir Padrino al frente

Decorados con chatarra en hileras al soviético modo y bajo una luz amarillenta, como de morgue de Timisoara, muy adecuada a su función de generales-funerales, el gorilato chavista exhibía el ceño típico de matasiete tercermundista que nunca ha tenido enfrente un verdadero ejército, como Galtieri cuando tomó las Malvinas pensando que Londres estaba muy lejos. Y acaso lo peor: una prosa con el plúmbeo estilo de la profesorera podemita. En su jefe, Vladimir Padrino, o Lenin Corleone, se confiaba para desatascar el chavismo y ahora se le cree atrapado en una cuenta suiza o en la infinita videoteca habanera a lo Elena Ceaucescu, que tenía 3.000 vídeos de los invitados a la Rumanía comunista, grabados en sus disfrutes más íntimos. Pero cualquier esperanza de salida pacífica quedó aventada a corto plazo con el comunicado del gorilato narcomunista, que parece extraído de la tesis de “Errejón-tres-comidas-diarias”. El villano en su rincón, mudito él.

Juan Guaidó es la última esperanza de los venezolanos

Eso de que hay "una guerra híbrida contra Venezuela" es propio del Monedero de turno, como hablar de "una saturación significante cognitiva de inspiración plebeya, pero vocación transversal". Un peñazo, vamos. Ante el ejército brasileño, les caducaban los lexemas y se rendían anteayer. Pero la apuesta gorilesca por mantener la ilegitimidad como única legalidad deja a los países del entorno —casi toda América— a enfrentarse a una especie de imperio soviético reconstituido como cártel, con Putin de capo y Cuba de checa madre. Frente a ello, hay que empezar por congelar todos los fondos del régimen, privados y públicos. Y presionar sin descanso. Dejo aparte el cadáver de la Unión Europea y el papel decisivo en su indecisión de Falconetti (Pedro Sánchez), que llama a Guaidó para pedirle elecciones libres —como si estuviera en su mano—, pero no lo reconoce como presidente para convocarlas. Compararlo con las ratas sería insultarlas.

(Artículo de opinión escrito por Federico Jiménez Losantos y publicado por el periódico “El Mundo” el viernes 25 de enero de 2019)

Nicolás Maduro
(Caracas, 1962)
El presidente más nefasto en la historia de Venezuela

jueves, 24 de enero de 2019

Quieren ponerle puertas al campo



Taxistas de Barcelona taponando las calles


HUELGA CONTRA LOS CLIENTES


La libertad es «uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos», dice el Quijote, pero a pesar de ello sigue habiendo mucho Sancho Panza que le tiene miedo. En el mercado moderno, la libertad se llama competencia y comporta un riesgo del que los pancistas desconfían porque se sienten en inferioridad para medirse a campo abierto. El conflicto del taxi tiene que ver con ese recelo que atrapa a algunos sectores económicos acomodados en paradigmas de otro tiempo, en un proteccionismo regulador que los amparaba frente a la irrupción de factores inciertos. Con la particularidad de que se trata de un colectivo con gran capacidad de presión y fuerte conciencia de su poder de bloqueo. La prensa de papel o el comercio, por citar sólo unos ejemplos, sufren semejantes dificultades de adaptación a los nuevos modelos pero ni editores ni tenderos levantan barricadas para exigir el cierre de los periódicos digitales o de las grandes cadenas de establecimientos, como tampoco las antiguas compañías de bandera piden la limitación del low cost aéreo. Compiten como pueden modificando métodos, costes, servicios o precios.


Taxistas bloqueando el Paseo de la Castellana en Madrid

Una huelga contra los clientes es un disparate que los taxistas, en su desesperada huida hacia adelante, incrementan con una demostración de fuerza (bruta) en el secuestro de la calle. Esa conducta agresiva les enajena el favor de la opinión pública, los vuelve impopulares y le pone sordina a lo que tenga de justa su razón de parte. Quizá los más radicales confíen en que pueden intimidar a las autoridades, siempre temerosas ante situaciones de chantaje grupal en vísperas electorales. Y tienen motivos para pensarlo ante la forma clamorosa en que el Gabinete de Sánchez se inhibe de sus responsabilidades, incapaz de plantarse ante el discurso populista contra el malvado liberalismo de las multinacionales. El apocamiento gubernamental constituye una dejación de funciones flagrante porque se trata de un problema de ámbito nacional que no puede dejarse al albur del criterio variable de los gobiernos de las autonomías o de las ciudades. Y porque será el Estado el que tenga que hacer frente a las más que probables indemnizaciones que se deriven de la modificación unilateral de los marcos legales.


Un portavoz de los taxistas llamó guerra a esta huelga salvaje


Esa inacción va a desembocar en un atentado contra la libertad de empresa, en un monopolio de facto y en un caos normativo descabellado en el que cada comunidad o ayuntamiento establezca sus propios patrones reglamentarios. La laminación de las VTC, por la vía de la restricción de horarios o por cualquier otra fórmula, envía además un nocivo mensaje a los ciudadanos: el de que la coacción violenta sirven para expulsar a un competidor del mercado. La democracia de los consumidores saldrá malparada de estos días ingratos si triunfa la idea de que la algarada y el colapso son herramientas eficaces de resistencia al cambio.

(Artículo de opinión escrito por Ignacio Camacho y publicado por el periódico “ABC” el jueves 24 de enero de 2019)


Ignacio Camacho
(Marchena, Sevilla, 1957)
Periodista

lunes, 21 de enero de 2019

Porque todo tiene fecha de caducidad




Nabucodonosor II
(Babilonia, 630 a. C. - 562 a. C.)
Rey caldeo de Babilonia

MANE, TECEL, FARES

Siempre me ha sobrecogido la incapacidad de algunos hombres para interpretar los signos de los tiempos. Me recuerdan a Baltasar, aquel rey babilonio, hijo de Nabucodonosor, que un día, mientras banquetea en compañía de sus aduladores, contempla cómo una mano misteriosa escribe en el aire con letras de fuego: Mane, Tecel, Fares. Baltasar, incapaz de entender el significado de estas palabras, pregunta primero a los adivinos y astrólogos de su corte, que no le dicen más que paparruchas. Hasta que finalmente ordena venir al profeta Daniel, quien tras recriminar a Baltasar sus sacrilegios e idolatrías le explica el sentido de esas tres palabras misteriosas: «Lo que está escrito significa “Contado, Pesado, Dividido”. Contado, porque Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el final. Pesado, porque te ha pesado en la balanza y te falta peso. Dividido, porque tu reino ha sido dividido y entregado a medos y persas».


Karl Popper
(Viena, 1902 - Londres, 1994)
Filósofo y profesor

En la política española abundan los baltasares incapaces de entender el signo de los tiempos, incapaces de asumir que si desean escapar a la espiral fatídica del derrumbe tienen que abominar de ideas que han sido contadas, pesadas y divididas. Un ejemplo especialmente doloroso lo encarna Pablo Casado, que se afana por recuperar la confianza perdida de sus votantes... enarbolando estandartes fiambres o directamente dañinos. A la convención con la que pretende comandar el «rearme ideológico» del partido se ha llevado como invitado estelar a Mario Vargas Llosa, quien disertará sobre «La sociedad abierta y sus enemigos», que es exactamente el título de un viejo libro de Karl Popper. Aquel concepto de «sociedad abierta» postulado por Popper ha sido en nuestros días reelaborado por quien sin duda es su discípulo más devoto e influyente, el especulador financiero George Soros (quien no en vano ha elegido el marbete de "Open Society" para englobar todas sus fechorías).

George Soros
(Budapest, 1930)
Magnate, especulador financiero y filántropo


Hoy por hoy, la «sociedad abierta» es aquella que postula la «diversidad» étnica, cultural, religiosa y sexual; o sea, el zurriburri multicultural y el supermercado de derechos de bragueta que tanto convienen al Dinero, para destruir los vínculos de cohesión de los pueblos, erosionar sus tradiciones, expoliar las economías nacionales y ponerlas al servicio de la plutocracia transnacional. Nadie podrá decir, desde luego, que el discurso de Mario Vargas Llosa sea solapado o ladino: son constantes sus loas desmelenadas a esa revolución neoliberal que para triunfar necesita -en palabras de Walter Lippman, uno de sus principales ideólogos- «una ingeniería que debe extenderse a todo el orden social por entero»; y, en plena congruencia con este postulado, siempre se ha mostrado un rapsoda ferviente de lo que la derecha neocón y el catolicismo pompier denominan, en plan conspiranoico y panoli, «marxismo cultural»; y que no es otra cosa sino liberalismo radical y sin complejos.

Walter Lippmann
(Nueva York, 1889 - 1974)
Periodista, intelectual, comentarista político y filósofo


A esta faceta de paladín entusiasta de la «sociedad abierta» (que, en realidad, es una disociedad que convierte a los pueblos en papilla amorfa e inerme) suma Vargas Llosa un patriotismo muy rarito que alterna proteicamente las soflamas antiseparatistas con el offshoring panameño y el escamoteo fiscal. Si Pablo Casado fuera capaz de interpretar los signos de los tiempos, se daría cuenta de que las ideas de Vargas Llosa -que tal vez engatusen a sus votantes más ingenuos- son las mismas ideas dañinas que postulan Soros y compañeros mártires. Pero Pablo Casado carece de ese don; y por eso, pese a todos sus esfuerzos, pierde votos, mientras una mano misteriosa escribe con letras de fuego: Mane, Tecel, Fares. En lugar de banquetear con Vargas Llosa, haría bien en escuchar al profeta Daniel.

(Artículo de opinión escrito por Juan Manuel de Prada
y publicado por el periódico “ABC” el sábado 19 de enero de 2019)

Juan Manuel de Prada
(Baracaldo, Vizcaya, 1970)
Escritor, crítico literario y articulista

viernes, 18 de enero de 2019

Sobre el maquiavélico progresismo


Donald Trump
(Nueva York, 1946)
Presidente de los Estados Unidos de América

LA CONSPIRACIÓN “PROGRE”

Resulta que es cierto. "The deep state" (el estado profundo), ese aparato de poder sumergido y parainstitucional, funciona a plena máquina en conspiraciones contra el presidente Donald Trump. Pero además, en su precipitación y su obsesión hostil hacia su objetivo, esa organización clandestina del anti-trumpismo amenaza con dejar en ridículo a las principales instituciones federales de seguridad. Y crear una cuña inmensa de desconfianza entre la nación norteamericana y órganos vitales del Estado. Como muchos sospechaban y el afectado había denunciado, fuerzas de ese «estado paralelo» intentan acabar con la presidencia de Trump antes de las nuevas elecciones. Como en dos años de frenética investigación no han logrado nada que pueda seriamente garantizar ese «impeachment» soñado, optaron por la vía de la creatividad. Y han cruzado muchas líneas rojas. Cuando el «NYT», ya ridículo órgano del frente anti- Trump, anunció hace días una investigación del FBI contra él como espía ruso, pretendía una acusación directa. El tiro, otra vez por la culata. Los acusados serán quienes en el FBI urdieron sin base esa operación tras el despido de su jefe James Comey, otro desleal miembro de esta conspiración.

James Comey
(Nueva York, 1960)
Abogado y ex-director del FBI

Al final los conspiradores han actuado con tanta virulencia por su frustración y odio a Trump que se han traicionado. Y quedan ahora en dramática evidencia. El submarino que quiere hundir al presidente, con su tropa de funcionarios saboteadores, medios intoxicadores, analistas desleales, personajes con dobles agendas y políticos cómplices, se ha visto obligado a subir rápidamente a la superficie. Y al final, por medio de quienes son a un tiempo aliados y miembros de ese aparato en las sombras (la llamada «prensa progresista» que es mainstream, es decir, mayoritaria a base de ser la más cercana al poder económico y cultural), han querido denunciar al presidente en otra guerra vacua y quedarán denunciados ellos.

Sede de la Escuela de Frankfurt inaugurada en 1923 

Son esas élites, dentro y fuera del aparato de la administración, que se consideran defensoras del Estado más allá de las reglas propias del Estado democrático. Y que entienden que representan los intereses del Estado, por cauces no regulares ni públicos, más genuinamente que quienes ejercen poder con mandato popular y cauces legales, democráticos e institucionales. Dirigen una guerra contra Trump como contra nadie en la política norteamericana en siglo y medio. Sin éxito de momento. Desde aquel 9 de noviembre en que comprobaron estupefactas y fuera de sí que su candidata Hillary Clinton —declarada presidenta con la portada de la revista «Time» ya impresa— era derrotada por el incontrolable y tan despreciado rubio de Queens.

Hillary Clinton
(Chicago, 1947)
Política y diplomática

Son las elites académicas de EE.UU. que desde hace medio siglo salen de las universidades intoxicadas por la Escuela de Fráncfort para servir en la administración, las finanzas, la política, los medios y las instituciones con la idea de utilizar a la población para sus juegos intelectuales. Detestan la brutalidad de Mao, Stalin o Hitler, pero consideran como ellos a la población una masa de seres moldeables e intercambiables entre sí. No soportan la idea de que la nación no les obedezca a ellos, los listos, cultos, sofisticados y finos, pese al coloso rodillo que pasa una y otra vez sobre las cabezas de los votantes. Lo mismo pasa en otros países en los que la nación se niega a obedecer a esas elites progresistas que pretenden que la población se someta a sus programas ideológicos de transformación neomarxista y que pierdan su identidad, su nación, sus referencias, creencias y valores para ser más fácilmente manipulables, más sumisos y más baratos para esa aristocracia progresista.

(Artículo de opinión escrito por Hermann Tertsch
y publicado por el periódico “ABC” el martes 15 de enero de 2019)


Hermann Tertsch
(Madrid, 1958)
Periodista

lunes, 14 de enero de 2019

Porque antes que nada somos personas


Esto es lo que entiende el feminazismo radical
por concordia y lucha por no incitar al odio genérico

FEMINISMO DE SECTA

No se alcanza la igualdad desde la discriminación; es una contradicción «in terminis». Tampoco son buenos puntos de partida el miedo, la desconfianza y la sensación de superioridad o inferioridad. La perspectiva de género se empeña en destruir la evidencia de que cada persona, independientemente de su sexo, es única en su complejidad, soberana e irrepetible. De ahí que resulte insultante ese feminismo de secta empeñado en meternos a todas en un mismo saco, atribuirnos una ideología consustancial a nuestra condición femenina y convertirnos en marionetas al servicio de una causa perfectamente definida: la de la izquierda que se autodenomina «progresista» cuando los hechos demuestran que solo sus dirigentes progresan bajo su gobierno. Conmigo que no cuenten. Me niego rotundamente a dejarme utilizar.

¡Oh, cuánta cortesía, educación y clemencia en esta pancarta feminazi!

Yo ejercía de feminista, en el sentido literal de la palabra, cuando Irene Montero no era ni un proyecto en la mente de sus padres. Escogí un oficio eminentemente masculino entonces, en una especialidad, el periodismo político de prensa diaria, en el que esa prevalencia se traducía en condiciones laborales prácticamente incompatibles con la conciliación familiar. A diferencia de la lideresa podemita, crie a mis hijos con dos meses escasos de baja y nulas ayudas a la maternidad. Mi generación trabajó muy duro para conseguir los derechos que ella ha disfrutado, exigir oportunidades, demostrar capacidad y desmontar incontables prejuicios arraigados en la sociedad, después de que la anterior hubiera logrado, con la participación activa de muchos hombres, derribar los obstáculos legales que impedían a las mujeres ser dueñas de su destino en España. Guárdense por tanto sus lecciones Adriana Lastra, Carmen Calvo, Teresa Rodríguez y demás sacerdotisas de la nueva religión que nos trata como a seres desvalidos, necesitados de tutela y ventajas. Basta ya de usurpar la representación de un colectivo que engloba a la mitad de la humanidad. Yo no comulgo con sus dictados ni acepto sus dogmas. No se atrevan a hablar en mi nombre. No me incluyan en su lista.

Rita Maestre
(Madrid, 1988)
Política, concejala y activista podemita que quitándose parte de la ropa asaltó la capilla de la Universidad Complutense el 10 de marzo de 2011 interrumpiendo una misa al grito de : "Sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios!", "¡Arderéis como en el 36!", "¡Poder clitoriano contra el Vaticano!", "¡Menos rosarios y más bolas chinas!", "¡Vamos a quemar la Conferencia Episcopal!" o "¡El Papa no nos deja comer las almejas!", toda una loa a la convivencia democrática y el respeto a la no discriminación por credo religioso

La palabra de un varón no puede valer más que la de una mujer, ni tampoco menos, como ocurre en las denuncias por violencia de género. Esa presunción contraviene un principio esencial de la democracia y en nada contribuye a combatir ese delito. A las mujeres no «nos» matan ni «nos» violan por ser mujeres, tal como postula el discurso oficial de esas gurús, entre otras razones porque la inmensa mayoría los hombres no va por ahí violando o matando a nadie. Algunas mujeres, afortunadamente muy pocas en nuestro país si lo comparamos con otros vecinos, son víctimas de esos crímenes, porque algunos hombres, los menos, son criminales cuyo lugar está o debería estar en la cárcel, de por vida en el caso de los multirreincidentes. De por vida, sí, digan lo que digan las mismas voces biempensantes que se atribuyen en exclusiva la defensa de esas víctimas. Condición femenina y anticapitalismo o socialismo son conceptos que nada tienen que ver entre sí. Magnitudes de ámbitos distintos. Las mujeres no tenemos un derecho sacrosanto al aborto, porque en el acto de abortar hay dos vidas implicadas y dos derechos contrapuestos: los de la madre y los del hijo, por no mencionar los del padre, paradójicamente librado de cualquier responsabilidad. Ignorar esta realidad es falaz y deshonesto. Identificar feminismo y aborto, como dos caras de una misma moneda, denota, una vez más, una falta de respeto absoluta a los valores y creencias de millones de mujeres tan consagradas como la que más a la lucha por conseguir la plena y total igualdad. Cada mujer es un mundo. No dejemos que nos conviertan en peones de sus políticas.

(Artículo de opinión escrito por Isabel San Sebastián
y publicado por el periódico "ABC" el lunes 14 de enero de 2019)


Isabel San Sebastián
(Santiago de Chile, 1959)
Periodista y escritora

jueves, 10 de enero de 2019

La quintaesencia del rock and roll




GLORIA'S EYES

I was your big man,
I was your prince charming,
king on a white horse.
Hey! Now look how far I've fallen.
I tried to trick you, yeah,
but, baby, you got wise.


You cut me, cut me right down to size.
Now I'm just a fool in Gloria's eyes.

Swore I'd get you back,
I was so sure, I'd get you back life,
I done so many times before
a little sweet talk to cover
over all of the lies.
You came running back
but to my surprise, well, there was
something gone in Gloria's eyes.





Well, in the dark, when it was
just me and you I asked the question
that I knew the answer to:
is that a smile my little dolly on the shelf?
Tell me: is that a smile
or is it something else?

Now I work hard
to prove my love is true.
Now I work hard
and I bring it on home to you.
At night I pray silently as you lie.
Some day my love again will rise
like a shining torch in Gloria's eyes.
I was your big man,
I was your prince charming,
king on a white horse,
now look how far I've fallen.



(Canción compuesta e interpretada por Bruce Springsteen
en el álbum "Humnan touch" publicado en 1992)



Una obra cumbre de la música rock publicada en 1992

LOS OJOS DE GLORIA

Yo era tu gran hombre, tu príncipe azul,
un rey sobre un corcel blanco.
Ahora mira qué bajo he caído.
Intenté engañarte,
pero te volviste sabia.
 Me moldeaste a tu medida
 y ahora solo soy un tonto
en los ojos de Gloria.

Juré que te recobraría, de eso estaba seguro,
y que todo volvería a ser como antes
como lo hice tantas veces atrás
con una dulce retórica
encubriendo mis mentiras.
Volviste aprisa pero, para mi sorpresa,
había algo que se había ido
en los ojos de Gloria.

Bueno, en la oscuridad,
cuando nos encontrábamos solos tú y yo,
te hice la pregunta de la que presuponía
la respuesta: ¿Es ésa la sonrisa
protectora de mi pequeña?
 Dime: ¿es simplemente una sonrisa
 o es algo más? Ahora trabajo duro
para demostrarte que mi amor es verdadero.




Ahora trabajo sin descanso
para llevarte el sueldo a casa.
 Por las noches rezo
mientras duermes en silencio.
 Algún día mi amor volverá a erigirse
 como una antorcha llameante
y en los ojos de Gloria
lo veré reflejarse.

Yo era un gigante,
el príncipe de un cuento de hadas,
el rey sobre un pegaso blanco
y ahora mira cómo estoy hundido
en una debacle.

(Traducción de Andrés González Déniz)



Bruce Springsteen
(Long Branch, Nueva Jersey, 1949)
El mayor genio en la historia del rock