Francisco Nicolás Gómez Iglesias junto al que fuera presidente de los empresarios madrileños Arturo Fernández Álvarez (Madrid, 1945)
LA ESPAÑA DEL PEQUEÑO NICOLÁS
Ni Fran Nicolás ha inventado la
picaresca ni su fallida estafa resulta digna de tal consideración, dado el
escenario de corrupción a gran escala en el que se enmarca. Tampoco parece que
este muchacho sea plenamente responsable de sus actos y pueda controlar los
delirios megalomaníacos y mitómanos que le llevaban a colarse en cualquier
evento susceptible de ponerle a tiro un rostro habitual en los telediarios a
fin de fotografiarse junto a él. El caso del pequeño Nicolás no llama la
atención por sí mismo. Lo realmente fascinante de la historia es que retrata a
la perfección la esencia política de esta España venida a menos; el punto débil
del sistema que nos ha colocado donde estamos, en manos de gente cuya
característica principal no es la preparación sobresaliente, el talento innato
o el esfuerzo sostenido a lo largo del tiempo, sino un atributo que Fran llegó
a bordar siendo apenas un adolescente: la capacidad para regalar oídos a base
de palabrería hueca. No imagino a este niñato trepando
en el escalafón de una empresa privada cualquiera o siendo sentado a la mesa
presidencial en un encuentro de científicos.
Aquí vemos al estafador Fran Nicolás junto al aristocrático ex ministro de agricultura Miguel Arias Cañete (Madrid, 1950)
El señorito Gómez Iglesias tocó
con los dedos la gloria adulando a las personas adecuadas en los momentos y
lugares oportunos, no sé si de forma intuitiva o porque entendió que así era
como funcionaba las cosas en esa burbuja endogámica que son los partidos
políticos. Su ámbito de actuación fue el PP, pero podría haber sido el PSOE u
otra formación. Todas reclutan chavales entre los cuales algunos idealistas
albergan sueños de cambio real, ansias de servir a su país y sus conciudadanos
trabajando por una sociedad mejor, mientras que otros más «pragmáticos» buscan
servirse la política como atajo para colmar altas ambiciones sin necesidad de
trabajarse demasiado el currículum. Los idealistas suelen ser marginados a las
primeras de cambio, especialmente si destacan hasta el punto de hacer sombra a
los de arriba. Los pragmáticos llegan más o menos lejos, más o menos rápido,
dependiendo de su disposición a obedecer ciegamente las órdenes recibidas, no
cuestionar la autoridad, alejar de sus mentes cualquier atisbo de pensamiento
independiente, empezando por los principios, y aprender rápido a conspirar, a
moverse entre bambalinas y arrimarse al sol que más caliente. Recuerdo que hace unos años
participaba yo en la fiesta de Sant Jordi en Barcelona, donde había quedado a
comer con una amiga militante del PP.
Fran Nicolás con la alcaldesa madrileña Ana Botella (Madrid, 1954)
Poco antes de la hora convenida me envió
un mensaje para cancelar la cita, aduciendo que la esposa de un importante
dirigente del partido firmaba ejemplares de su libro y se había ordenado a la
militancia asegurarse de que tuviera en todo momento una larga cola de
solicitantes. No me sorprendió el hecho en sí, sino que tuviera que ir ella, ya
que ése es el tipo de funciones que suelen asignarse a los retoños: llenar los
tiros de cámara en los mítines, porque en nuestra cultura efebocrática la
juventud queda mejor arropando al líder que la gente de cierta edad; actuar en
las redes sociales difundiendo consignas; ocupar los puestos vacíos en las
conferencias y demás encuentros protagonizados por figuras incapaces de atraer
por sí mismas; acudir a las tertulias de televisión, previa selección de los
más agraciados físicamente
De haber perseverado en su
carrera y no haber intentado lucrarse de forma tan impaciente y descarada, el
pequeño Nicolás habría podido llegar lejos en política, al margen de las siglas
que abrazara. Por eso urge abrir las ventanas, airear el sistema por dentro y
recuperar la sensatez a la hora de juzgar méritos. Devolverle el alma a la
democracia.
(Artículo de opinión escrito por Isabel San Sebastián
y publicado en el diario “ABC” el lunes 20 de octubre de
2014)
Isabel San Sebastián Cabasés
(Santiago de Chile, 1959)
Periodista y escritora
ESTRUCTURA Y RESUMEN
1. Tipo de estructura:
Inductiva,
sintetizante o sintética, pues la tesis o idea principal se expone al final derivándose o deduciéndose de todo lo anterior.
2. Resumen:
En España el paradigma de la
cultura del “no esfuerzo” viene a encarnarlo un joven, Fran Nicolás, que ha
logrado incrustarse en las altas esferas políticas usurpando funciones que no
le corresponden. Su caso demuestra cómo en nuestro país la apariencia está muy por
encima de la sustancia. Este veinteañero viene a ser el Lazarillo de Tormes del siglo
XXI. La picaresca de su embaucador modus operandi consistía en falsificar el currículum y adular
a personajes poderosos empleando una huera y fatua oratoria. De no cegarle la
codicia, podía haber llegado muy lejos. Su caso demuestra la urgente necesidad
de una regeneración democrática en nuestro entorno.
El salto a la fama de Fran Nicolás le ha hecho objeto
de todo tipo de fotomontajes burlescos en las redes sociales
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