miércoles, 6 de abril de 2011

De sinvergüenzas que quieren pasar por sabios


LA DEGRADACIÓN BAJO LOS MANDATOS DEL PSOE

Sabían lo que hacían cuando legislaron para convertir a los docentes en marionetas zarandeadas por los alumnos en las aulas. No les importó, porque a conciencia lo planificaron. Ése era su objetivo a corto plazo. Vinieron después a decirnos qué estrategias establecer para poder manejarnos ante tamaño desbarajuste como el que provocaron.


Pasaron luego a designar los directores a dedo con el subterfugio de un proyecto preparado de antemano. La causa era mantener las riendas del daño consumado y enmudecer a los damnificados, consiguiendo así un control férreo del desastre, tapando las bocas críticas y disfrazando lo que habían hecho de cara a la galería de la opinión pública, aunque en el fondo les importan un bledo las masas.


Su sentido de la democracia era ése: manipulación encubierta, dictadura subterránea, retórica vacía, pedabobería voluntarista y vigesimonónica, degradación palpable y normalidad abstracta. Igual que ante cada crimen de género, su conciencia se calma ofreciéndonos un número de teléfono de la policía que supone un parche para intentar contener la hemorragia de la violencia y la injusticia previamente incubadas.


No conocen remedios, sólo originan desequilibrios, privilegios para sí mismos y problemas para los otros. Éste es el mundo de los malvados que quieren hacerse pasar por corderos sin pecado. La podrida política de la izquierda en el poder, a la que le encanta mostrar sus hipotéticos avances en el escaparate de los medios de comunicación, controlados por financieros y amiguetes afines, con tal de ocultar del modo más rápido posible cómo apestan sus sótanos repletos de corrupciones.


Estamos dirigidos por gentes con un perfil revanchista y delictivo que ha reemplazado el sentido de la excelencia, el esfuerzo, la sabiduría y el sentido común, por la mentira de las interpretaciones sesgadas, los datos que les convienen, las poses mediáticas y las frías estadísticas. Gobernantes socialistas que no admiten ninguna crítica, aunque presuman de tolerancia absoluta. Son los dogmáticos del pensamiento único, el suyo, porque es el que imponen desde arriba y patalea y trágatelo. Vivimos bajo el yugo de los doctrinarios de la progresía. Y como no tienen Dios, espero que a todos se los lleve el diablo algún día.

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