LA
VIOLENCIA ESCOLAR
El cine americano ha
tratado muchas veces el maltrato a los docentes, describiendo con tintes
sombríos esas escuelas multirraciales en barrios deprimidos donde el profesor
es sistemáticamente agredido por pandilleros desmotivados que hacen de las
aulas su hábitat de protesta y desarraigo.
Podemos creer que eso es
cosa de otros y que nunca iba a llegar aquí. Pero lo cierto es que el fenómeno
ha irrumpido entre nosotros de una manera preocupante. Según datos del
catedrático Javier Urra, quince de cada cien profesores de secundaria han sido
agredidos físicamente alguna vez y un 73% verbalmente, y son muchos los que
manifiestan sentir miedo al entrar en clase. De ahí que el 80% reclame
instrumentos para ejercer más y mejor la autoridad docente. Lo cierto es que
hasta ahora el profesor carece de medios para luchar contra unos alumnos que no
le dejan dar la clase y no permiten a sus compañeros estudiar y aprender en
condiciones. El resultado es ese estrés permanente de muchos docentes y su deseo
de salir cuanto antes del sistema.
Por ello propuestas como
las de la Comunidad de Madrid de conferir a los profesores la condición de
«autoridad pública» deben ser bienvenidas. Pero esa deseable medida no lo va a
resolver todo. Resulta muy turbador que más del 60% de los profesores
consideren que la indisciplina de los alumnos en las clases está directamente
relacionada con una excesiva permisividad en el hogar familiar. Educar a los
hijos exige oficio y tiempo y los padres que trabajan no siempre lo tienen.
Pero esa situación no justifica que se comporten como abogados defensores de
sus hijos. Deberían actuar más veces como fiscales ante comportamientos
desviados de lo razonable. Así que bien estará la ley, pero no servirá de mucho
sin una mayor implicación de los padres en el proceso educativo.
Rafael Puyol, “ABC”, (sábado, 19-09-2009)
Rafael Puyol Antolín
(Gijón, 1945)
Catedrático de Geografía Humana en la Universidad Complutense
COMENTARIO
1. JUSTIFICACIÓN DE LA TIPOLOGÍA TEXTUAL:
Nos encontramos ante un texto
periodístico recogido en la prensa
generalista de ámbito estatal, concretamente el diario “ABC”, que podemos situar dentro del subgénero del artículo de
opinión, ya que el autor, Rafael Puyol, expresa su punto de vista ante un tema
de actualidad que se nos hace patente ya en el título: “La violencia escolar”.
Al ser un artículo de opinión, responderá a una estructura propia del texto expositivo-argumentativo porque, como
veremos, nos informará de una realidad sobre la que el autor ofrecerá una
valoración a través de una serie de argumentos con los que tratará de persuadir
al lector para que éste simpatice con su postura.
2. FUNCIONES DEL LENGUAJE:
Rafael Puyol muestra una intención
subjetiva con el evidente deseo, como ya hemos mencionado, de convencer o
persuadir al lector, unida a un interés divulgativo. Así pues, por este interés
comunicativo y por su propia tipología
textual, las funciones predominantes
serán la representativa o referencial (con la que nos informará de manera
objetiva de una realidad presente: “quince de cada cien profesores…”), unida a
la función apelativa o conativa (con la que tratará de atraer la atención del
lector: “podemos creer […] ha irrumpido entre nosotros…”), para emplear, por
último, la función expresiva o emotiva (con el ánimo de cargar su discurso de
argumentos y razonamientos particulares: “…deben ser bienvenidas. Pero esa
deseable medida…”).
Por tanto, podemos decir que ese interés
divulgativo, al que hacíamos alusión, hará que este artículo vaya dirigido a un
receptor muy amplio, los lectores en
general, aunque pueda tener especial interés para aquellos que compartan el
ámbito de la educación (como pueden ser autoridades educativas, profesores,
padres o alumnos). Utilizando un canal escrito sobre un soporte de papel, el
periódico, y empleando un código (el idioma español) compartido por el emisor y
sus lectores, el autor nos hace llegar su mensaje.
3. TEMA, TESIS Y ESTRUCTURA:
El tema, como anteriormente hemos
indicado, se recoge claramente en el título: la violencia escolar, lo que desde
el inicio facilita la unidad del texto y su coherencia.
Sobre este asunto de la violencia escolar
Rafael Puyol parte de unos hechos concretos (analogía con otros países, datos y
ejemplos) para justificar su tesis, que encontraremos al concluir el último
párrafo, introducida por un marcador textual consecutivo que adquiere un valor
conclusivo: “Así que bien estará la ley, pero no servirá de mucho sin una mayor implicación de los padres en el
proceso educativo”, señalando a la familia como instrumento central para paliar
este problema.
El autor, al situar la tesis al final,
está recurriendo a una estructura inductiva. En cuanto a la coherencia
estructural del texto, se observan tres
partes que responden a la organización textual (estructura clásica o lineal) más
frecuente en los textos expositivo-argumentativos y que favorecen la progresión
temática: una introducción, que abarcaría el primer párrafo y el comienzo del
segundo, en la que se destaca la importancia y extensión del problema; un
cuerpo argumental o desarrollo donde,
por medio de razonamientos de diferente tipo, el autor va perfilando su punto de vista sobre el
tema; y una conclusión, planteada en la última oración del texto en la que el
emisor sintetiza su opinión a modo de tesis.
Esta organización no se corresponde con
la estructura externa o presentación formal del texto, que se distribuye en
tres párrafos. Destaca su sencillez gramatical, semántica y estructural, logrando que las ideas sean
percibidas por los lectores sin dificultad, al utilizar un registro o nivel de
lenguaje estándar que respeta la adecuación textual.
4. RESUMEN:
Rafael Puyol, lejos de situar la
violencia en las aulas tan sólo en las pantallas de los cines, y tras aportar
datos que así lo corroboran; manifiesta la necesidad de dotar al profesor de una
mayor consideración ante el auge de la indisciplina y episodios violentos
protagonizados por los alumnos, de modo que la figura del docente se reconozca
como autoridad pública, como así lo propone la Comunidad de Madrid. Sin
embargo, esta medida debe ir complementada con una mayor implicación de los
padres en la educación responsable de sus hijos.
5. IMPORTANCIA Y ACTUALIDAD DEL TEMA:
Es éste un tema de absoluta actualidad y
vigencia, a pesar de estar fechado hace unos años, pues son numerosas las
noticias que a diario aparecen en los medios haciéndose eco de situaciones
alarmantes en las aulas: agresiones a directores y profesores, reacciones políticas y sociales, fracaso
escolar; pero también por otros acontecimientos directamente vinculados, como
la violencia juvenil, los botellones o las agresiones de hijos a padres que en
parte son secuelas del síndrome del “niño emperador” o sobreprotegido y mimado.
6. TIPOS DE ARGUMENTOS:
En la argumentación de su tesis, el autor
parte de una analogía o comparación al relacionar lo que está sucediendo con lo
acontecido en otros países (hecho ya recogido
en el cine norteamericano), valorando el carácter inevitable del problema. Para
mostrar la gravedad y extensión de la violencia escolar en nuestro país utiliza
un argumento de autoridad basado en las cifras aportadas por un catedrático.
Esto le lleva a emplear un argumento de conocimiento general (la ausencia de
medios para el profesor) que acarrea sus consecuencias: la
desmotivación y el deseo de abandono por
parte del profesorado.
La propuesta de la Comunidad de Madrid
aporta un argumento de ejemplificación que le permite completar su tesis por
medio de un argumento basado en datos científicos que muestran la necesidad de
afrontar otro aspecto: el papel de la familia. Por último, admite un hecho (la
falta de tiempo y dedicación de los padres) para acto seguido contra-argumentar
o refutar señalando a la responsabilidad ineludible de los progenitores.
7. ANÁLISIS DE LOS RECURSOS LINGÜÍSTICOS: COHERENCIA Y COHESIÓN.
Tres son los niveles que aportan cohesión
y unidad al texto, facilitando a la vez solidez y progresión temática al mismo.
A) En el nivel morfosintáctico
destaca el empleo de sustantivos acompañados de adjetivos valorativos que aportan subjetividad: “manera
preocupante, deseable medida, excesiva permisividad”. Esta subjetividad la
podemos observar en el empleo de la primera persona del plural en el comienzo
del segundo párrafo: “Podemos creer […] entre nosotros”, implicando al lector en
el inicio del desarrollo argumental. Si bien en el resto del texto se utiliza
la tercera persona: “el profesor carece, el resultado es”, aportando una
sensación de alejamiento o aparente objetividad del autor, actuando
frecuentemente como sujetos los implicados en el problema: profesores y padres.
Otro uso verbal destacable es el empleo puntual de valores imperativos, propio
del carácter argumentativo (función apelativa) del texto: “deben ser
bienvenidas, deberían actuar…”. También es propio de este tipo de textos la
aparición de los verbos conjugados en presente del modo indicativo (“podemos,
manifiestan, carece…”) para referirse a la situación actual, mientras que al
final del texto utiliza el futuro (“será, servirá”) para avanzar deseos o posibles
consecuencias.
Como conclusión lógica de lo apuntado
anteriormente, la modalidad oracional utilizada es la enunciativa (“El cine
americano ha tratado…”), con la ausencia de otros recursos lingüísticos que podrían
reforzar el carácter subjetivo del texto (interrogaciones retóricas,
expresiones desiderativas o dubitativas, etc.). Esta modalidad oracional
aparece normalmente en oraciones compuestas subordinadas, como por ejemplo en
“el profesor es agredido por pandilleros que hacen de las aulas…”
Los elementos deícticos apoyan la
cohesión del texto evitando la utilización de términos reiterativos “iba a
llegar aquí, son muchos los que, no le dejan…”, al igual
que sucede con la elipsis “( ) se comporten, ( ) deberían actuar”.
B) En el nivel léxico-semántico resalta
el empleo de términos relacionados con los dos campos asociativos que
configuran el tema y dan unidad al texto en torno a la violencia (“maltrato,
agredido, pandilleros, miedo, autoridad, indisciplina…”), y la escuela (“docentes,
profesor, aula, secundaria, clase, estudiar, aprender…”). Entre estos últimos
encontramos ejemplos de sinonimia (docentes=profesor, aula=clase) y antonimia (“profesor/alumno”),
además de elementos pertenecientes a una familia léxica (“profesor,
profesorado…”). El léxico está utilizado de modo denotativo, sin presencia de
tecnicismos, cultismos o valores connotativos, ni tampoco observamos ninguna
figura literaria destacable, lo que favorece su carácter divulgativo.
C) En el nivel textual debemos
resaltar la repetición de marcadores con valor de contraste u oposición (“pero
esa deseable …”, ” pero lo cierto es que el fenómeno ha irrumpido…”, ”pero esa
situación no justifica…”). Este recurso favorece el desarrollo argumental, y
con ello la cohesión textual, al contraponer ideas y resaltar las que interesan
al autor. También hay que destacar los marcadores textuales con valor
consecutivo (“de ahí que…”, “por ello…”, “así que…”. Este último aporta también
un valor conclusivo o de cierre al texto).
8. OPINIÓN PERSONAL. POSICIONAMIENTO CRÍTICO:
Una vez más se busca la culpa en el
exterior del sistema académico, que la hay, pero no toda es entera responsabilidad de unos
padres dimisionarios, relajados, sobreprotectores o excesivamente permisivos. Hay
una responsabilidad y un deber moral en las autoridades administrativas que no
han querido legislar unos reglamentos de régimen interno en los centros para
que se respete al profesor y a los alumnos y brille la disciplina. No, en aras
de una supuesta fe en la bondad innata del ser humano cuyas raíces cabría
rastrear en el concepto del “buen salvaje” rousseauniano, los distintos
ministros de Educación, Cultura y Deportes han dejado pasar la oportunidad de
fortalecer la autoridad de los docentes. Algo similar a lo ocurrido con la
defenestración de la llamada “doctrina Parot” por el Tribunal de Derechos Humanos
de Estrasburgo, pues si se hubiera dictaminado en España una ley que penara los
crímenes con la cadena perpetua revisable, hoy no estaríamos asistiendo a la
puesta en libertad de asesinos con varios homicidios a sus espaldas por culpa de
un parche legislativo de acumulación de penas que resultó ser inadecuado.
En el sector de la Educación hemos
asistido y todavía asistimos a huelgas por motivos variopintos: solicitud de
aumentos de sueldo, protesta contra los recortes presupuestarios, rechazo al aumento
en la nota de corte para entrar en determinadas facultades u obtener becas, etc.,
pero nunca se reclama la celeridad en el procedimiento para expulsar a un
alumno que perturba y no deja trabajar en el aula. Cabe deducir que las
autoridades buscan la docilidad del electorado promoviendo el analfabetismo
funcional de los ciudadanos al mismo tiempo que camuflándolo, para cuyo fin actúan
demagógicamente poniéndose del lado de los que no estudian y disminuyendo el
poder del profesor.
El profundo fracaso a que ha conducido esta política en términos
académicos (como recogen una y otra vez los informes PISA) tal vez haya sido un
éxito político para los gobiernos de izquierda que han disfrutado presionando a
los maestros con exigencias de trámites burocráticos interminables, criterios
de evaluación exhaustivos, programaciones idílicas y todo tipo de informes
pedagógicos. Lamentablemente, quienes así actúan a modo de comisarios políticos
lo único que han logrado es enrarecer el ambiente escolar y deteriorarlo. Algo
que además han hecho poniéndose una venda en los ojos frente a la oleada de
barbarie que nos inunda y dándole alas a la mediocridad y a la mezquindad de
miras de muchos adolescentes disruptivos y padres consentidores, cuando no
alentadores, de los actos vandálicos perpetrados por sus hijos.
Debería
regresar la sensatez a los centros de enseñanza y considerar al adulto, que es
el profesor, una autoridad indiscutible para expedientar por la vía rápida al
joven inmaduro e irresponsable que dilapida los recursos (pagados por los
ciudadanos con sus impuestos) comportándose de manera violenta en clase. No
como ahora, en que se ha llegado a la perversión de considerar que el enseñante
debe aguantar todo y ser torturado sin poder echar del aula a nadie, culpándole
además de ser el responsable de la situación por no saber motivar a los alumnos
malcriados y perturbadores.
9. CONCLUSIÓN Y CIERRE TEXTUAL:
En España, mientras la violencia campa
por sus anchas en los institutos por toda la geografía patria, en ocasiones los
gobiernos han tenido el detalle de regodearse programando en cadenas públicas
de televisión películas que reflejan la situación escolar de los niños en el
siglo XIX, con profesores rígidos empuñando una vara de madera para castigar a
los pobres, inocentes y desvalidos infantes. Esta férrea disciplina británica constituye
de por sí un extremo indeseable que ya no existe en ninguna parte, como no sea
en un régimen comunista al estilo de Corea del Norte, y ni así. Ahora bien, el
polo opuesto de las vejaciones al profesor tampoco debería permitirse porque los extremos,
ya se sabe, se tocan hasta llegar a confundirse.
En cuanto a la desestructuración en los
hogares o lo que respecta a los procedimientos de progenitores desencaminados, nuestros
docentes no pueden entrometerse ni tienen capacidad para enderezar rumbos
torcidos o dejaciones familiares. Largo nos lo fía el señor Puyol si pospone la
solución de la violencia escolar a que adquieran buen criterio los padres,
cuando muchos de ellos transmiten falta de respeto y consideración hacia los
profesores, producto tal vez de sus propias frustraciones infantiles y de la
envidia que les provoca la sempiterna cantinela del exceso de vacaciones.
Hoy abundan los padres tiranizados por sus retoños
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