viernes, 25 de octubre de 2013

Comentario del texto "La violencia escolar"

 
LA VIOLENCIA ESCOLAR
 
El cine americano ha tratado muchas veces el maltrato a los docentes, describiendo con tintes sombríos esas escuelas multirraciales en barrios deprimidos donde el profesor es sistemáticamente agredido por pandilleros desmotivados que hacen de las aulas su hábitat de protesta y desarraigo.
 
Podemos creer que eso es cosa de otros y que nunca iba a llegar aquí. Pero lo cierto es que el fenómeno ha irrumpido entre nosotros de una manera preocupante. Según datos del catedrático Javier Urra, quince de cada cien profesores de secundaria han sido agredidos físicamente alguna vez y un 73% verbalmente, y son muchos los que manifiestan sentir miedo al entrar en clase. De ahí que el 80% reclame instrumentos para ejercer más y mejor la autoridad docente. Lo cierto es que hasta ahora el profesor carece de medios para luchar contra unos alumnos que no le dejan dar la clase y no permiten a sus compañeros estudiar y aprender en condiciones. El resultado es ese estrés permanente de muchos docentes y su deseo de salir cuanto antes del sistema.
 
Por ello propuestas como las de la Comunidad de Madrid de conferir a los profesores la condición de «autoridad pública» deben ser bienvenidas. Pero esa deseable medida no lo va a resolver todo. Resulta muy turbador que más del 60% de los profesores consideren que la indisciplina de los alumnos en las clases está directamente relacionada con una excesiva permisividad en el hogar familiar. Educar a los hijos exige oficio y tiempo y los padres que trabajan no siempre lo tienen. Pero esa situación no justifica que se comporten como abogados defensores de sus hijos. Deberían actuar más veces como fiscales ante comportamientos desviados de lo razonable. Así que bien estará la ley, pero no servirá de mucho sin una mayor implicación de los padres en el proceso educativo.
 
Rafael Puyol, “ABC”, (sábado, 19-09-2009)
 
 
Rafael Puyol Antolín
(Gijón, 1945)
Catedrático de Geografía Humana en la Universidad Complutense

COMENTARIO
 
1. JUSTIFICACIÓN DE LA TIPOLOGÍA TEXTUAL:
 
Nos encontramos ante un texto periodístico recogido en la prensa generalista de ámbito estatal, concretamente el diario “ABC”, que podemos situar dentro del subgénero del artículo de opinión, ya que el autor, Rafael Puyol, expresa su punto de vista ante un tema de actualidad que se nos hace patente ya en el título: “La violencia escolar”. Al ser un artículo de opinión, responderá a una estructura propia del  texto expositivo-argumentativo porque, como veremos, nos informará de una realidad sobre la que el autor ofrecerá una valoración a través de una serie de argumentos con los que tratará de persuadir al lector para que éste simpatice con su postura.
 
2. FUNCIONES DEL LENGUAJE:
 
Rafael Puyol muestra una intención subjetiva con el evidente deseo, como ya hemos mencionado, de convencer o persuadir al lector, unida a un interés divulgativo. Así pues, por este interés comunicativo  y por su propia tipología textual,  las funciones predominantes serán la representativa o referencial (con la que nos informará de manera objetiva de una realidad presente: “quince de cada cien profesores…”), unida a la función apelativa o conativa (con la que tratará de atraer la atención del lector: “podemos creer […] ha irrumpido entre nosotros…”), para emplear, por último, la función expresiva o emotiva (con el ánimo de cargar su discurso de argumentos y razonamientos particulares: “…deben ser bienvenidas. Pero esa deseable medida…”).
 
Por tanto, podemos decir que ese interés divulgativo, al que hacíamos alusión, hará que este artículo vaya dirigido a un receptor muy amplio, los lectores  en general, aunque pueda tener especial interés para aquellos que compartan el ámbito de la educación (como pueden ser autoridades educativas, profesores, padres o alumnos). Utilizando un canal escrito sobre un soporte de papel, el periódico, y empleando un código (el idioma español) compartido por el emisor y sus lectores, el autor nos hace llegar su mensaje.
 
3. TEMA, TESIS Y ESTRUCTURA:
 
El tema, como anteriormente hemos indicado, se recoge claramente en el título: la violencia escolar, lo que desde el inicio facilita la unidad del texto y su coherencia.
 
Sobre este asunto de la violencia escolar Rafael Puyol parte de unos hechos concretos (analogía con otros países, datos y ejemplos) para justificar su tesis, que encontraremos al concluir el último párrafo, introducida por un marcador textual consecutivo que adquiere un valor conclusivo: “Así que bien estará la ley, pero no servirá de mucho sin  una mayor implicación de los padres en el proceso educativo”, señalando a la familia como instrumento central para paliar este problema.
 
El autor, al situar la tesis al final, está recurriendo a una estructura inductiva. En cuanto a la coherencia estructural  del texto, se observan tres partes que responden a la organización textual (estructura clásica o lineal) más frecuente en los textos expositivo-argumentativos y que favorecen la progresión temática: una introducción, que abarcaría el primer párrafo y el comienzo del segundo, en la que se destaca la importancia y extensión del problema; un cuerpo argumental o desarrollo  donde, por medio de razonamientos de diferente tipo, el autor  va perfilando su punto de vista sobre el tema; y una conclusión, planteada en la última oración del texto en la que el emisor sintetiza su opinión a modo de tesis.
 
Esta organización no se corresponde con la estructura externa o presentación formal del texto, que se distribuye en tres párrafos. Destaca su sencillez gramatical, semántica  y estructural, logrando que las ideas sean percibidas por los lectores sin dificultad, al utilizar un registro o nivel de lenguaje estándar que respeta la adecuación textual.
 
4. RESUMEN:
 
Rafael Puyol, lejos de situar la violencia en las aulas tan sólo en las pantallas de los cines, y tras aportar datos que así lo corroboran; manifiesta la necesidad de dotar al profesor de una mayor consideración ante el auge de la indisciplina y episodios violentos protagonizados por los alumnos, de modo que la figura del docente se reconozca como autoridad pública, como así lo propone la Comunidad de Madrid. Sin embargo, esta medida debe ir complementada con una mayor implicación de los padres en la educación responsable de sus hijos.
 
5. IMPORTANCIA Y ACTUALIDAD DEL TEMA:
 
Es éste un tema de absoluta actualidad y vigencia, a pesar de estar fechado hace unos años, pues son numerosas las noticias que a diario aparecen en los medios haciéndose eco de situaciones alarmantes en las aulas: agresiones a directores y profesores,  reacciones políticas y sociales, fracaso escolar; pero también por otros acontecimientos directamente vinculados, como la violencia juvenil, los botellones o las agresiones de hijos a padres que en parte son secuelas del síndrome del “niño emperador” o sobreprotegido y mimado.
 
6. TIPOS DE ARGUMENTOS:
 
En la argumentación de su tesis, el autor parte de una analogía o comparación al relacionar lo que está sucediendo con lo acontecido en  otros países (hecho ya recogido en el cine norteamericano), valorando el carácter inevitable del problema. Para mostrar la gravedad y extensión de la violencia escolar en nuestro país utiliza un argumento de autoridad basado en las cifras aportadas por un catedrático. Esto le lleva a emplear un argumento de conocimiento general (la ausencia de medios para el   profesor) que     acarrea sus consecuencias: la desmotivación y el  deseo de abandono por parte del profesorado.
 
La propuesta de la Comunidad de Madrid aporta un argumento de ejemplificación que le permite completar su tesis por medio de un argumento basado en datos científicos que muestran la necesidad de afrontar otro aspecto: el papel de la familia. Por último, admite un hecho (la falta de tiempo y dedicación de los padres) para acto seguido contra-argumentar o refutar señalando a la responsabilidad ineludible de los progenitores.
 
7. ANÁLISIS DE LOS RECURSOS LINGÜÍSTICOS: COHERENCIA Y COHESIÓN.
 
Tres son los niveles que aportan cohesión y unidad al texto, facilitando a la vez solidez  y progresión temática al mismo.
 
A) En el nivel morfosintáctico destaca el empleo de sustantivos acompañados de adjetivos  valorativos que aportan subjetividad: “manera preocupante, deseable medida, excesiva permisividad”. Esta subjetividad la podemos observar en el empleo de la primera persona del plural en el comienzo del segundo párrafo: “Podemos creer […] entre nosotros”, implicando al lector en el inicio del desarrollo argumental. Si bien en el resto del texto se utiliza la tercera persona: “el profesor carece, el resultado es”, aportando una sensación de alejamiento o aparente objetividad del autor, actuando frecuentemente como sujetos los implicados en el problema: profesores y padres. Otro uso verbal destacable es el empleo puntual de valores imperativos, propio del carácter argumentativo (función apelativa) del texto: “deben ser bienvenidas, deberían actuar…”. También es propio de este tipo de textos la aparición de los verbos conjugados en presente del modo indicativo (“podemos, manifiestan, carece…”) para referirse a la situación actual, mientras que al final del texto utiliza el futuro (“será, servirá”) para avanzar deseos o posibles consecuencias.
 
Como conclusión lógica de lo apuntado anteriormente, la modalidad oracional utilizada es la enunciativa (“El cine americano ha tratado…”), con la ausencia de otros recursos lingüísticos que podrían reforzar el carácter subjetivo del texto (interrogaciones retóricas, expresiones desiderativas o dubitativas, etc.). Esta modalidad oracional aparece normalmente en oraciones compuestas subordinadas, como por ejemplo en “el profesor es agredido por pandilleros que hacen de las aulas…”
 
Los elementos deícticos apoyan la cohesión del texto evitando la utilización de términos reiterativos “iba a llegar aquí, son muchos los que, no le dejan…”, al igual que sucede con la elipsis “( ) se comporten, ( ) deberían actuar”.
 
B) En el nivel léxico-semántico resalta el empleo de términos relacionados con los dos campos asociativos que configuran el tema y dan unidad al texto en torno a la violencia (“maltrato, agredido, pandilleros, miedo, autoridad, indisciplina…”), y la escuela (“docentes, profesor, aula, secundaria, clase, estudiar, aprender…”). Entre estos últimos encontramos ejemplos de sinonimia (docentes=profesor, aula=clase) y antonimia (“profesor/alumno”), además de elementos pertenecientes a una familia léxica (“profesor, profesorado…”). El léxico está utilizado de modo denotativo, sin presencia de tecnicismos, cultismos o valores connotativos, ni tampoco observamos ninguna figura literaria destacable, lo que favorece su carácter divulgativo.
 
C) En el nivel textual debemos resaltar la repetición de marcadores con valor de contraste u oposición (“pero esa deseable …”, ” pero lo cierto es que el fenómeno ha irrumpido…”, ”pero esa situación no justifica…”). Este recurso favorece el desarrollo argumental, y con ello la cohesión textual, al contraponer ideas y resaltar las que interesan al autor. También hay que destacar los marcadores textuales con valor consecutivo (“de ahí que…”, “por ello…”, “así que…”. Este último aporta también un valor conclusivo o de cierre al texto).
 
8. OPINIÓN PERSONAL. POSICIONAMIENTO CRÍTICO:
 
Una vez más se busca la culpa en el exterior del sistema académico, que la hay, pero no toda es entera responsabilidad de unos padres dimisionarios, relajados, sobreprotectores o excesivamente permisivos. Hay una responsabilidad y un deber moral en las autoridades administrativas que no han querido legislar unos reglamentos de régimen interno en los centros para que se respete al profesor y a los alumnos y brille la disciplina. No, en aras de una supuesta fe en la bondad innata del ser humano cuyas raíces cabría rastrear en el concepto del “buen salvaje” rousseauniano, los distintos ministros de Educación, Cultura y Deportes han dejado pasar la oportunidad de fortalecer la autoridad de los docentes. Algo similar a lo ocurrido con la defenestración de la llamada “doctrina Parot” por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, pues si se hubiera dictaminado en España una ley que penara los crímenes con la cadena perpetua revisable, hoy no estaríamos asistiendo a la puesta en libertad de asesinos con varios homicidios a sus espaldas por culpa de un parche legislativo de acumulación de penas que resultó ser inadecuado.
 
En el sector de la Educación hemos asistido y todavía asistimos a huelgas por motivos variopintos: solicitud de aumentos de sueldo, protesta contra los recortes presupuestarios, rechazo al aumento en la nota de corte para entrar en determinadas facultades u obtener becas, etc., pero nunca se reclama la celeridad en el procedimiento para expulsar a un alumno que perturba y no deja trabajar en el aula. Cabe deducir que las autoridades buscan la docilidad del electorado promoviendo el analfabetismo funcional de los ciudadanos al mismo tiempo que camuflándolo, para cuyo fin actúan demagógicamente poniéndose del lado de los que no estudian y disminuyendo el poder del profesor.
 
El profundo fracaso a que ha conducido esta política en términos académicos (como recogen una y otra vez los informes PISA) tal vez haya sido un éxito político para los gobiernos de izquierda que han disfrutado presionando a los maestros con exigencias de trámites burocráticos interminables, criterios de evaluación exhaustivos, programaciones idílicas y todo tipo de informes pedagógicos. Lamentablemente, quienes así actúan a modo de comisarios políticos lo único que han logrado es enrarecer el ambiente escolar y deteriorarlo. Algo que además han hecho poniéndose una venda en los ojos frente a la oleada de barbarie que nos inunda y dándole alas a la mediocridad y a la mezquindad de miras de muchos adolescentes disruptivos y padres consentidores, cuando no alentadores, de los actos vandálicos perpetrados por sus hijos.
 
Debería regresar la sensatez a los centros de enseñanza y considerar al adulto, que es el profesor, una autoridad indiscutible para expedientar por la vía rápida al joven inmaduro e irresponsable que dilapida los recursos (pagados por los ciudadanos con sus impuestos) comportándose de manera violenta en clase. No como ahora, en que se ha llegado a la perversión de considerar que el enseñante debe aguantar todo y ser torturado sin poder echar del aula a nadie, culpándole además de ser el responsable de la situación por no saber motivar a los alumnos malcriados y perturbadores.
 
9. CONCLUSIÓN Y CIERRE TEXTUAL:
 
En España, mientras la violencia campa por sus anchas en los institutos por toda la geografía patria, en ocasiones los gobiernos han tenido el detalle de regodearse programando en cadenas públicas de televisión películas que reflejan la situación escolar de los niños en el siglo XIX, con profesores rígidos empuñando una vara de madera para castigar a los pobres, inocentes y desvalidos infantes. Esta férrea disciplina británica constituye de por sí un extremo indeseable que ya no existe en ninguna parte, como no sea en un régimen comunista al estilo de Corea del Norte, y ni así. Ahora bien, el polo opuesto de las vejaciones al profesor  tampoco debería permitirse porque los extremos, ya se sabe, se tocan hasta llegar a confundirse.
 
En cuanto a la desestructuración en los hogares o lo que respecta a los procedimientos de progenitores desencaminados, nuestros docentes no pueden entrometerse ni tienen capacidad para enderezar rumbos torcidos o dejaciones familiares. Largo nos lo fía el señor Puyol si pospone la solución de la violencia escolar a que adquieran buen criterio los padres, cuando muchos de ellos transmiten falta de respeto y consideración hacia los profesores, producto tal vez de sus propias frustraciones infantiles y de la envidia que les provoca la sempiterna cantinela del exceso de vacaciones.
 
 
Hoy abundan los padres tiranizados por sus retoños

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