domingo, 27 de octubre de 2013

Comentario de "Las paradojas del consumismo"

 
LAS PARADOJAS DEL CONSUMISMO

Hace algunos años, en plena efervescencia económica, unos grandes almacenes en Londres se anunciaban con un lema perturbador: "Compro, luego soy". Ya diversos antropólogos y sociólogos consideraban que uno es lo que consume, un grado más fino que el dicho "de lo que se come se cría". La crisis económica está llevando a los españoles a cambiar sus pautas de consumo. Para gastar menos, de la mano de unos ingresos más bajos o de la creciente percepción de que pueden bajar en un futuro próximo. No todo es negativo. Puede cambiar, para bien, nuestra manera de ser.
Según el Centro de Investigaciones Sociológicas y otras encuestas, en lo que más hemos reducido nuestros gastos los españoles es en ocio en general y en alimentación, lo que resulta preocupante. Compramos menos carne y pescado y más pollo. Algunos comercios pierden, pero los que se han adaptado para presentar una oferta de crisis, es decir, más barata, crecen. La hostelería ve cómo hay menos gente que cena fuera entre semana, mas no es una mala cosa, especialmente para los privilegiados que tienen que ir a trabajar al día siguiente. Y reunirse en las casas en vez de salir por ahí contribuye a reforzar los vínculos sociales directos.
Los roperos están inflados, por lo que no es extraño que la gente se lo piense dos veces antes de gastar en una prenda que probablemente no necesite. Resulta muy positivo que se ahorre en transporte, usando más el público, en beneficio del medio ambiente. Los proveedores de servicios se ven sometidos a una nueva presión por los consumidores, que vuelven a ser clientes, y que miran mucho más la factura de agua, gas, electricidad o telefonía, terrenos en los que también estamos cambiando saludablemente nuestros hábitos apagando la luz y cerrando los grifos. Lo que resulta más preocupante es que se aplacen las visitas al dentista en un país en el que el nivel socioeconómico se deja ver aún en la dentadura.
Ahora bien, si la crisis logra que algunos de estos cambios de hábitos se afiancen, estaremos mejorando nuestro entorno. Paradojas: sin más consumo no saldremos de esta.
Editorial, “El País”, (7 de febrero de 2012)
 
 
 
COMENTARIO

Es un texto que combina las modalidades expositiva y argumentativa. Expone un anécdota, la del cartel de unos grandes almacenes londinenses (sobreentendemos que se tratará de Harrod’s) con un lema perturbador, o sucesos factuales como los hábitos de consumo a la baja por culpa de una crisis económica profunda y duradera (que algunos expertos catalogan peor que la del crack de 1929 en la Bolsa de Nueva York). Y argumenta con citas de autoridad vagas o amplias (“antropólogos y sociólogos”), con argumentos de datos (encuestas, Centro de Investigaciones Sociológicas), de ejemplificación (“Compro, luego soy”), lógicos (“reunirse en las casas en vez de salir por ahí contribuye a reforzar los vínculos sociales directos”), y de hechos (“para gastar menos de la mano de unos ingresos más bajos”). Su carácter es inductivo porque la tesis o postura defendida aparece al final, después de habernos ido conduciendo a ella con razonamientos previos.
Está elaborado por un periodista anónimo que refleja la línea ideológica del periódico. Este emisor puede ser alguien con la tarea habitualmente encomendada, como por ejemplo el subdirector o un jefe de sección, así como también dos o más redactores que se hayan puesto manos a la obra por encargo del responsable del área. En muchas ocasiones el editorial de un periódico llega a ser escrito por el director mismo. El canal es el papel en el que está impreso el periódico o bien la pantalla del ordenador donde se haya leído el texto. Los receptores son los lectores de este medio de comunicación que, en general, responden a un perfil político progresista. El mensaje es el contenido textual sintetizado en el tema que vendría a quedar insinuado en el título, “Las paradojas del consumismo”, un epígrafe que alerta sobre una de las contradicciones inherentes al capitalismo en su fase de crecimiento. En efecto, el expansionismo siempre conduce al descalabro por no poder ser indefinidamente sostenible. El referente o contexto situacional es la crisis en su recta final porque, a juzgar por la fecha de publicación (7 de febrero de 2012), la depresión económica ya llevaba cuatro años (desde 2008) padeciéndola la población. El código al que se recurre es el de un español estandarizado con un registro lingüístico elaborado aunque aséptico, pretendida o simuladamente objetivo y neutro en el plano conceptual; conciso, sencillo y claro en el formal.
La función primordial es la referencial o representativa, dado que se nos aportan datos extraídos de la actualidad informativa que nos ilustran sobre los nuevos hábitos consumidores en una situación de penuria económica sobrevenida. En segundo lugar, podemos advertir la función apelativa o conativa, puesto que se nos da a entender que los receptores podríamos o deberíamos revertir la crudeza de la crisis consumiendo y gastando más. En tercer lugar, se aprecia la función expresiva o emotiva porque el texto está matizado por la percepción del autor o los autores del texto acerca de lo que está pasando. Por último cabría reseñar leves indicios de la función estética o poética en la personificación o prosopopeya “los roperos están inflados”, en el recurso al refranero popular (“de lo que se come se cría”), e incluso en el empleo de una cita trastocada e irónica (“Compro, luego soy” en lugar del cartesiano “Pienso, luego existo”).
El tema es la depauperación de la capacidad adquisitiva de los consumidores españoles y la consiguiente disminución de las ventas de productos, lo cual empeora la crisis económica. La tesis o postura que se sugiere es la de la reactivación de la economía a través del resurgimiento del consumo masivo. Debemos comprar más para poder ir superando, siquiera sea lentamente, esta crisis.
La estructura es inductiva o sintetizante, como ya se ha dicho, y además se amolda a la del estilo clásico o lineal, pues el primer párrafo cumple el papel de introducción, los dos siguientes forman el cuerpo principal (o desarrollo), y el último aporta la conclusión final.
En resumidas cuentas, el texto nos viene a decir que la crisis actual está modificando los hábitos de consumo entre la población y esto puede suponer un cambio positivo en nuestra forma de vida y en el entorno medioambiental. El ahorro en ocio, alimentación, hostelería, vestidos, transporte, facturas de suministros básicos y odontólogos presenta claroscuros, pues por un lado beneficia a la naturaleza y a nuestra manera de comunicarnos, pero por otro puede afectar a nuestra salud al empobrecer nuestra dieta o descuidar las caries. Lo paradójico en el fondo es que, si no consumimos más, no podremos vislumbrar el final de esta recesión económica.
 

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