miércoles, 13 de julio de 2011

Lo que escondían los disfraces progresistas


BEAUTIFUL

Más allá de los vericuetos del sumario penal, el escándalo de la SGAE ha venido a poner en entredicho a la beautiful people del zapaterismo, esa alegre élite millonaria de artistas y cantantes que durante los últimos años ha arropado al presidente del Gobierno como adalid de la izquierda y el progreso. Teddy Bautista era el capataz que administraba los intereses de esa tribu de gauche caviar y gestionaba sus copiosos ingresos desde una proximidad al poder que los detalles de la investigación sitúan en los linderos del tráfico de favores.


Eduardo Bautista García
(Las Palmas de Gran Canaria, 1943)

El patético estupor de la directiva ante las providencias del juez Ruz revela el desconcierto de una camarilla que como mínimo ha omitido su deber de controlar a los gestores de sus propios beneficios, limitándose a figurar como panel decorativo del jerarca que manejaba los hilos con maneras de cacique del sindicalismo vertical y despachaba con familiar anuencia los asuntos que dependían del amparo administrativo: el canon, las subvenciones, la ley antidescargas y otras regalías que colocan las simpatías políticas del llamado «clan de la ceja» bajo la sospecha de un amistoso y poco presentable quid pro quo.



La evidencia de que una sociedad de recaudación de impuestos y tasas estaba haciendo de su capa un sayo en las narices de los Ministerios de Industria y de Cultura obliga a preguntarse por la responsabilidad de quienes, teniendo el deber de vigilancia de las actividades que delegaban por autorización, se mostraban tan sensibles a las demandas legales de este lobby privilegiado. Hay demasiados testimonios gráficos del sonriente alborozo con que los dirigentes zapateristas —empezando por el propio líder— se fundían junto a los risueños músicos y cineastas en gestos de complicidad y afecto que iban mucho más allá de los rituales de protocolo.




El propio nombramiento de la ministra Sinde fue un claro guiño cooperativo hacia los intereses de un sector que se sentía desoído por la firmeza displicente de César Antonio Molina. Esa especie de jet-set del progresismo ilustrado, que ha monopolizado ante la opinión pública la representación de la cultura española bajo el beneplácito de un poder connivente, queda ahora averiada en su imagen colectiva al aparecer como patrocinadora de una antipática trama de manejos financieros.

(Extracto de un artículo de opinión escrito por Ignacio Camacho
y publicado por el periódico "ABC" el viernes 7 de julio de 2011)


Ignacio Camacho
(Marchena, Sevilla, 1957)

1 comentario:

  1. Creo que en las últimas décadas la "ideología" que ha predominado en este país ha sido la del "pelotazo" = dinero fácil + corruptela. Se ha practicado igualmente desde la izquierda y la derecha. Aquí, el "todo vale" ha sido un himno.
    Saludos

    ResponderEliminar