lunes, 4 de julio de 2011

El poeta del lirismo clasicista y plácido

Julio Rodríguez Suárez
(Oviedo, 1971)

ARENA EN LOS OJOS

Pues si esto era la vida, si esta brecha
en mitad de la muerte era la vida,
si este escozor relámpago en los ojos,
si este sol en la boca,
si este soplo de brisa en la garganta,
si estas tremendas ganas de subirse a los árboles
eran la vida, entonces
¿para qué tanto escándalo,
tanto fruto prohibido,
tanta miel en los labios? ¿Para qué



el equipaje lleno hasta los bordes,
los domingos sin rastro, las miradas
de odio, el desaliento, los puñales,
los embustes, la bruma, los paraguas?
¿por qué no me avisaron de que nada
era tan importante? ¿Para qué tanto miedo
al álgebra, a la luna, tanto amor asustado,
tanto dolor cargado a las espaldas?
Pues si esto era la vida,
lo cierto es que no había para tanto.


"Properce et Cynthia à Tivoli"
Auguste Jean Baptiste Vinchon
(París, 1789 - Ems, 1855)

PROPERCIO & EL AMOR

Perdamos el aliento
con ardor cosmonauta,
quitémonos el aire de un bocado,
mordámonos el alma sin la calma
de los que ya no tienen dientes,
dejémonos llevar a donde estamos
y hagamos malabares con los años
que hemos pasado juntos.
Amémonos, en fin, mientras podamos,
pues, dure lo que dure,
ningún amor es demasiado largo.


"Quinto Orazio Flacco"
Giacomo di Chirico
(Venosa, 1844 - Nápoles, 1883)

HORACIO EN LOS TEJADOS

Corred, no os detengáis,
subid a los tejados como ardillas,
que nada os tape el sol,
arrancaos la piel como si fuera
un ajustado traje de neopreno,
saltad sobre los muelles de este ocio
amable, blando, cierto
antes de que oscurezca y sea tarde.
Corred, no os detengáis,
un día empuja a otro,
la misma noche habrá de separarnos.


Reloj solar en el municipio francés de Capbreton

A FIN DE CUENTAS

Me prometí tomar
una gran decisión todos los días.
Y no me ha ido mal. A fin de cuentas,
cada mañana salto de la cama y me digo,
mientras pongo en marcha la cafetera:
"Vivir es perdonarse la vida cada día.
Toma el café tranquilo."



NATURALEZA

Ahí lo tenéis: el hombre.
El animal que tose, que suda, que camina
erguido y serio, el animal nefasto,
el vanidoso, el tonto que subido
en lo alto de sí mismo
dice adiós con la mano,
como si no fuera él
-pobre insensato-
quien va a emprender el viaje.

(Poemas tomados del libro de Julio Rodríguez titulado
Doméstica, Barcelona, DVD, 2011, 1ª edición, pp. 78)

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