Nicolas Sarkozy de Nagy-Bocsa
(Párís, 1955)
con su anterior esposa
Cécilia María Ciganer-Albéniz
(Boulogne-Billancourt, 1957)
CHERCHEZ LA FEMME
Cada gran escenario periodístico va aparejado a un hotel mítico. Cuando la tribu periodística desentierra el hacha de guerra y acude en tropel al olor de la pólvora, suele concentrarse en el mismo hospedaje. En El Salvador de la guerrilla era el Camino Real, en el Belfast del IRA fue el Europa, en el Beirut de las milicias destacó el Commodore, en el Irak de Sadam le tocó al Rachid, en el Sarajevo asediado era el Holiday Inn y en Kabul, el agujereado Intercontinental. En esos sitios identificar a primera vista el origen de los huéspedes resultaba relativamente sencillo. Los alemanes eran quienes lucían el traje de baño más pequeño y más gritaban en la piscina, los italianos los que iban juntos a todos lados, los españoles los que con mayor ardor asaltaban el buffet del desayuno.
Sarkozy y Cécilia cuando aún tenían que disimular
en la campaña electoral de 2007 que todo iba bien
Con los políticos vamos camino de algo parecido: a los franceses se les localiza por la inusitada ferocidad con que persiguen judicialmente al antecesor en el cargo. Díganme si no cómo es posible que ni siquiera transcurridos dos meses desde que perdió las elecciones y cuando los sillones del Palacio del Elíseo todavía huelen a él, ya le han caído encima a Sarkozy el juez y los inspectores de la brigada financiera. Y todo por 150.000 euros de nada. Como aquí.
(Artículo de opinión escrito por el reportero Alfonso Rojo
y publicado en el diario "ABC" el miércoles 4 de julio de 2012)
Alfonso Rojo López
(Ponferrada, 1951)
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