Iglesia de Santa María Novella
(Florencia, 1480)
LA LITERATURA RENACENTISTA
El
Renacimiento surgió en Italia durante el siglo XIV (aunque con antecedentes en
el XIII) y supuso una transformación cultural e ideológica y religiosa de
primer orden. Se produjo una revitalización del mundo grecolatino y un
desplazamiento desde el teocentrismo hasta el antropomorfismo (el hombre como
medida de todas las cosas). El poeta Petrarca es la figura más influyente de
este periodo. En España brilla un seguidor suyo, Garcilaso de la Vega. En prosa
descuella un narrador hipnotizante: Giovanni Bocaccio.
España
vivió el Renacimiento tardíamente en el siglo XVI, pero lo hizo como potencia
mundial bajo el reinado de Carlos I. En Europa se está desarrollando la
convulsión reformista del protestantismo de Lutero, quien en 1517 expuso sus 95
famosas tesis. España seguirá la corriente del Concilio de Trento (1545)
contraria a las ideas revolucionarias luteranas.
Erasmo
de Rotterdam fue el referente espiritual del humanismo y su libro titulado Elogio
de la locura es una sátira contra la estupidez del ser humano. El modelo
del hombre renacentista quedó fijado en una obra de Baltasar de Castiglione
titulada El cortesano. De Italia llegan a España metros como el
endecasílabo, formas estróficas como el soneto, el terceto, la lira o la octava
real; y licencias poéticas como el encabalgamiento. El tema principal
renacentista es el amor, el sufrimiento por la ausencia de la amada, su muerte
o la falta de correspondencia. Los principales modelos son Horacio y Virgilio.
Otros temas secundarios son la naturaleza, la belleza femenina, la mitología y
el carpe diem.
En
síntesis, la literatura renacentista afectó a la cultura occidental europea
entre los siglos XV y XVI y se caracterizó, sobre todo, por la recuperación
humanista de la literatura clásica grecolatina, difundiéndose con gran impulso
gracias a la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg en torno a 1440.
La filosofía recuperó las ideas platónicas y las puso al servicio del
cristianismo. La búsqueda del placer sensorial y el espíritu crítico y
racionalista completaron el ideario de la época. En cuanto a los aspectos
formales, se recuperó la preceptiva clásica de la Poética de Aristóteles
basada en el principio artístico de la imitación. Cabe destacar el nacimiento
de un nuevo género, el ensayo, de la mano de Michel de Montaigne (Burdeos, 1533
– 1592). En Italia, Pietro Bembo se erigió con su erudición, canciones y
sonetos petrarquistas en el arbiter
elegantiae de la literatura italiana del siglo XVI, centro de irradiación
del movimiento renacentista.
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
(Madrid, 1584)
EL RENACIMIENTO LITERARIO ESPAÑOL
EL RENACIMIENTO LITERARIO ESPAÑOL
En
España las influencias italianas se dejaron sentir en el siglo XV,
especialmente en la corte napolitana de Alfonso V de Aragón con el magisterio
de Lucio Marineo Sículo, Antonio Beccadelli y Lorenzo Valla. En el segundo
cuarto del siglo XVI Garcilaso de la Vega y Juan Boscán comenzaron, por
sugerencia de Andrea Navagero, a adoptar los metros y maneras de la poesía
italiana. Inmediatamente comenzó a emerger una pléyade de poetas (Gutierre de
Cetina, Diego Hurtado de Mendoza (posible autor del Lazarillo de Tormes en 1554),
o Hernando de Acuña) que emularon el camino tomado Garcilaso, el llamado
«príncipe de los poetas españoles».
En
la segunda mitad del siglo XVI las corrientes poéticas toman tres direcciones
divergentes. Una evoluciona hacia el manierismo, con Francisco de Aldana y
Fernando de Herrera, que supuso el eslabón entre la poesía armoniosa de
Garcilaso de la Vega y la barroquizante de Luis de Góngora. La segunda mira
hacia un espiritualismo cristiano en la línea ascética de Fray Luis de León y
las vías místicas exploradas por San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.
Esta orientación religiosa está causada por la Contrarreforma que tuvo lugar a
mediados del siglo XVI. Una tercera corriente vuelve a los metros tradicionales
castellanos y al vivaz octosílabo del tradicional Romancero, revitalizándolo en
el llamado Romancero nuevo (Cervantes, Lope de Vega, Góngora, etc.), y por otra
parte a la lírica cancioneril en octosílabos del prerrenacimiento a través de
las ediciones de Cancioneros como el Cancionero general de Hernando del
Castillo en 1511. Por lo que respecta a la poesía narrativa, se alcanza un
culmen con el poema de épica culta de Alonso de Ercilla titulado La Araucana,
epopeya que narra la conquista de Chile por los españoles.
En
el terreno del humanismo destacaron dos corrientes: una culta y selecta en
latín, protagonizada por figuras como Luis Vives, Juan Ginés de Sepúlveda,
Hernán Núñez de Toledo, Benito Arias Montano, Francisco Sánchez de las Brozas o
Juan de Mariana; y otra divulgadora de la cultura clásica en castellano
protagonizada por el incipiente manierista fray Antonio de Guevara y sus
exitosas Epístolas familiares (1539), además de autores imbuidos de
erasmismo como los hermanos Juan de Valdés (Diálogo de la Lengua) y
Alfonso de Valdés (Diálogo de Mercurio y Carón) o Pero Mexía (Silva
de varia lección) y Luis Zapata (Miscelánea). Muy importantes fueron
las contribuciones de los cronistas de Indias como, por ejemplo, Hernán Cortés
y sus Cartas de relación; fray Bartolomé de las Casas y su Historia
de las Indias (1517); Bernal Díaz del Castillo con su Historia verdadera
de la conquista de la Nueva España (1575); Álvaro Núñez Cabeza de Vaca, o
los cronistas de la conquista del Perú Francisco de Jerez, Gonzalo Fernández de
Oviedo, Pedro Cieza de León o el Inca Garcilaso de la Vega.
El
Lazarillo de Tormes inició el género de la novela picaresca consolidado
en una obra de transición, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, cuya
primera parte vio la luz en 1599. Don Quijote de la Mancha , de Miguel
de Cervantes, ha sido considerada la primera novela moderna. Publicada en dos
partes (1605 y 1615) como una parodia de los libros de caballerías, su alcance
fue mucho mayor, pues supuso el resumen y el fin de los géneros renacentistas y
el comienzo de una visión del mundo más compleja y conflictiva.
El
teatro español empezó en el Renacimiento con una obra maestra, La Celestina,
de Fernando de Rojas (1499), un fuerte aldabonazo en favor del realismo que fue
continuado por otras obras de género celestinesco como La lozana andaluza
(1528) de Francisco Delicado, o la Segunda Celestina (1534) de Feliciano
de Silva. Prosiguió con las figuras señeras del también músico Juan del Encina
(Églogas), Gil Vicente (Tragicomedia de Don Duardos), Bartolomé
Torres Naharro (Propalladia, comedias romanas publicadas en 1517 y 1520).
En la segunda mitad del siglo XVI aparece Lope de Rueda con sus cómicos Pasos
(1567) que preludian el entremés, Jerónimo Bermúdez con sus “Nises”, tragedias
clasicistas sobre el famoso mito de Inés de Castro, o el propio Miguel de
Cervantes con la igualmente clasicista Numancia (1585) y sus comedias de
cautivos. Por último, irrumpe la revolucionaria fórmula escénica del fénix de
los ingenios Lope de Vega (1562-1635), el más prolífico autor del teatro
mundial, al que siguieron como discípulos después Guillén de Castro (1569–1631)
o Juan de la Cueva (1543-1612).
Otras
producciones destacables en prosa fueron las idealizadas ficciones de los
libros de caballerías: el Amadís de Gaula (1508) de Garci Rodríguez de
Montalvo, el Palmerín de Inglaterra (1547) del portugués francisco de
Moraes y el Tirante el Blanco de Joanot Martorell (1511 en su traducción
castellana); la novela pastoril (Los siete libros de la Diana (1559) de
Jorge de Montemayor; la novela morisca anónima Historia del Abencerraje y la
hermosa Jarifa (1565) y la novela sentimental Cárcel de amor (1492)
de Diego de San Pedro o el Proceso de cartas de amores (1548) de Juan de
Segura.
Palacio de Fontainebleau
(Siglos XII - XVI)
EL RENACIMIENTO EN EUROPA
EL RENACIMIENTO EN EUROPA
En
Francia, la influencia italiana se dejó sentir muy pronto, favorecida por la
cercanía geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba
anexionar los territorios limítrofes de la península italiana, consiguiéndolo
en algunos momentos. El impulso definitivo a la adopción de las formas
renacentistas se dio bajo el reinado (1515-1547) de Francisco I. Este monarca,
gran mecenas de las artes y aficionado a todo lo que procediera de Italia,
protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios para la Corte
francesa (entre ellos el mismo Leonardo da Vinci, que murió en el Castillo de
Cloux), a la vez que emprendió un ambicioso programa de revitalización cultural
que revolucionó el desarrollo de las artes en el país. Francia tuvo su gran poeta renacentista en
Pierre Ronsard, que encabezó el grupo literario de la Pléyade formado por siete
vates. En prosa novelesca destacó François Rabelais con la sátira de Gargantúa
y Pantagruel, obra donde se plantea un mundo al revés lleno de humor y
fantasía, teniendo como fin último la crítica de las costumbres francesas. En la
prosa didáctica aparece como gran figura Michel de Montaigne, el creador del
ensayo con su obra Ensayos (Essais, 1580), que inauguran un
género que combina la reflexión personal con la opinión subjetiva y que se
dirige a un lector cercano y curioso, interesado por el mundo contemporáneo.
En
Inglaterra el Renacimiento llega tardíamente. Ocurre en la segunda mitad del
siglo XVI durante el periodo isabelino (llamado así por tener lugar bajo la
monarquía de Isabel I de Inglaterra). El teatro es el campo más destacado con
el genial William Shakespeare como dramaturgo más relevante, aunque hubo muchos
más, por ejemplo: Christopher Marlowe o Ben Jonson. Shakespeare partió del
teatro popular y de la cultura grecolatina para crear nuevas comedias. Una de
sus fuentes fue Plutarco. La lírica renacentista británica tiene su arranque en
Thomas Wyatt, quien adaptó el soneto italiano a la métrica del inglés. Le
siguieron Henry Howard, Philip Sidney y Edmund Spenser, además del propio
Shakespeare, que también escribió notables sonetos. La épica está representada
por La reina de las hadas de Edmund Spenser (1597), quien siguió el
modelo del Orlando furioso de Ludovico Ariosto construyendo un poema
narrativo colmado de peripecias. La prosa humanística, por su parte, tiene su
representante más eximio en Tomás Moro, creador de Utopía, donde se esboza
una sociedad ideal.
En
Holanda el siglo XVI está dominado por la figura de Erasmo de Rotterdam y el
humanismo latino. Aunque el humanismo optó preferentemente por expresarse en
latín, ya en el Renacimiento empieza a fraguarse una lengua literaria común a
los diversos Países Bajos a partir de las primeras traducciones por parte de
los protestantes de la Biblia: se trata de un neerlandés más homogéneo y menos
dialectal que hasta entonces. Los protestantes promueven varias traducciones al
holandés del Psalterio, en lo que destaca Jan Utenhove, quien fue además el
primero en traducir al holandés el Nuevo Testamento. El Elogio de la locura
de Erasmo de Rotterdam, una sátira contra los abusos sociales y eclesiásticos,
ha sido la obra del humanismo holandés más traducida a todas las lenguas. Erasmo
atacó las creencias más superficiales y el excesivo poder y corrupción moral de
la iglesia católica romana en sus Colloquia, diálogos compuestos a la
manera de helenístico Luciano de Samosata. Joris van Lanckvelt, más conocido
como Georgius Macropedius, (1487-1558), escribió la comedia Andrisca
sobre dos mujeres adúlteras y el drama Hecastus (1539), muy reimpreso y
traducido. Además, escribió varios libros de texto que fueron muy usados, entre
ellos un arte para escribir cartas (Epistolica). Como profesor tuvo una
amplia serie de discípulos, entre ellos, el geógrafo Gerardus Mercator.
Desiderius Erasmus Rotterodamus
(Rotterdam, 1466 - Basilea, 1536)
(Geert Geertsen en neerlandés y Erasmo de Róterdam en español)
(1523)
Hans Holbein "el Joven"
(Augsburgo, 1498 - Londres, 1543)
(Galería Nacional de Londres)
Alemania
aportó al Renacimiento la tecnología que lo difundió rápidamente: la imprenta,
inventada por Johannes Gutenberg entre 1440 y 1450. Este invento, junto con el
del papel, abarató y multiplicó el número de los libros causando en toda Europa
una mayor generalización de la lectura, propiciando el nacimiento del sentido
crítico que dio lugar a la Reforma protestante. Una vertiente más popular tuvo
el Humanismo de Ulrich von Hutten (1488–1523), con sus poemas rebeldes, o el de
Sebastian Brant (1458–1521), que escribió con gran éxito su satírica Narrenschiff
o La nave de los locos. Ilustrada por Alberto Durero, esta obra fue en
ese momento la obra en alemán más popular e impresa. El movimiento de más éxito
fue la Reforma Protestante introducida por Martín Lutero (1483–1546). Lutero
escribió sus ideas en alemán y tradujo la Biblia al lenguaje que el pueblo
podía entender. La Biblia luterana, traducida entre los años 1522 y 1534, fue
un hecho trascendental en la creación del lenguaje literario alemán unificado que
aceleró el desarrollo del alemán moderno. Por otra parte, merecen mención también
los maestros cantores, el Schwank y los Fastnachtsspiel, representaciones de
género burlesco, sobre todo en la forma de sus representantes más destacados
Hans Sachs (1494–1576) y Jörg Wickram (hacia 1505 – antes de 1562). Otro autor
notable del siglo XVI fue el feroz satírico Johann Fischart (1546–1590),
originario de Estrasburgo. Un género extendido en la época fue el Volksbuch, un
tipo de folleto que se editaba de forma anónima y trataba temas populares.
Ejemplos son la Historia de D. Johann Fausten, versión renacentista del
mito de Fausto, y los relatos en torno al pícaro Till Eulenspiegel.
En
Portugal el Siglo de Oro comienza en el siglo XVI. Quien introduce los modelos
poéticos italianizantes es Francisco Saa de Miranda en la primera mitad del
siglo. Este poeta fue admirador y amigo de Garcilaso de la Vega, hasta el punto
de que en una de sus églogas el pastor Nemoroso llora la muerte del bardo
toledano. Escribió, al igual que Garcilaso, sonetos, canciones petrarquistas, églogas y
otros subgéneros líricos de inspiración italiana. Sin embargo, el poeta
nacional portugués por excelencia es Luis Vaz de Camoens, quien escribió poesía
lírica y épica, tanto en portugués como en español, destacando por la
perfección de sus sonetos. Su obra cumbre es la epopeya Os Lusíadas (Los
lusitanos), que se convirtió en la epopeya nacional. En ella relata las
aventuras de marinos portugueses, sobre todo la expedición de Vasco de Gama a
la India, con profusión de peripecias, riesgos, naufragios y batallas. En esta
extensa narración épica se incluyen leyendas tradicionales portuguesas, como la
historia de Inés de Castro o el paso por el sudafricano “Cabo de Buena
Esperanza” (o “Cabo de las Tormentas”, como lo llamó el navegante Bartolomé Díaz).
En
Hungría el trono se hallaba ocupado desde 1458 por el rey Matías Corvino
(1443–1490), quien conoció y admiró los patrones italianos renacentistas y los
extendió por su reino. El rey había sido educado junto a su hermano en una
profunda atmósfera humanista bajo la conducción del obispo Juan Vitéz. Ante la
petición del rey Matías, el papa Paulo II fundó la Universitas Istropolitana en
1465, con sede en la ciudad húngara de Pressburg (hoy Bratislava). Esta
universidad sirvió como lugar de encuentro para estudiosos de toda Europa
Central. El matrimonio de Matías Corvino con Beatriz de Nápoles en 1476 reforzó
la llegada de este movimiento cultural. El rey Matías fundó la "Bibliotheca
Corviniana", que se convirtió en uno de los mayores centros del saber en
Europa, con una extraordinaria colección de libros. El rey también creó la
primera imprenta húngara en 1472 y llenó la corte de astrólogos, artistas y
escritores italianos. Floreció la literatura en el reino húngaro y pronto
surgieron conocidas figuras como Juan Megyericsei y Janus Pannonius, e
igualmente juristas como Esteban Werbőczy (autor del Tripartitum, obra
que engloba leyes y reglamentos del reino húngaro en aquella época), quienes
generaron un enorme impulso humanista en el reino.
Panorámica de la Basílica de San Pedro sobre el río Tíber en Roma
(1506 - 1626)
Obra cumbre del Renacimiento italiano, fruto de los arquitectos Donato Bramante, Michelangelo Buonarroti, Rafael Sanzio, Antonio de Sangallo "el Joven", Carlo Maderno y el polifacético Gian Lorenzo Bernini
(1506 - 1626)
Obra cumbre del Renacimiento italiano, fruto de los arquitectos Donato Bramante, Michelangelo Buonarroti, Rafael Sanzio, Antonio de Sangallo "el Joven", Carlo Maderno y el polifacético Gian Lorenzo Bernini
No hay comentarios:
Publicar un comentario