lunes, 15 de septiembre de 2014

Ejercicio de comprensión y expresión escrita

 
Homenaje a la bandera española en el Día de las Fuerzas Armadas 

INDEFENSOS
 
Mientras el islamismo corta cabezas allá en Irak, aquí nos creemos a salvo. No es que no tengamos miedo porque la incertidumbre económica y social sí nos da pánico; es que vivimos en los mundos de Yupi de las éticas indoloras, ajenos a cualquier peligro exterior, y la única amenaza que de verdad nos preocupa es que las eléctricas suban el recibo de la luz y no podamos pagar el aire acondicionado. Durante la última Guerra del Golfo hubo familias de militares que los despedían con pancartas de "No a la guerra"; el Ejército es una reliquia de tiempos pasados de la que bien se podría prescindir, porque para repartir antibióticos en zonas de crisis ya están los "Médicos sin Fronteras". Al fin y al cabo en los últimos siglos hemos tenido bastantes más guerras civiles que externas y para matarnos entre vecinos no necesitamos soldados.
Solo un 16 por 100 de españoles, encuesta del CIS al canto, estaría dispuesto a defender su país, y más de la mitad rechazaría expresamente hacerlo si fuese atacado. Las cifras serían menores si la pregunta hubiese incluido la palabra patria. Porque el sentimiento de nacionalidad –—de orgullo ni hablamos—– también desciende año tras año en beneficio de identidades autóctonas.


La Patrulla Águila del Ejército del Aire
 
Mentalidad pacifista y fraccionalismo territorial han minado la cohesión nacional en grado mucho mayor al de Alemania, Gran Bretaña o Francia. La supresión de la "mili" no fue tanto una decisión política, a la que el Gobierno de Aznar no supo sacarle rédito, como una necesidad técnica derivada del avance de la objeción de conciencia. Había regiones, como Navarra, el País Vasco o Cataluña, donde los objetores eran nueve de cada diez, y hubo que profesionalizar la defensa y en buena medida subcontratarla a esos latinoamericanos con los que suele bromear el cáustico Pérez Reverte. La crisis ha provocado más solicitudes de alistamiento, pero durante la burbuja de prosperidad no había modo de crear una milicia autóctona. Lógico: si hemos dejado de creer en la nación para qué carajo vamos a defenderla.
España tiene desde hace años menos gasto militar que Argelia, aunque nos sigue pareciendo excesivo porque hemos dejado de percibir riesgo exterior y la industria del armamento, esencial para la investigación tecnológica, tiene muy mala prensa. Paz, amor y derroche: la cultura de la seguridad es "facha", tardofranquista, retrógrada. Estamos casi literalmente indefensos: el Ejército apenas hace maniobras porque tiene restringidas las balas. Quizá si gobernasen esos emergentes neocomunistas –—la expresión es de Alfonso Guerra, vaya con el apellido—– aumentarían el presupuesto militar; al menos su querida Venezuela no ahorra demasiado en uniformes. Pero por ahora nos mola el desarme y no tenemos conciencia de correr peligro. El yihadismo puede trabajar tranquilo; al fin y al cabo, el verdadero enemigo para los españoles siempre hemos sido nosotros mismos.
 
(Artículo de opinión escrito por Ignacio Camacho y publicado
por el periódico "ABC" el jueves 4 de septiembre de 2014)

Ignacio Camacho López de Sagredo
(Marchena, Sevilla, 1957)
Periodista, filólogo y escritor

TEMA:
 
La debilidad del sentimiento patriótico español.
 
SUBTEMAS O TEMAS SECUNDARIOS:
 
- Indefensión ante un ataque exterior.
 
- Pacifismo irresponsable ante el peligro bélico.
 
- Gasto militar inferior a países del entorno.
 
- Temor al impacto económico de la crisis.
 
- Consideración reaccionaria de la Defensa Nacional.
 
RESUMEN:
 
A los españoles les preocupa su situación económica y les resulta indiferente la peligrosidad del terrorismo yihadista por su lejanía geográfica. Un porcentaje muy bajo de la población estaría dispuesto a defender militarmente España. El pacifismo y las identidades autóctonas son factores que contribuyen a explicar este fenómeno. Cuando el servicio en el ejército era obligatorio llegaron a ser objetores de conciencia nueve de cada diez jóvenes en su última etapa. Hoy invertimos en defensa menos que naciones como Argelia. Para colmo, la mentalidad patriótica es vista como ideológicamente anacrónica.
 
 
 
Patrulla Aspa de helicópteros Eurocopter EC-120 Colibrí 
  
COMENTARIO CRÍTICO:
 
La ausencia de responsabilidad en la defensa de la integridad territorial del estado español es otro síntoma más del individualismo hedonista en el que viven instalados la mayoría de los ciudadanos. España es una nación en la que sus habitantes parecen más proclives a exigir derechos que a cumplir deberes.
Acomodados en el consumismo materialista y en el "buenismo" ideológico, los españoles no son conscientes de que la prosperidad en el estilo de vida que practican, o al que aspiran, está directamente relacionada con las dimensiones físicas y demográficas de su patria. De ahí que resulte llamativa la aventurada apuesta por el secesionismo en algunos sectores catalanes y vascos.
Da la impresión de que quienes abogan por la ruptura del Estado lo fueran a resolver todo con la independencia. ¿Hay problemas de financiación sanitaria? Solución: independencia. ¿Hay problemas de déficit exterior? Solución: independencia. ¿Hay demasiados aspirantes a un empleo que se hallan en el paro? Solución: independencia. Pero resulta que la independencia no es la solución de ningún problema, sino la desviación hacia otro que se crea donde no debería haber ninguno, pues probablemente los pequeños países resultantes de una escisión dispondrían de menos recursos para solventar sus dificultades.
La verdad es que mira uno con envidia sana países como Francia o Alemania donde el sentimiento regionalista no entra en conflicto con la identidad francesa o alemana. ¿Cuándo se darán cuenta los soberanistas catalanes, gallegos, vascos, o incluso canarios, que es mucho menos lo que nos separa de lo que nos une? 

 Portada del diario "ABC" del jueves 12 de abril de 2012

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