LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE
SEGÚN ROMAN JAKOBSON
1. FUNCIÓN REFERENCIAL, REPRESENTATIVA, INFORMATIVA, DENOTATIVA O COGNOSCITIVA:
Es la función del lenguaje relacionada
con el referente o el contexto, esto es, cualquier cosa exterior al propio acto
comunicativo. Es la función del lenguaje más evidente a primera vista. Está
presente en todos los actos comunicativos. Se da cuando el mensaje que se
transmite puede ser verificable, porque claramente reconocemos la relación que
se establece entre el mensaje y el objeto (referente). Los recursos
lingüísticos principales de esta función son los deícticos (“señalizadores
temporales, espaciales y personales”). Utiliza el lenguaje denotativo (el
significado primario de las palabras). Prevalecen los sustantivos y los verbos.
Es la más común en los textos informativos, científicos y periodísticos.
Permite brindar conocimientos, conceptos e información objetiva al receptor.
Los textos que la contienen se caracterizan por ser objetivos y unívocos. La
encontramos sobre todo en los llamados textos de carácter científico, cuyo
propósito es ofrecer conocimientos. Se caracterizan por aludir a lo
extralingüístico, es decir, a nuestro entorno o lo que nos rodea. Ejemplos: “El
hombre es un ser racional”. “Hoy es martes”. “El libro está ahí”. Se usa cuando
pretendemos transmitir una información, sin hacer valoraciones sobre ella ni
pretender reacciones en nuestro interlocutor. Esta función se centra, dentro de
los elementos de la comunicación, en el mensaje.
2. FUNCIÓN
CONATIVA, APELATIVA
O PERSUASIVA:
Se llama conativa porque proviene del
latín "conatus" (“inicio”). En efecto, el emisor espera el inicio de
una reacción por parte de quien le escucha. Se centra en el receptor. Es la
función del mandato y la pregunta. El emisor intenta influir en la conducta del
receptor. Sus recursos lingüísticos son los vocativos, el modo imperativo, las oraciones
interrogativas, la utilización deliberada de elementos afectivos, los adjetivos
valorativos, los términos connotativos y los recursos retóricos. Se da en el
lenguaje coloquial y es dominante en la publicidad y la propaganda política e
ideológica en general. Mediante el uso de esta función se pretende causar una
reacción en el receptor. Es decir, con esta función se pretende que haga algo o
que deje de hacer. Ejemplos: cuando decimos “¡Míralo!”, “Abre la puerta, por
favor”, “Observen las imágenes y respondan”. Suele ocurrir que una frase aparentemente
referencial esconde una función apelativa. Por ejemplo: “La ventana está
abierta”, puede estar haciendo una mera descripción de un hecho, pero también existir
un contexto con el que se nos esté sugiriendo que actuemos: “Cierra la
ventana”. Es decir, que es propio de la función conativa inducir al receptor
para que actúe en un sentido u otro.
3. FUNCIÓN
EXPRESIVA O EMOTIVA:
Se desarrolla en primera persona y su
efecto de sentido es de identificación. Esta función le permite al emisor la
exteriorización de sus actitudes, de sus sentimientos y estados de ánimo, así
como la de sus deseos, voluntades y el grado de interés o de apasionamiento con
que realiza determinada comunicación. Esta función se cumple, por consiguiente,
cuando el mensaje está centrado en el emisor. Un ejemplo suele ser cualquier
tipo de poesía con carácter sentimental y autobiográfico. Es bueno aclarar que
la expresividad no se da aparte de lo representativo, sino que es una función
del lenguaje que permite una proyección del sujeto de la enunciación pero con
base en una representatividad. Así, en expresiones corrientes como "Ese libro
me fascina" o "¡Qué paisaje tan hermoso!", predomina la función
expresiva, pero con un soporte de representación simbólica dado por la alusión
a unos referentes. Para concluir, observemos que la función expresiva o emotiva
se manifiesta gracias a los significados afectivos o connotativos que se
establecen sobre la base de los significados denotativos: cuando hablamos,
expresamos nuestro estado de ánimo, nuestras actitudes o nuestra pertenencia a
un grupo social, damos información sobre nosotros mismos, exteriorizamos
síntomas, aunque no tengamos siempre plena conciencia de ello. El emisor se
comunica para transmitir la información centrada objetivamente en la realidad
exterior referente a las ideas que tiene sobre ella. Permite comunicar al
receptor estados de ánimo, emociones o sentimientos.
4. FUNCIÓN
ESTÉTICA O POÉTICA:
Esta función está orientada hacia el
mensaje. Aparece siempre que la expresión atrae la atención sobre su forma, en
cualquier manifestación en la que se utilice el lenguaje con propósito
estético. Sus recursos son variados, por ejemplo, las figuras estilísticas y
los juegos de palabras. Esta función se encuentra especialmente, aunque no
exclusivamente, en los textos literarios. Ejemplo: “Juventud, divino tesoro, ya
te vas para no volver. Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin
querer” (Rubén Darío).
5. FUNCIÓN
FÁTICA O DE CONTACTO:
Esta función está orientada al canal de
comunicación entre el emisor y el receptor. Su finalidad es iniciar, prolongar,
interrumpir o finalizar una conversación, o bien comprobar si existe algún tipo
de contacto. Su contenido informativo es nulo o escaso y se utiliza como forma
o manera de saludo. La finalidad de la función fática no es principalmente
informar, sino facilitar el contacto social para poder transmitir y optimizar
posteriormente mensajes de mayor contenido. Constituyen esta función todas las
unidades que utilizamos para iniciar, mantener o finalizar una conversación.
Ejemplos: “Por supuesto”, “Claro”, “Te escucho”, “Naturalmente”, “Entiendo”, “Cómo
no”, “OK”, “Perfecto”, “Bien”, “Ya”, “De acuerdo”, etc. Está presente en los
mensajes que sirven para garantizar que el canal funciona correctamente y llega
sin interrupción.
6. FUNCIÓN
METALINGÜÍSTICA:
Se centra en el propio código de la
lengua. Se utiliza para hablar del propio lenguaje. Normalmente trata de aclarar
el mensaje. Se manifiesta en declaraciones y definiciones de tipo gramatical,
morfosintáctico o etimológico. Ejemplo: "El nombre propio “Pedro” deriva
del latín “Petrus”, que significa ‘pétreo’ o ‘de piedra’, y es un sustantivo de
dos sílabas y cinco letras".
Roman Osipovich Jakobson
(Moscú, 1896 - Massachusetts, 1982)
Lingüista, fonólogo y teórico literario
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