Así de cándidos y dialogantes son los independentistas catalanes
REPÚBLICA, QUIZÁS SANGRE
Puigdemont ha asegurado que se proclamará la independencia
de Cataluña. Sólo faltaban los cardenales y los frailes de Montserrat para
traernos a la memoria las imágenes de Mark Twain: "Las flotas de todo el
mundo pueden navegar cómodamente en la vastedad de la sangre inocente que ha
sido derramada por nuestra religión". Entre signos de caqui y de púrpura,
movimientos de tropas, ternurismo pornográfico de agitadores con flores —mientras
pinchan las furgonetas de los guardias y los acorralan—, la lucha continúa. El
espectro de la extinta Convergencia y la CUP han convocado al president a un Pleno
ordinario-excepcional el próximo lunes. Y cuando la patriada estaba a punto de
apoderarse de Cataluña, Felipe VI ha tomado la senda de la Constitución. El Rey
se ha puesto enfrente del populismo nacionalista y de su intentona apoyada por
las masas. El mensaje llegó pocas horas después de la insurgencia y los
amotinados han respondido así al Borbón: "Después de oír al Rey, república
o república".
La bandera de la estelada se les va a romper de tanto usarla
Alfonso Guerra, uno de los padres putativos de la
Constitución, como el Comendador, se ha bajado de la estatua para defender a su
hija, declarando a Carlos Alsina que esta batalla la tienen que ganar los
demócratas, no los golpistas, con los que no se debe negociar: "Todos los
fascismos han nacido de un movimiento nacionalista". Se lo ha dicho a una
izquierda tan entontecida que cree que lo de Cataluña va de democracia y de modernidad,
cuando han reinventado la Edad Media reclamando fueros y cupos medievales.
Activistas cercanos a los secesionistas me dicen: "Sabemos que el Estado
está dispuesto a actuar con extrema dureza. Pero, ¿cómo explicarlo a la gente?
Estamos a un minuto de que haya sangre. Hay un sector del soberanismo, el más
pragmático, que cree que hay que llamar a elecciones para aclarar las
tinieblas".
Desde hace 40 años se han ido haciendo tantas concesiones, tantas claudicaciones, se han ido cediendo tantas competencias que, al final, se ha llegado a un punto de no retorno con una gran masa de la población afectada por el lavado de cerebro
Los rebeldes no se salen de su discurso, según el cual
esto va de democracia. Es inútil contestarles que en una democracia no puede
haber un poder superior a las leyes. "Para ser libres —habló Cicerón— hay
que ser esclavos de las leyes". Cuando el delito es apoyado por la
multitud, la ilegalidad se olvida; por eso, un dirigente histórico del PSOE
comenta: "Estoy muy preocupado. Nadie sabe cómo va a terminar esto". Se
percibe el estado de desasosiego típico de las situaciones sin salida y va a
resultar casi imposible lograr que la ciudadanía vuelva derrotada de los días
de ensueño. Como escribía Josep Pla, "los políticos no le dicen a la gente
que las cosas de este mundo son limitadas y relativas".
(Artículo de
opinión escrito por Raúl del Pozo y publicado
por el periódico “El Mundo” el
jueves 5 de octubre de 2017)
Raúl del Pozo
(Mariana, Cuenca, Castilla-La Mancha, 1936)
Escritor borgeano y periodista enciclopédico
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