jueves, 5 de septiembre de 2013

Desde dentro se sabe mejor de lo que se habla

 
LOS “PROFES” VUELVEN AL “COLE”

Hay un chiste no por muy sabido menos oportuno en estos primeros de septiembre cuando alumnos y “profes” emprenden la vuelta al “cole”. Son las siete de la mañana y la mamá descorre con suavidad las cortinas de la habitación del hijo. "¡Levántate, anda, ya es la hora de ir a la escuela, tienes preparado el desayuno en la mesa, venga!" El vástago, remolón, le responde: "No pienso ir a clase, ni hoy, ni nunca". "¿Y eso?", pregunta la madre mientras tira dulcemente del edredón. "Por tres razones, mamá. Porque tengo mucho sueño; porque todos en el “insti” se ríen de mí; y porque es muy estresante". La mujer medita unos segundos y dictamina: "Pues, querido hijo mío, te voy yo a dar tres razones por las que debes salir ahora mismo de esa cama. Primera, porque es tu obligación; segunda, porque tienes cincuenta años; y tercera, porque eres el director del instituto". 
 
 
En efecto, la vuelta al cole parece que solo angustia a los chavales. Ya veo en la tele, como cada año, los reportajes de niños llorando a moco tendido a las puertas de los centros. Ya veo los anuncios de uniformes, chándales y mochilas donde tiernos infantes componen cara de infinita tristeza y arraigado aburrimiento. Ya leo a los psicólogos de cabecera dar sabios y conductuales consejos para que los estudiantes afronten asertivamente el horrible trauma que, al parecer, supone volver al aula. Sin embargo, no aparece por parte alguna la otra parte, la parte profesoral.
 
El sistema actual mima a los niños (convirtiéndolos muchas veces en monstruos consentidos) y arrincona a los viejos, porque de los primeros será el futuro reino del consumo y la explotación laboral, mientras que los ancianos compran poco, sólo interesan a farmacias, asilos, hospitales o funerarias, y ya no se les pueden vender hipotecas
 
Me apresuro a decir que ya lo sé, que los "profes" cobran por enseñar, que es su trabajo y que es uno de los más hermosos, que bastante suerte tienen con poder currar en los tiempos que corren, que gozan de muchas vacaciones, que la enseñanza es vocacional, que no sé cuántas cosas más, insisto, que llevo oyendo toda la vida, sean verdad o sean mentiras a medias algunas. Pero sin embargo, también, no parece que haya calado en muchas familias el deber de enseñar a sus hijos que la sociedad paga potentes impuestos para que ellos se formen, que es su trabajo y contribución al cuerpo social el aprender, que bastante suerte tienen con vivir en un occidente escolarizado, que gozan de muchas vacaciones y el aprendizaje es útil y gozoso. 
 
La falta de civismo en el aula es síntoma y consecuencia
de una sociedad enferma con una escala de valores erróneos
 
Estoy seguro de que ahora mismo muchos profesores de Primaria o Secundaria (la Universidad es otra historia, nada que ver), no querrán levantarse de la cama, como le ocurre al del chiste. Porque: ¿les pagan realmente por enseñar? ¿Tienen tiempo para desarrollar su asignatura en condiciones óptimas o buenas, o siquiera pasables? ¿No cobran, más bien, por pacificar adolescentes que vienen muchas veces embrutecidos de casa? ¿Por hacer equilibrios de puro funambulismo para que el alumno interesado adelante y los bandarras crecientes no entorpezcan demasiado unas clases que les importan un pito y que entienden como prolongación de sus botellones y sus whatsapps de última generación?
 
No hacen falta informes PISA para darse cuenta de que el sistema educativo es un desastre, basta pasearse por las librerías y comprobar los pocos jóvenes que por iniciativa propia o viva curiosidad acuden a ellas
 
La administración que tanto miente al decir que vela por los intereses del profesorado, ¿les ha reconocido ya por ley la autoridad pública que son o deben ganársela a pulso (como sostienen los optimistas utópicos y nostálgicos que no tienen ni pajolera idea de lo que ocurre hoy, en 2013, en cientos de escuelas) ante un chaval que los manda a la mierda y les menta a la madre que los parió y les amenaza, sabedora la criatura de que sus papis le van a respaldar y de que el castigo (una semana de expulsión del “cole”) resulta más bien un descanso del que volverán crecidos para armarla de nuevo? ¿Ya no va a haber más demenciales recortes? ¿Se eliminará la precariedad de los interinos? ¿Disminuirá este curso la carga de papeleo estúpido, repetitivo y “cometiempo” que impide al profesor enseñar? ¿Ha crecido este verano la consideración social del docente como instructor cualificado, educador y transmisor de valores, es decir, como pilar indispensable de una sociedad civilizada? No. Por lo tanto, póngame también en los anuncios de la vuelta al cole a un “profe”. Póngame su cara de enorme frustración. Mucha suerte, colegas.
 
(Artículo de opinión escrito por Francisco García Pérez
y publicado por "La Provincia" el jueves 5 de septiembre de 2013)
 
Francisco García Pérez
(Oviedo, 1953)
Filólogo, escritor, periodista y catedrático jubilado

No hay comentarios:

Publicar un comentario