(Las Palmas de Gran Canaria, 1897 - 1977)
Periodista y poeta
PITA DE GUACIMETA
Recibe el aeródromo a los dioses del vuelo
y un florecer de polvo alzado de la siesta
en traslaticia nube se alejó de corrido
cortando la hermosura de la primaria siembra,
menos a ti, inmemorial presente
del polvo antepasado, pita de Guacimeta.
Transistoriza el aire los céspedes de sombra
sin mariposeos en la penumbra abierta
y antes que al suelo coma parásito apetito
lanza su infatigable autoridad a prueba
y desde el floreado pitón comunicante
—vos, distancia, emergencia—
deshace la borrosa tremulación celeste
para poner en curso la maquinaria angélica
y sin que nadie logre diferir su propósito
pide a todas las flores del mundo su presencia
de centenarias tuneras.
En un maravilloso accidente de luz
surge el tierno milagroso de la dura miseria
y pluralmente brota como un suspiro de humo
el halo de una imagen floral a cada piedra.
(San Bartolomé de Lanzarote)
ODA A LANZAROTE
Antes de irme, oh Lanzarote, dame
un hilo de la fibra de tu fuego
para petrificar una palmera
que numere a los cirros con sus mágicos dedos.
Dame un hoyo en la Geria
o solamente dame un volcán muerto
para yacer en paz
sobre la estable noche que anuncie el día eterno,
patos de San Silvestre, que incuben en la luna
y prendan celestiales rincones al regreso
y al volver a temblar de amor en las salinas
reconstruyan con alas milagrosas el cielo.
También un remolino transformante
que de a mi fe por arma su estrella en movimiento
para poder abrir las misteriosas puertas
que sin pecado siga en gracia descubriendo
desde el crepúsculo de la Paloma
hasta el crepúsculo del Cuervo.
Lo que des, Lanzarote, dalo pronto.
Está debilitándose, sin sentirlo, el gorjeo,
y solitariamente me abandonan las plumas
que han de formar la antorcha lustral de mi cortejo
y, profundizando en la codicia,
el ermitaño mar de tu jameo
que dos veces al día prueba el agua;
mar que me duele viéndolo en secuestro
como el libro que hogaño descubriera
las áridas bellezas de tu cuerpo.
Para justipreciar lo que te pido
no pongas torpemente ningún precio;
cuanto más pobres seamos
hemos de ser más ricos herederos
y la corona de humo que nos dejen
monte su paje de hacha en alba de ébano,
que estoy buscando a Dios en tus volcanes
y Dios no gusta de perder el tiempo.
(Poemas escritos por Pedro Perdomo Acedo)
(Los clicos eran una especie de crustáceos
parecidos a conchas que se encontraban aquí)
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