martes, 4 de octubre de 2016

Sobre la debacle del pijiprogre PSOE

  
Pedro Sánchez Pérez Castejón
(Madrid, 1972)
Del puño en alto al gesto petimetre del dedo en la ceja
 
EL MÁRTIR ACCIDENTAL
 
Para entender la hecatombe que está viviendo el PSOE, es decir, la primera fuerza de la izquierda española, quizás basta con las lecturas que de tal implosión hacen la gente y las organizaciones de izquierdas. Efectivamente, lo que ocurre es "un golpe de Estado", que "el aparato del PSOE" ha organizado contra el secretario general "elegido por los militantes", Pedro Sánchez, "un hombre de izquierdas", con el objetivo de que gobierne "el Partido Popular", una acción "estimulada por los grandes poderes económicos del país y por el periódico El País" y comandada por Felipe González, al que se fotografía tomando el sol en un yate, oh, enemigo de clase que ya no pisas la arena de la playa de Ignacio Sánchez Mejías, y Susana Díaz, "una mamarracha" que se encaramó al poder en "la corrupta Andalucía" perpetrando decenas de golpes de Estado" (sic) en el PSOE andaluz.
  
Ni es partido sino varios clanes, ni es socialista sino snob, ni es obrero
sino lleno de pijos y ladrones, ni es en Cataluña español
 
Esto es, más o menos, el engrudo conceptual básico, y lo comparten miles de socialistas con sus cuotas en orden y cientos de miles de votantes del PSOE. Si esta miseria analítica es el marco semántico que la izquierda, sin excluir los socialdemócratas, aplica a la crisis del PSOE, lo extraño es que el PSOE no haya estallado antes. Una izquierda capaz de satisfacerse con un relato semejante está sentenciada por su propia estupidez, ignorancia y autocomplacencia, y me refiero a toda la izquierda de este país, a este cada vez más caricaturesco progresismo, airado y refunfuñón, que hace pajaritas con su encefalograma plano desde hace ya demasiados años. 
 
Viñeta de Manel Fontdevila i Subirana (Manresa, 1965)
 
Llama la atención poderosamente que los que encuentran en los votos de la militancia a Pedro Sánchez una legitimación que es sacrílega cuestionar, se los traigan al pairo los casi ocho millones de votos que cosechó el PP en las últimas elecciones generales y que lo convirtieron en la mayoría minoritaria en el Congreso de los Diputados. El PP es un meteorito que sin ninguna intervención humana cae del cielo, elección tras elección, y en este aciago periodo, además, el meteorito es cada vez más grande. Según sondeos y politólogos, el próximo meteorito puede ser de nuevo gigantesco, y acabar con la extinción de una alternativa de izquierda y la aparición de un nuevo precámbrico que tú bordaste en rojo ayer, sin un solo microbio rojo en todo el ecosistema. 
 
Este cenutrio pasará a la historia de España como el hombre que antepuso a los intereses generales su propia obstinación de querer llegar a ser presidente
 
A esta izquierda, la izquierda para la que lo ocurrido en Ferraz es un golpe de Estado y no una exhibición de inutilidad política, le da lo mismo. Prefiere proporcionar una nueva mayoría absoluta al PP —con el auxilio o no de Albert Rivera y sus bellezas prerrafaelitas— que pactar una estrategia en la Cámara Baja para bloquear o negociar las mayores barrabasadas de la cerril derecha española. Pedro Sánchez no es ningún izquierdista, siquiera sobrevenido, sino un maniobrero inescrupuloso que estaba dispuesto a cualquier cosa (el no a Rajoy, contribuir a que el PSOE fuera secuestrado por Podemos y/o los independentistas catalanes en un Gobierno rodeado de cortocircuitos, propiciar unas terceras elecciones) para encastillarse en la Secretaría General. 
 
Radiografía del actual PSOE
 
El PSOE se desangra porque no tiene un proyecto reformista convincente, porque ignora los códigos, irritaciones y ambiciones de las clases medias urbanas y de los jóvenes parados y mileuristas, porque ha creado en sus entrañas un personal político que no conoce otra cosa que la chupona meritocracia del partido. Sánchez es una puñetera anécdota. Un accidente. Pero bajo la capota, cuando buscan el fallo en el motor, no hay motor, sino un póster amarillento de las elecciones generales de 1982. Entonces se miran los unos a los otros y empiezan a chillar. No es indignación. Gritan de miedo.
 
(Artículo escrito por Alfonso González Jerez y publicado
por el diario “La Provincia” el martes 4 de octubre de 2016)
 
 
Alfonso González Jerez
(Caracas, Venezuela, ¿1965?)
Un periodista inteligente y que demuestra ser muy
buen lector, pues sabe escribir con calidad literaria

No hay comentarios:

Publicar un comentario