jueves, 7 de noviembre de 2024

Un recio bardo de estirpe borgesiana


Rafael Cardona Jiménez
(Cartago, Costa Rica, 1892 - Ciudad de México, 1973)
Profesor y poeta

HOMERO

Este mármol que veis es de aquel griego
que amaba los hexámetros y el vino,
grácil como columna del Ictino,
hecho de luz, sensualidad y fuego.

Alegre en mocedad, fue triste luego
cuando aprendió la ciencia del Destino.
Fue loco, sacerdote y adivino,
y como era vidente, quedó ciego.

Erró por toda Grecia de mendigo.
Amaba a un viejo can de raza doria
y con él compartió la leche, el higo.

Erró, lloró, cantó, se hizo lucero
y se durmió en los brazos de la gloria.
Hizo La Ilíada. Se llamaba Homero.

ANACREONTE

Cantó al Amor. La helénica alegría
puso en sus labios la mejor colmena:
su crátera de oro estuvo llena
de canciones, de sol y de ambrosía.

Sentado en su tonel de malvasía
burló el afán errátil de la pena.
Eros le dio un viñedo por escena
y por corona un pámpano de orgía.

Vivió junto a Polícrates de Samos,
a cuya sombra la inquietud bermeja
se deleitó con los jugosos ramos.

Envejeció de espaldas al Destino
y al morir sucumbió como una abeja
en el lago de púrpura de un vino.

SÓFOCLES

Cantó al alado Peán de la Victoria
cuando el alba inmortal de Salamina
y las falanges, a su voz divina,
presintieron el beso de la Gloria.

Trágico genio cuya gracia doria
dulcificó el semblante de la Erinia
y puso a la violencia una sordina
como al dolor una apacible euforia.

En él halló la euritmia de sus Dianas
Fidias, tal vez, o el grave Policleto
que adora las cadencias meridianas;

y en él, como en un trípode secreto,
se expresaron tres almas soberanas:
Leónidas, Pericles y Epicteto.

SÓCRATES

Mira esta faz de término barbudo
cuya sonrisa irónica y austera
evoca esos penates de madera
que de un tesoro son cofre y escudo.

Hijo de un escultor y una partera,
con la estrigila de su genio pudo
extraer las almas de su bloque rudo
y así esculpir la ciencia verdadera.

Algo sugiere de tebana esfinge
cuando bajo los pórticos de Atenas
propone enigmas o ignorancias finge;

y algo de Cristo cuando al pecho vierte
la pócima mortal que heló sus venas
y le arrancó al imperio de la muerte.


Anacreonte
(Teos, Jonia, 570 - Atenas, Ática, 485 a. C.)
Poeta griego

AQUILES

¡Hijo del mar. espíritu de bruma
de ojos marinos y de crenchas blondas,
eres como el fantasma de las ondas
y la cólera hirviente de la espuma!

Es justo que tu enojo se resuma
en estéril quietud y no respondas,
hasta que por las picas y las frondas
Patroclo caiga a quien la Moira abruma.

Entonces nada habrá que te constriña
o te detenga al fúnebre acicate,
y prometiendo al ave de rapiña

los huesos de Héctor si ante ti se abate,
vuelves con él —despojo de la riña—
atado al pie del carro de combate.

HÉCUBA

¡Fecunda y triste como el surco! Nada
pondrá quietud a tu inmortal fatiga.
Tu pecho es campo en que cundió la ortiga
y panteón tu ancianidad helada.

Tu vientre dio sus brotes a la espada
como a la hoz el campo dio la espiga.
Ya el amor no te da su boca amiga...
¡Eres como la tierra cosechada!

No como antaño, majestuosa reina,
la mano alada tus cabellos peina
ni a tu hombro de marfil pone su broche.

Sola, estéril, errante, mustia y vieja,
graznas como la lúgubre corneja
en el naufragio inmenso de la noche.

PRÍAMO

Más que del hacha del dolor cautivo
—vieja deidad que el ábrego despeña—
bajo la juventud que le domeña,
Príamo cae cual centenario olivo.

Melló su dardo en el broquel esquivo
la inútil mano en que el invierno sueña,
y el albo cuello de nivosa greña
doblóse al golpe del metal argivo.

No circundaron a su frente pura
en dulce enjambre los filiales besos
ni abrió su hueco amor la sepultura.

Cayó, como su prole, a los excesos
del triunfador, y el viento en la llanura
cubrió de arena sus sagrados huesos.

SUS CAPRICHOS

Una vez, por saber si cumpliría
lo que ella me ordenaba zalamera,
arrojó en la prisión de una pantera
el pañuelo que tanto le pedía.

Yo intenté, demostrando valentía,
librar aquella prenda de la fiera,
y al hacerlo, una zarpa traicionera
castigó duramente mi osadía.

Ella entonces, con paso vacilante,
vino a mí, de su hazaña arrepentida,
y al mirar en mi pecho palpitante

el rastro de la garra maldecida,
desató su cabello rutilante
para limpiar la sangre de mi herida.

(Poemas escritos por Rafael Cardona Jiménez)


El primero de los tres poemarios que dio a la imprenta. Es de 1916. Los otros dos fueron: Medallones de la Conquista (1918) y Estirpe (1949)

miércoles, 16 de octubre de 2024

Un poeta muy cercano al conceptismo


John Donne
(Londres, Inglaterra, 1572 - 1631)
Poeta metafísico

LOS BUENOS DÍAS

¿Qué hicimos, a fe mía, hasta el momento
de amarnos? ¿Hasta entonces fuimos niños de pecho?
¿Sorbimos, como infantes, placeres campesinos?
¿Roncamos en la cueva de los Siete Durmientes?
Tal fue, mas fantasías fueron esos deleites;
siempre que descubría una hermosura
y yo la deseaba, ya te veía en sueños.

Y ahora, buenos días a nuestros corazones
despiertos, que no osen contemplarse sin miedo;
pues Amor todo amor en las miradas rige
y en una breve estancia sabe encerrarlo todo.
Que los descubridores visiten mundos nuevos;
que mundos sobre mundos a otros muestre el mapa;
queramos sólo un mundo: lo tenemos, lo somos.

Mi rostro está en tus ojos y en los míos el tuyo,
y fieles corazones en el rostro descansan;
¿cuándo hallaremos dos mejores hemisferios,
sin el Norte glacial ni el decaído ocaso?
Cuanto muere, no estaba mezclado justamente;
si son nuestros amores uno solo, si amamos
sin mengua, no hallaremos ya la muerte.


John Donne a los veintitrés años de edad
(Retrato anónimo)
("National Portrait Gallery" de Londres)

MUERTE, NO SEAS ORGULLOSA

No te envanezcas, Muerte, aunque te llame alguno
poderosa y temible, pues no eres tales cosas.
Aquellos que tú crees abatidos
no mueren, pobre Muerte, ni a mí puedes matarme.

Del sueño y el reposo, tu imagen solamente,
muchos placeres surgen, y mayor placer debía provenir de ti.
Nuestros mejores hombres más pronto a ti se llegan.
Eres reposo de los huesos y liberación de las almas.

Esclava del destino, del azar, de los reyes y los desesperados,
habitas en el veneno, la guerra, las dolencias y la enfermedad;
pero la amapola o los hechizos pueden adormecernos tan bien

como tus golpes, y mejor aún. Así, ¿por qué te ufanas, entonces?
Pasado un breve sueño, eterna es la vigilia
y ya no has de ser más: ¡Muerte, tú morirás!

(Poemas escritos por John Donne)

Casa de John Donne en el pequeño pueblo de Pyrford
(Condado de Surrey)

martes, 24 de septiembre de 2024

Un buen poeta con sensibilidad social


José Albertazzi Avendaño
(Paraíso, provincia de Cartago, 1892 - San José, capital de Costa Rica, 1967)
Poeta, periodista, maestro, orador, abogado, político y bibliotecario

CAUTIVO

Con la aurora hay que dar la gran batalla,
hay que abatir al enemigo fiero.
Todo está listo, y Napoleón, severo,
en la alta noche va a partir y calla.

El hijo de su amor duerme, y ensaya
su boca una sonrisa. El gran guerrero
va a decirle su adiós, quizá el postrero:
¿respetará su vida la metralla?

Besar quiere una mano del pequeño,
pero éste, entre las suyas, en su sueño,
retiene una del bravo Emperador,

y el que venció a la muerte, y el que altivo
su gloria impuso al mundo, está cautivo
de una mano sutil como una flor.

CROMO

Al caer de la tarde se moría,
como se dobla un tallo, el limpiabotas,
y al mirarlo en su lecho parecía
una esperanza con las alas rotas.

Pálido, débil, en su frente había
como un agonizar de ansias ignotas,
y giraban sus ojos en sombría
visión de horas oscuras y remotas.

Madre, murmuró entonces el moribundo,
con un hilo de voz que fue un sollozo,
arregla mi cajón que fue en el mundo

mi único amigo y mi mejor consuelo:
voy a lustrar, radiante de alborozo,
las botas de los ángeles del cielo.


"El betunero"
Estatua en bronce realizada por el escultor
Chano Navarro Betancor
(Las Palmas de Gran Canaria, 1971)
(Parque de Santa Catalina en el cruce con la calle Ripoche)

¿DETERMINISMO?

El bien, el mal, el santo, el delincuente,
palabras petulantes, sin sentido,
ya dijo el otro que del mismo nido
puede salir el ave o la serpiente.

El niño que a la vida sonriente
por atávico mal viene impelido,
será de pecho noble o un bandido
según el torbellino que lo oriente.

Todo, bajo este cielo, es transitorio,
la estrella que deslumbra, el infusorio,
destellos son de un inmortal fulgor.

Todo es cuestión de rumbo y de momento:
con el metal que se hace un monumento,
un odioso puñal forja un traidor.

EL PREGONERO

"La Libertad", "La Patria", se oye el grito
del pregonero en la mañana oscura,
como una imprecación que va a la altura
prolongando sus ecos de infinito.

Esta mañana lo miré, proscrito
de un hogar que abatió la desventura.
Me pareció fugaz caricatura
dibujada por un lápiz maldito.

Él no sabe que va por la pendiente
que lleva al vicio o al dolor. Ignora
que, después de un vivir pobre y doliente,

gritando esos dos nombres desde niño,
lo encontrará vencido su última hora
sin libertad, sin patria y sin cariño.

(Poemas escritos por José Albertazzi Avendaño)

Ruinas de la Iglesia de la Inmaculada Concepción en el poblado de Ujarrás perteneciente al distrito de Paraíso en la provincia de Cartago (Costa Rica)

lunes, 9 de septiembre de 2024

Un poeta modernista cercano al ultraísmo


Adriano del Valle Rossi
(Sevilla, 1895 - 1957, Madrid)
Poeta, articulista, escritor de relatos y pintor

LOS MULILLEROS

¡Corriendo, los mulilleros
con cuántas banderas vienen,
las campanillas de plata,
de plata los cascabeles!

¡Arrastran, corriendo, al toro,
corriendo se van y vuelven,
sonando las campanillas,
sonando los cascabeles,
dándole vueltas al ruedo,
corriendo, corriendo, alegres,
y haciendo girar la plaza
igual que los carruseles!

AL LAGO MAYOR

El reino mineral, vítreo, derrama
su doblado país, cúbico apenas,
y eslabonando peces y azucenas
boga el reloj, el pétalo y la escama.

La luna, deshojándose, embalsama
raíces de balizas y cadenas.
Calafatean lagartos y sirenas.
Zarpa el trino al socaire de la rama.

Se abre de par en par al embeleso
el agua sosegada entre las flores,
con goznes de suspiros y amapolas.

Dulce molusco, al aire se abre el beso,
y derrumban los peces voladores
sus castillos de escamas en las olas.


Islas Borromeas en el Lago Maggiore

A ROMA

Todos los acueductos van a Roma
llevando agua caudal a sus fontanas,
entre tumbas gentiles y cristianas,
catacumbas, cipreses y carcoma.

Al campo y al jardín, el aire toma
su longitud del olor, y a las campanas
de las torres más altas y lejanas,
les va midiendo el eco una paloma.

Casi jirafa, el obelisco abreva
agua feliz que el surtidor eleva
con crines de hipocampos artesianos.

¡Fontanas pías, sixtinas o paulinas,
pontificando al sol en las colinas
con su esplendor de mármoles romanos!

A NÁPOLES

Nápoles apareja sus jardines
y ofrece al pez, virgíneas, sus corolas,
sus anclas de azahar, sus amapolas,
su pulso en flor, su anzuelo, a los delfines.

Toman baños de sol los bergantines.
La lava baja al mar en rompeolas.
Pompeyas de coral cuajan las olas.
La sal sabe a limón, sabe a jazmines.

Y en náutico cristal, la alegoría
del foque y el jardín... Mesa revuelta
que congrega al balandro y al tranvía

con el Vesubio, allí, casi en la puerta...
Y Capri en la azulada lejanía
de un sueño organizado a pierna suelta.

(Poemas escritos por Adriano del Valle)


Nápoles o Neápolis, la Parténope fundada por ciudadanos griegos de Cumas

viernes, 23 de agosto de 2024

Era un explorador de la poesía pictórica


Guillermo Valencia Castillo
(Popayán, Colombia, 1873 - 1943)
Escritor, poeta de influencias parnasianas y modernistas, historiador, periodista, político conservador, académico, profesor y diplomático con ancestros en Alfonso X "el Sabio"

PIGMALIÓN

En líbico marfil tallas tu sueño
de amor, la ninfa que tu ser exalta,
y entre labios de olímpico diseño
flores de perla tu buril esmalta.

Sufres. El bloque de mirar risueño
donde la fiebre de la vida falta,
yace inmóvil. La sangre de su dueño
bajo las curvas gélidas no salta.

Atiende el cielo tu clamor. “¡Resurge!”,
—Apolo clama—. La beldad esquiva
tórnase carne y a la vida surge.

La besas bajo el ático plafondo
y entre la red de su pestaña viva
hallas lo azul sin límite ni fondo.


"Pygmalion praying Venus to animate his statue"
("Pigmalión suplicándole a Venus que conceda vida a su estatua")
(1786)
Óleo sobre lienzo del pintor
Jean-Baptiste Regnault
(París, 1724 - 1829)
(Salón de los Nobles en el Palacio de Versalles)

TURRIS EBÚRNEA

¡Ábreme, torre de marfil, tus puertas!
el mal y bien, los hombres y la vida
a ti no alcanzan, ni el amor que olvida
roba tu paz con esperanzas muertas.

Al crítico Satán, las aras yertas
y el mustio libro tu dosel no anida;
ni a la tribu de lengua dolorida
asilaron tus bóvedas desiertas.

Vive a tu amparo la belleza: muda,
impasible, glacial; última diosa
que ornó de mirto el amoroso griego;

yo —como el ave que Minerva escuda—
quiero en la lumbre de su faz radiosa
apacentar mis círculos de fuego.

(Poemas escritos por Guillermo Valencia)


"Pygmalion and Galatea"
("Pigmalión y su estatua Galatea")
(1890)
Pintura sobre lienzo al óleo de
Jéan-Leon Gérôme
(Vesoul, 1824 - París, 1904)
Pintor academicista
(Museo Metropolitano de Arte en Nueva York)

jueves, 25 de julio de 2024

De un togado codicioso y prevaricador



A UN JUEZ MERCADERÍA

Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!,
menos bien las estudias que las vendes;
lo que te compran solamente entiendes;
más que Jasón te agrada el Vellocino.

El humano derecho y el divino,
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.

No sabes escuchar ruegos baratos,
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.

Pues que de intento y de interés no mudas,
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.

(Poema escrito por Francisco de Quevedo)


Francisco de Quevedo Villegas
(Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645)
Aristócrata, escritor barroco, poeta conceptista y político del Siglo de Oro

sábado, 29 de junio de 2024

Quod vulnerant omnes, sed ultima necat



EL ENTIERRO

Cuatro rudos gañanes, sobre el hombro herculoso,
sustentan el humilde féretro descubierto.
El cura ronca el salmo del eterno reposo,
y redobla la esquila desde el valle hasta el huerto.

Las melenas volcadas de dolor, con incierto
ritmo tardo y solemne adelantan al foso.
Y los torvos ancianos, con la vista en el muerto,
se arrodillan en medio de un silencio espantoso.



"Adiós, alma bendita, paloma de los cielos",
reza el cura. Y unánimes desdoblan los pañuelos...
Por fin, sobre la caja, con íntimo reproche,

cada cual un puñado de tierra vil derrumba...
Todo duerme. A intervalos lastiman en la noche
los aullidos del perro que vela ante la tumba.

(Poema escrito por Julio Herrera y Reissig)


Julio Herrera y Reissig
(Montevideo, Uruguay, 1875 - 1910)
Ensayista y poeta modernista