Alain Bosquet
(Odessa, 1919 - París, 1998)
INTERROGACIÓN
¿Y con quién os pensáis que conversa una rosa?
¿Hacia quién creéis que va un perro solitario?
¿Habéis visto que alguno dé consuelo a una piedra
que llora? El cielo azul, asentado en sus vértigos,
¿os creéis que soporta un silencio tan frío?
No seáis inocentes: la silla siempre es viuda,
la ceniza se queja de ser sólo ceniza
ignorando de qué. Preguntad al cometa
si a pesar de su brillo halla más soportable
la vida que la muerte. Nosotros compartimos
nuestros afectos con las cosas desvalidas: el polen
trashumante, el lagarto espasmódico,
el pedernal dormido. ¿Pensáis que ellos aceptan
tantas burlas y tantos falsos remordimientos?
¿Y con quién os pensáis que conversa una rosa?
¿Hacia quién creéis que va un perro solitario?
¿Habéis visto que alguno dé consuelo a una piedra
que llora? El cielo azul, asentado en sus vértigos,
¿os creéis que soporta un silencio tan frío?
No seáis inocentes: la silla siempre es viuda,
la ceniza se queja de ser sólo ceniza
ignorando de qué. Preguntad al cometa
si a pesar de su brillo halla más soportable
la vida que la muerte. Nosotros compartimos
nuestros afectos con las cosas desvalidas: el polen
trashumante, el lagarto espasmódico,
el pedernal dormido. ¿Pensáis que ellos aceptan
tantas burlas y tantos falsos remordimientos?
¡Oh, acuérdate de ti!
En un jardín cogías algunas fábulas.
Unas personas muy justas
hablaban del mundo y de su caída.
Tú te decías: «¿Tiene
Unas personas muy justas
hablaban del mundo y de su caída.
Tú te decías: «¿Tiene
usted un sobrenombre?»,
Y te contestabas: «Me llamo
joya ahogada, fruta que se niega a abrirse,
infanta sin castillo».
Te cogías de tu mano para no estar sola
entre las flores del aprendizaje.
La época era núbil.
Si esta tarde pasaras
ante la adolescente que fuiste,
¿Te atreverías a reconocerte
y a invitarte a tomar el suspiro?
No tienes que acordarte de ti.
(Traducción de Enrique Moreno Castillo)
Y te contestabas: «Me llamo
joya ahogada, fruta que se niega a abrirse,
infanta sin castillo».
Te cogías de tu mano para no estar sola
entre las flores del aprendizaje.
La época era núbil.
Si esta tarde pasaras
ante la adolescente que fuiste,
¿Te atreverías a reconocerte
y a invitarte a tomar el suspiro?
No tienes que acordarte de ti.
(Traducción de Enrique Moreno Castillo)
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