LOS HIJOS DE ZAPATERO
Los chavales han crecido tan rápido que en dos días han puesto España patas arriba. Han dejado a los partidos políticos sin campaña electoral y al resto con la boca abierta. Desde hace cuatro días, catedráticos, analistas, profesores, periodistas, analistas, profesores, periodistas, economistas, banqueros, empleados de banca, comerciantes, funcionarios públicos, sociólogos, estadísticos, jueces, magistrados, analistas de Bolsa, ejecutivos y gurús debaten sobre el significado del movimiento, las causas, las consecuencias, el impacto político, a quién beneficia, a quién perjudica, qué quieren, quiénes son y de dónde han salido. Es fácil. Sólo tienen que fijarse un poco. Son sus hijos y han salido de sus casas.
La historia de esta acampada empieza a finales de los 80 y en los 90. Estos muchachos llegaron al mundo cuando España empezaba a ser "el país del mundo donde más rápido se podía hacer uno rico". Siendo niños, no les faltó nunca de nada. No se vieron obligados a usar la ropa de sus hermano mayores, el armario rebosaba de juguetes, cada máquina japonesa que salía al mercado inmediatamente llegaba hasta sus manos. La adolescencia les llegó a estos chavales coincidindo con los años más florecientes del pelotazo, por lo que apenas tuvieron que preocuparse por nada. Sus padres se lo dieron todo hecho. La prosperidad florecía por todos los rincones, coches grandes, apartamentos en la playa, universidades en cada barrio, vacaciones en Tailandia.
Los muchachos crecieron pensando que el árbol de la vida seguiría dando manzanas de oro por toda la eternidad y que ellos podrían comprarse un piso y un deportivo si estudiaban, e incluso si no estudiaban. Pero de repente llegó la crisis y con ella una realidad con la que nunca habían contado. El sistema no tenía trabajo ni sueldo para casi la mitad de esta generación. Como mucho, contratos precarios de 600 euros.
Los mileuristas pasaron a ser personas con suerte. El sistema que les había permitido vivir como reyes ahora les decía: chicos, se acabó la fiesta porque se acabó la pasta. Entonces descubrieron que su prosperidad se asentaba sobre un sistema económico inmoral, aunque sin alternativa, y un sistema político agujereado por la corrupción. Los chavales preguntaron: ¿por qué?
Uno de los padres, José Luis Rodríguez Zapatero, les dijo que era culpa de los mercados y que tenía que cumplir las órdenes del FMI. Les sorprendió y les indignó sobremanera que el padre más enrollado de todos los padres se codeara ahora con los banqueros y no con ellos, como había prometido. Así que salieron a la calle. Sus padres les entienden, les apoyan y les llevan comida. Se sienten culpables porque ellos también fueron hippies y una noche despertaron del sueño.
(Artículo de opinión escrito por Lucía Méndez y publicado
en el diario "El Mundo" el sábado, 21 de mayo de 2011)
Lucía Méndez
(Zamora, 1960)
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