EL LEGADO
Ya sabemos el lema de los socialistas para la refriega electoral: que son inocentes, que la culpa de la crisis es de la oposición, de los americanos o del neoliberalismo. El ministro Blanco ha iniciado una gira por Europa para vender los pisos y solares patrios, que están a precio de saldo "porque el PP hinchó dolosamente una burbuja que acabó explotando y que ha liquidado el sector de la construcción"; el ministro Gómez no se siente concernido por los cinco millones de parados, que también ha decidido endosar al señor del bigote, y el presidente Zapatero dice que la crisis la provocaron otros, que siete de cada diez parados provienen de leyes aprobadas durante la era Aznar. Han tenido siete años para enfriar el boom inmobiliario, disipar el frenesí crediticio del sector financiero o reformar el mercado laboral, pero prefirieron disfrutar de las mieles de la expansión hasta que se estropeó la fiesta. Decidieron consumir todas sus energías en practicar la revolución social y maltrataron la economía.
¿Qué responsabilidad tiene el señor Zapatero en la crisis actual? Mucha. Subió el salario mínimo a sabiendas de que genera paro. Alentó la profundización del proceso autonómico, provocando la espiral de gasto que ahoga las cuentas públicas y desatando la diarrea legislativa que ha roto la unidad de mercado y castigado la eficiencia empresarial. Mantuvo intacto hasta última hora el marco laboral, auspiciando una subida de costes superior a la inflación que ha lesionado la competitividad y generado una masiva destrucción de tejido empresarial y empleo. Ha conservado atados los sectores productivos, impidiendo la concurrencia en el sector eléctrico o en la distribución comercial, y permitiendo abusos en el mercado de las telecomunicaciones. Pero si me preguntaran qué es lo peor de todo, estoy dispuesto a sorprenderles.
Lo peor de Zapatero es el poso ideológico de su mandato, la pedagogía barata de siete años. Esto de que los derechos de los ciudadanos son ilimitados y sus obligaciones mínimas, que debemos expandir la protección social sin freno (pese a ser financieramente insostenible y culturalmente nociva), su desprecio por el emprendimiento y el mundo de los negocios, su apego pueril a unos sindicatos con los que ha gobernado en coalición. Deja un tremendo legado. Consiste básicamente en haber anulado por completo la responsabilidad individual sobre el destino propio, en haber forjado un país cuya tragedia siempre es culpa de los demás.
(Artículo de opinión escrito por Miguel Ángel Belloso y publicado
en el diario "El Mundo" el domingo 8 de mayo de 2011)
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