Cuatro rudos gañanes, sobre el hombro herculoso,
sustentan el humilde féretro descubierto.
El cura ronca el salmo del eterno reposo,
y redobla la esquila desde el valle hasta el huerto.
Las melenas volcadas de dolor, con incierto
ritmo tardo y solemne adelantan al foso.
Y los torvos ancianos, con la vista en el muerto,
se arrodillan en medio de un silencio espantoso.
reza el cura. Y unánimes desdoblan los pañuelos...
Por fin, sobre la caja, con íntimo reproche,
cada cual un puñado de tierra vil derrumba...
Todo duerme. A intervalos lastiman en la noche
los aullidos del perro que vela ante la tumba.
(Poema escrito por Julio Herrera y Reissig)
(Montevideo, Uruguay, 1875 - 1910)
Ensayista y poeta modernista