lunes, 23 de marzo de 2015

En torno a "Una generación ensimismada"

 
UNA GENERACIÓN ENSIMISMADA
 
El «selfie» (autofoto) fue la palabra del año 2014 para FUNDEU (“Fundación del Español Urgente”). Tratándose de una institución que se dedica a estudiar «el español urgente», nada tan urgente como la palabra «selfie». Lo curioso es que, más allá del origen castellano del término, ni siquiera la elección comportaba el rasgo de originalidad. Llegaba tarde, porque ya en 2013 el muy prestigioso “Diccionario Oxford” había elegido tal vocablo como palabra del año. Y así, el verdadero signo de la “Marca España” –llegar siempre «tarde al banquete de la civilización»– cumplía una vez más con la tradición, y, además, como gesto modernizador, lo ejecutaba una Fundación dedicada, nada menos, al estudio del español. Llegaba tarde, al designarla como palabra del año, y en inglés (“¡viva el cosmopolitismo!”, pensaría melancólicamente alguno). Sin embargo, más allá de la mera cuestión lingüística, aceptemos moderadamente tan extravagante hecho, porque lo que aquí interesa es el concepto, ese de «selfie» que, sin apurar demasiado, es una formidable metáfora de la soledad actual y del ensimismamiento de toda una generación. Barcelona es la ciudad española donde más autofotos se realizan. Y cerca del 60% de los españoles admiten ser adictos (sic) a los «selfies». Como sabemos, esto de «adictos» tiene un carácter de obsesión o, si se quiere, de signo de los tiempos.
 
 
Contemplarse a sí mismo, encantarse, no dejar de mirarse, ser la única realidad posible y cercana, parece el tema de nuestro tiempo. Reflejarse una y otra vez en cualquier momento y en cualquier lugar, adaptar el artilugio tecnológico al propio rostro, fijar el tiempo, no salir de ahí, estar en la nube. El «selfie» es lo contrario de la intimidad. La autofoto, en español urgente, sin molestar los remilgos de FUNDEU, invadirá las redes sociales. El nuevo y tecnológico Narciso se contempla en las aguas turbulentas del intercambio sin destinatario conocido o tan conocido que es inexpresivo, no existe. La autofoto se lanza al vacío de la red. La cosa es mostrarse, exhibirse hasta el fin. «Una vida –escribió Ortega– es, por excelencia, intimidad, aquella realidad que solo existe para sí misma y, por lo mismo, sólo puede ser vista desde su interior». No ahora, esta generación ensimismada mira hacia el exterior, lo íntimo es lo común, lo que se comparte o exhibe. Y lo común es el laberinto de rostros que vagan por los invisibles hilos de la comunicación. Es lo que Alain Finkelkraut en La identidad desdichada (2014) ha denominado «el despotismo del yo». Una imposición surgida del enamoramiento hacia sí mismo. Un desbordamiento. Para Javier Callejo: «Estamos ante una generación joven educada para ser turista. Normalizada en el viaje, desde las primeras excursiones escolares, empezando en la Primaria, hasta el turismo universitario de las becas “Erasmus”. Educada para la movilidad. Para moverse por el mundo. Sin fijaciones. Para moverse entre empleos, proyectos, identidades y lugares. Y ante una generación que valora el ocio. Según la última “Encuesta Mundial de Valores” (World Values Survey) para España, nada menos que el 96% de los menores de 30 años opina que el tiempo de ocio es muy o bastante importante en su vida» («Del veraneo al nomadismo», Claves de Razón-Práctica, 235).
 
 
Ese vaivén de lugares, proyectos e identidades, sobre todo de identidades, es lo único que les queda, contemplarse ensimismados. Son turistas de la vida, de sí mismos, y la función esencial del turista es fotografiar, fijar una y otra vez el momento, con obsesivo encanto. Ya Richard Sennett en La corrosión del carácter (Anagrama, 1996) advirtió que «la eliminación del empleo garantizado de por vida, sería ocupado por contratos efímeros, arbitrarios, ocasionales. Sin duda, no, claro está, en busca de una mayor eficacia (por parte del contratante) sino de un rendimiento sin derechos». Así el único derecho que les asiste es el nomadismo y el ensimismamiento. Una realidad sin más centro ya que ellos mismos.
En la muy pedagógica –para los asuntos tratados hasta aquí– película “Her” (Spike Jonze, 2013), el espectador contempla una profunda y melancólica metáfora de los nuevos tiempos: ya no hace falta el contacto entre las gentes, todo se resuelve con una cámara y una voz. El resto no existe. La intimidad es ante la cámara. El regodeo del «yo» y su exhibición. Encantados de haberse conocido quieren dejar constancia de su paso por el mundo. La revista “Time” tituló una de sus portadas «The Me Me Me Generation». Es una suerte de «dandismo igualitario» (Tara Burton). El «selfie» es el inmenso espejo de uno mismo, y nada más. La vida, así, es un cristal de reflejos. Ya no hay lugar para la intimidad. En cada momento, en cada ocasión, en cada lugar está el «selfie» para advertirnos que sigue ahí, que va de un lado para otro, sin llegar a ningún sitio. La cuestión es contemplarse.
 
 

«Vivimos en una época –escribe Mario Vargas Llosa– en que aquello que creíamos el último reducto de la libertad, la identidad personal, es decir, lo que hemos llegado a ser mediante nuestras acciones, decisiones, creencias, aquello que cristaliza nuestra trayectoria vital, ya no nos pertenece sino de una manera muy provisional y precaria». Una generación ensimismada muta su intimidad en espectáculo y refleja su soledad en la queja.
La periodista Meredith Haaf (Múnich, 1983) publicó hace pocos años un libro aleccionador, Dejad de lloriquear (Alpha Decay), dedicado a los que hoy se mueven entre los felices 20 y 30 años, la generación de nativos digitales, que surfean por la red y se exhiben con un ego inconmensurable. El mundo, piensan, debe girar en torno a ellos. Como los «selfies», Haaf reconoce que: «mi generación ha quedado atascada en una prolongada postadolescencia». Que hoy presenta dos rasgos característicos: el «selfie» –por mucho que otros, adultos, se sumen a la feria de las vanidades– y la queja. Pero, postadolescentes e infelices, conmovedoramente ingenuos, ignoran, en su inocencia digital, algo que el filósofo Daniel Innerarity advirtió: «La legitimidad de la sociedad para criticar a sus representantes no quiere decir que quienes critican o protestan tengan necesariamente razón. El estatus de indignado, crítico o víctima no le convierte a uno en políticamente infalible». Y en esas estamos. Eso sí, sin dejar de mirarnos.
 
(Artículo de opinión escrito por Fernando Rodríguez Lafuente
y publicado por el periódico “ABC” el lunes 9 de marzo de 2015)
 
Fernando Rodríguez Lafuente
(Madrid, 1955)
Profesor de Teoría de la Literatura y Crítica Literaria
 
BREVE COMENTARIO DEL TEXTO

1. Tema: 
 
El narcisismo egocéntrico de las jóvenes generaciones que se contemplan haciéndose autofotos satisfechas de sí mismas.
 
2. Tesis:
 
Los jóvenes deberían enriquecerse intelectualmente cultivando un pensamiento más profundo y preservando su vida interior en la intimidad, no exhibiendo superficialmente su aspecto exterior transitorio.
 
 
3. Resumen:
 
El “selfie” o autofoto inunda la realidad actual. Barcelona, por ejemplo, es el lugar de España donde más se lleva a cabo. Una obsesiva egolatría se ha convertido en el hábito más usual de nuestra época, peor va en dirección contraria a la intimidad exigible para podernos reconocer a nosotros mismos. Las nuevas generaciones están siendo educadas en la transitoriedad, el nomadismo, lo efímero, lo superficial, y puede ser que no sea por su felicidad, sino para acostumbrarlos a la explotación laboral sin derechos. A los jóvenes se les está entrenando para el ensimismamiento endiosado y la precariedad de la inestabilidad. Se trata de una generación egocéntrica incapaz de percibir que va a ser abandonada a su suerte con escasa protección gubernamental. Creen que toda la realidad girará en torno suyo, sin darse cuenta de la inmensidad del mundo y de su propia insignificancia. Su victimismo o su indignación, cuando se descubran desasistidos, no convertirá sus quejas en veredictos infalibles.
 
 
4. Comentario crítico personal:
 
El “selfie” es la culminación de unas jóvenes generaciones sobreprotegidas y manipuladas sin ellas mismas saberlo. Es natural que alguien en la lozanía de sus mejores años guste de ver reflejada su propia imagen. Lo preocupante es que esa misma persona confunda la nuez con la cáscara y se piense el ombligo del mundo por la cara, sin nada sustancial detrás. La juventud tiende por egoísmo ombliguista a ignorar la historia, especialmente por considerarla ajena y desfasada, como si no le incumbiera. Olvidar que venimos al mundo sin conocimientos ni experiencia pone en grave riesgo a quienes creen saberlo todo simplemente por rebosar de salud y energía. Hay que tomarse la molestia cotidiana de asomar la nariz por los medios de comunicación, sobre todo escrita, para aprender en qué clase de sociedad nos desenvolvemos.
La práctica de las autofotos está en la línea de la felicidad obligatoria, por decreto, algo hipócrita que está en contradicción con cualquier enseñanza moral o religiosa que recoge una sabiduría acumulada durante siglos. La vida más bien es lucha y sufrimiento, no la huera publicación de un rostro autofotografiado y colgado en una red sin más trayectoria personal y profesional que lo respalde. Para colmo, la fugacidad de las instantáneas y el nomadismo que conlleva, al buscar constantemente nuevos sitios donde autorretratarse, parecen ser un entrenamiento al que los poderes establecidos, financieros y políticos, pretenden habituar a los ciudadanos, puesto que van a ser individuos sin apenas derechos, con empleos tan frágiles y pasajeros como la propia naturaleza del turismo; una semana aquí, quince días allá, a lo sumo tres meses desempeñando un papel determinado en una empresa “y” o en una ciudad “x”.
El “selfie” puede cobrar sentido como testimonio de un momento y un lugar determinados para obtener un recuerdo, tal y como antes ocurría con los álbumes de fotografías familiares. También es lógico en quien es famoso y promueve una imagen o marca, incluso es necesario en quien busca promocionarse y labrársela. En caso contrario podría muy bien significar la proyección de una mueca que transmite el vacío y la banalidad del personaje fotografiado.
 
Norma Jean Baker no vivió la época de los "selfies"
y buscó en la lectura llenar los vacíos de su existencia 

domingo, 22 de marzo de 2015

Comentario sobre "Las imágenes de España"

Logotipo creado por Joan Miró en 1983, el año de su muerte, para "Turespaña", el organismo responsable de la promoción turística española. Conocido popularmente como "el huevo frito de Miró", su colorido y alegre estilo naïf ha sido el sello por el que desde hace más de tres décadas se sigue reconociendo a nuestro país en todas partes
 
LAS IMÁGENES DE ESPAÑA
 
Lamento comenzar con un tópico: vivimos en un mundo global en el que los países rivalizan por atraer inversión y turismo, por lograr influencia o por vender más. Esto es bien sabido, pero no todos comprenden una consecuencia de ello, la necesidad de cada país de forjarse una imagen que permita identificarlo y diferenciarlo de los demás, especialmente de los que pertenecen a su misma zona geográfica. Y en esa competencia, algunos países parten con ventaja porque tienen ya un perfil, labrado a lo largo de los siglos, que los distingue claramente. De hecho, son muchos los estados que están invirtiendo en crearse una marca, un icono, una representación o un eslogan que sirva para identificarlos en la imaginación de los demás. A diferencia de ellos, España es un país conocido y distinguible claramente de su entorno europeo y esto es un gran activo en la competencia económica y política internacional. Basta con utilizar la imagen de un toro, de una bailaora de flamenco o, en toda África, la foto de alguno de nuestros futbolistas estrella, para que en el extranjero se reconozca inmediatamente a España. La mayoría de los países no tienen ese privilegio. En Europa, sólo Francia (la torre Eiffel) y el Reino Unido (el Big Ben) tienen iconos tan fuertes como los españoles.
Pero además de contar con esos iconos que identifican, es importante el prestigio del país. En este terreno, las encuestas internacionales muestran cómo la valoración global de España se sitúa siempre entre los veinte primeros puestos mundiales, a la par con Francia e Italia, y muy por delante de Grecia. En una escala de valoración de cero a cien, en la que Suiza obtuvo en 2014 el primer puesto mundial, con 76 puntos, España ocupa el puesto 16 con 64 puntos, Francia tiene 65 y Grecia, 52 (“Country RepTrak 2014”).
El Barómetro sobre la Imagen de España del Real Instituto Elcano (BIE) ofrece resultados muy semejantes: nuestro país recibe un 6,9 sobre 10 como nota media en los países entrevistados a finales de 2014. Ambas encuestas muestran que la valoración de España ha sufrido un desgaste producido por la crisis económica, del que se ha recuperado a lo largo de 2013 y 2014, en una evolución marcada por los resultados económicos y la fiabilidad de las instituciones que gestionan la economía del país. En este sentido, prima de riesgo y prestigio corren paralelos, y por eso la reputación española alcanzó su punto más bajo en 2012, cuando parecía inminente un rescate general «a la griega». Muy destacable en este sentido es el gran avance del prestigio español en Alemania que detecta el último BIE. 
 
El toro de Osborne ha sido un icono de la bravura española hasta que a determinadas élites financieras se les ocurrió especular con las céntricas plazas y transformarlas en centros comerciales o edificios de viviendas, para lo cual no han dudado en manipular a los bienintencionados defensores de los animales con falsos argumentos ecológicos
 
Pero al margen de la gestión y los resultados económicos, la imagen internacional de España en la mayor parte de sus diferentes atributos es tradicionalmente positiva y no se ha visto afectada por la crisis. España es, en la perspectiva de los otros, democrática, tolerante, solidaria, honesta, trabajadora y pacífica. También es tradicional y religiosa, en un perfil que parece directamente relacionado con la Semana Santa y su impacto en los medios de comunicación y en la publicidad turística. En otros aspectos más relacionados con el «haber» del país, como su naturaleza, su cultura, su nivel educativo, su contribución al desarrollo o la paz mundial, el prestigio de sus marcas comerciales, su seguridad o su atractivo como destino turístico, España ocupa siempre un lugar entre los veinte primeros del mundo según la fuente más sistemática, la encuesta del “RepTrak”. Nuestro país juega, por tanto, en la liga de los más fuertes en la competición del prestigio internacional, pero puede ganar puntos dentro de ella. De esto es consciente la sociedad, que en su mayor parte da prioridad en la política internacional a la defensa de la imagen del país.
Pero el gran problema de la imagen de España no está fuera, sino dentro. Como decía Antonio Machado, por boca de Juan de Mairena, los españoles somos «muy severos para juzgarnos a nosotros mismos (…). Hay que ser español para decir las cosas que se dicen contra España». La autoestima de los españoles se derrumbó tras la debacle de 1898, se mantuvo baja durante generaciones y sólo se superó casi un siglo después con la entrada en la Unión Europea, las Olimpiadas de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla y, aún más, en los primeros años 2000, los del «boom». Los españoles llegaron a darse a sí mismos un notable a comienzos del 2007, 83 puntos sobre 100, por encima de su puntuación a cualquier otro país, pero la crisis ha socavado de tal forma la valoración propia que ahora apenas se conceden un aprobado raspado de 53 puntos, muy por debajo de la nota que se les da desde fuera. Superar esa crisis de identidad y de autoestima, que lastra las capacidades del país, es uno de los grandes retos pendientes.
 
(Artículo de opinión escrito por Carmen González Enríquez
y publicado por el diario “ABC” el martes 10 de marzo de 2015)
 
Carmen González Enríquez
(Catedrática de Ciencia Política en la UNED e investigadora principal
de Demografía y Migraciones Internacionales del Real Instituto Elcano)

COMENTARIO DE TEXTOS

1. Justificación textual:

Se trata de un acertado artículo de opinión con carácter expositivo porque aporta datos y expone ideas que reflejan los parámetros por los que se rigen los mecanismos económicos en el sistema del mercado de valores del mundo actual. Además, es argumentativo porque intenta dotar con razonamientos y cifras el posicionamiento que defiende la autora, el cual viene a ser el de poner en valor lo que últimamente se ha dado en llamar “Marca España”.

2. Contextualización y elementos de la comunicación:

El emisor es la catedrática universitaria Carmen González Enríquez, el canal es el periódico “ABC” (tanto en soporte digital como en formato de papel). Los receptores vendrían a ser los lectores de este medio de comunicación, bien sea en papel impreso o en su versión digital. El contexto situacional es el de la recuperación económica tras casi una década de recesión en la que España estuvo a punto de tener que ser rescatada por el Banco Central Europeo al situarse la prima de riesgo en índices muy altos. El código lingüístico es el del español formal o estándar empleado con claridad y fluidez.

3. Funciones del lenguaje:

Al ser un texto expositivo, el predominio de la función referencial o representativa es palpable. Tenemos la sensación, al leerlo, de que se nos está informando sobre la posición que ocupa España como país receptor de turistas y sobre la visión que se tiene de nuestro país. En segundo lugar aparece reflejada la función apelativa o conativa porque lo expuesto y argumentado pretende mover al lector para que éste realice una acción determinada: la de elevar su autoestima y reforzar así la del conjunto de ciudadanos que forman España. En tercera instancia podríamos considerar como un ligero matiz la función expresiva o emotiva habida cuenta de que el texto comienza abiertamente con una forma verbal en 1ª persona del singular como declaración de intenciones a título personal: “Lamento comenzar con un tópico….” En realidad, no sólo no vuelve a retomar la 1ª persona verbal en el resto del texto, sino que la idea defendida no es originalmente suya, pues se trata de un nuevo mantra entre las clases dirigentes, según afirma el doctor en Ciencias Químicas Pedro Ramiro en su reciente ensayo titulado “Marca España” ¿A quién beneficia? (Barcelona, Editorial Icaria, 2014, pp. 95).
 
Cubierta del libro que reflexiona sobre el nuevo dogma de las clases dominantes, políticas y empresariales, el reforzamiento de nuestra imagen que, según el autor, las beneficia principalmente a ellas
 
4. Tema, tesis y estructura:
 
El tema es la potenciación de la imagen, logo, marca, perfil o icono de España. La tesis viene a ser la necesidad del fortalecimiento de la proyección icónica de España para generar más ingresos con una mayor afluencia de visitantes interesados por un destino turístico diferenciado, y por tanto, mucho más atractivo. La estructura es de carácter inductivo, pues partiendo de una premisa inicial (“los países rivalizan por atraer inversión y turismo”), y desarrollándola a lo largo del texto centrándose en España, llega a una conclusión final tras exponer datos estadísticos y argumentar con ellos la necesidad de incrementar nuestro prestigio reforzando nuestra idiosincrasia y la percepción positiva de nosotros mismos, tanto de cara al mercado interior como al extranjero.
 
5. Resumen:

Los países compiten entre sí por vender sus productos, atraer inversores y turistas. Las naciones con una imagen fácilmente identificable están en mejores condiciones de ser prósperas. España goza de un logo o marca inmediatamente reconocible, lo cual es una ventaja. Además del perfil identificable, cuenta el prestigio, y España se sitúa entre los veinte primeros países del mundo, concretamente en el puesto decimosexto. Sin embargo, la crisis ha mermado la percepción que se tiene de nuestro país, especialmente entre sus propios habitantes. Desde el desastre de 1898 tardamos casi cien años en recuperar la autoestima con el ingreso en la Unión Europea, la celebración de las Olimpiadas de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla en 1992. En el año 2007 nos concedíamos 83 puntos sobre cien al valorarnos, ocho años después nos damos sólo 53 puntos, una cifra inferior a la que nos conceden en el extranjero. Superar este clima depresivo, reforzando nuestra identidad y la fe en nosotros mismos, es el gran objetivo a conseguir.

6. Importancia y actualidad del tema:

Todos, de manera directa o indirecta, vendemos un producto según el punto de vista de la economía del mercado. Ya sea una imagen o una mercancía, algo virtual o sólidamente tangible, la globalización supone una dura competencia por destacar en un contexto mundial de todos contra todos. Hay que obtener recursos de donde se pueda para encarrilar el final de la crisis o tratar de salir de ella. Por tanto, la propuesta de reforzar la identidad de España es fundamental para alimentar su más potente industria: la del sector de servicios enfocada al turismo. Mejorar la autoestima de quienes hacen un país, sus habitantes, es completamente necesario para avanzar hacia el futuro. En unos momentos de dudas y percepción a la baja de nosotros mismos, este artículo de opinión no sólo es pertinente y actual, sino también oportuno.
 
Imagen que identifica a España aunque con ella
no se sientan identificados todos los españoles
 
7. Argumentación:

Carmen González Enríquez utiliza un amplio abanico de argumentaciones en el que sobresalen cuatro argumentos de datos: “Suiza obtuvo en 2014 el primer puesto mundial, con 76 puntos, España ocupa el puesto 16 con 64 puntos, Francia tiene 65 y Grecia, 52”, “Nuestro país recibe un 6’9 sobre 10 como nota media en los países entrevistados a finales de 2014”, “España ocupa siempre un lugar entre los veinte primeros del mundo según la fuente más sistemática, la encuesta del RepTrak”, “La crisis ha socavado de tal forma la valoración propia que ahora (los españoles) apenas se conceden un aprobado raspado de 53 puntos”. Tres argumentos de causa-consecuencia: “Los países rivalizan por atraer inversión (causa). No todos comprenden una consecuencia de ello, la necesidad de cada país de forjarse una imagen (consecuencia)”, “La valoración de España ha sufrido un desgaste  producido por la crisis económica” (causa), “del que se ha recuperado a lo largo de 2013 y 2014 por los resultados económicos y la fiabilidad de las instituciones” (consecuencia), “España ocupa siempre un lugar entre los veinte primeros” (causa). “Nuestro país juega, por tanto, en la liga de los más fuertes en la competición del prestigio internacional” (consecuencia). Dos argumentos positivos (puesto que respaldan la tesis sostenida por la autora): “Es importante el prestigio del país”, “Superar esa crisis de identidad y de autoestima, que lastra las capacidades del país, es uno de los grandes retos pendientes”. Dos argumentos de ejemplificación: “De hecho, son muchos los estados que están invirtiendo en crearse una marca”, “Basta con utilizar la imagen de un toro, de una bailaora de flamenco o (…) la foto de alguno de nuestros futbolistas estrella”.  Dos argumentos de generalización: “La imagen internacional de España es tradicionalmente positiva (…) democrática, tolerante, solidaria, honesta, trabajadora y pacífica”, “La sociedad (…) en su mayor parte da prioridad en la política internacional a la defensa de la imagen del país”. Un argumento de verdad evidente: “Vivimos en un mundo global en el que los países rivalizan por atraer inversión y turismo”. Un argumento de contraste: “A diferencia de ellos, España es un país conocido y distinguible”.. Un argumento de autoridad: “Como decía Antonio Machado, por boca de Juan de Mairena, los españoles somos muy severos para juzgarnos a nosotros mismos”. Y un argumento de hecho con carácter histórico: “La autoestima de los españoles se derrumbó tras la debacle de 1898, se mantuvo baja durante generaciones y sólo se superó casi un siglo después…”.

Algunas medallas conseguidas por deportistas españoles
probablemente no superarían estrictos controles anti-doping

8. Análisis de los recursos lingüísticos:

En el plano fonético sólo cabe destacar el uso del extranjerismo “Country RepTrak” (/’kantri reptraek/). En el de la cohesión textual el discurso arranca con la deixis de la forma verbal “lamento” en 1ª persona del singular señalando a la propia autora quien, de manera inmediata, recurre al plural de modestia “vivimos” para involucrar al lector y hacerlo copartícipe de sus razonamientos. Es una forma de disuasión recurriendo a la complicidad lectora. El tiempo presente de ambas formas verbales sitúan la referencialidad del texto en la plena actualidad vigente. En el plano espacial, el sintagma nominal “mundo global” señala deícticamente a la humanidad en su conjunto, si bien el uso de los nombres propios “Europa”, ”España”, “Reino Unido”, “Francia” o “Grecia”, restringirá el ámbito sobre el que el texto discurre. Como el tema esencial se fundamenta sobre España, éste será el vocablo más empleado. Algunos elementos deícticos internos que aparecen en el texto son, por ejemplo:
“Un mundo global en el que los países”: el pronombre relativo “que” señala al antecedente “mundo global”.
“Una imagen que permita identificarlo y diferenciarlo de los demás”: el pronombre relativo “que” señala al antecedente “imagen”, mientras los pronombres personales “identificarlo” y “diferenciarlo” funcionan como deícticos anafóricos que se  refieren al sustantivo común “país”. Hay una elipsis detectable en el sintagma preposicional “de los demás (países)”.
“Perfil que los distingue”: el pronombre relativo “que” señala al antecedente “perfil” y el pronombre personal “los” al sustantivo común en plural “países”.
“Los estados que están invirtiendo”: el pronombre relativo “que” señala al antecedente “estados”.
“Un eslogan que sirva para identificarlos”: el pronombre relativo “que” señala al antecedente “eslogan” y el pronombre personal “los” al sustantivo “países”.
“A diferencia de ellos”: el pronombre personal “ellos” señala a “muchos estados del mundo que están invirtiendo para crearse una marca distinguible”.
En el plano morfosintáctico se comprueba el predominio abrumador de las formas verbales en 3ª persona: rivalizan, es, comprenden, pertenecen, parten, distingue, son, se reconozca, basta, tienen, muestran, se sitúa, obtuvo, ocupa, ofrece, recibe, muestran, ha sufrido, se ha recuperado, gestionan, corren, alcanzó, parecía, detecta, ha visto, juega, puede, está, dicen, llegaron, conceden, da, lastra. La excepción de la 1ª persona del plural “somos” aparece por el indirecto  medio de una cita, no directamente en el texto.


Vemos que predominan las construcciones subordinadas, especialmente las proposiciones relativas o adjetivas (“prestigio español en Alemania que detecta el último BIE”, antecedente: “prestigio”. “De esto es consciente la sociedad, que en su mayor parte”, antecedente: “la sociedad”. “Crisis de identidad y de autoestima, que lastra las capacidades del país”, antecedente: “crisis de identidad y de autoestima”, “Un desgaste producido por la crisis económica, del que se ha recuperado…”, antecedente: “desgaste”). Es apreciable también alguna subordinación causal (“Algunos países parten con ventaja porque tienen ya un perfil”), consecutiva ( “La crisis ha socavado de tal forma la valoración propia que ahora apenas…”), final (“Basta con utilizar la imagen de un toro […] para que en el extranjero se reconozca…”), una subordinada comparativa de igualdad ( “Tienen iconos tan fuertes como los españoles”), una proposición sustantiva de Complemento Directo (“Ambas encuestas muestran que la valoración de España…”), adverbial temporal (“La reputción española alcanzó su punto más bajo en 2012, cuando parecía inminente un rescate general…”), adverbial modal (“España ocupa siempre un lugar entre los veinte primeros del mundo según [refiere] la fuente más sistemática…”). Las oraciones simples son muy escasas, apenas tres: “Lamento comenzar con un tópico”, “La mayoría de los países no tienen ese privilegio”, “España es, en la perspectiva de los otros, democrática, tolerante, solidaria honesta, trabajadora y pacífica”. Las coordinadas son casi inexistentes. Valga como botón de muestra esta oración coordinada adversativa: “Nuestro país juega […] en la liga de los más fuertes […], pero puede ganar puntos dentro de ella”. En cuanto a las marcas textuales, observamos los conectores de refuerzo “de hecho”, “en este sentido”  y “pero además”, el de consecuencia “por tanto”, o el de contraste y restricción “pero”.
En el plano semántico apreciamos el uso del helenismo “tópico” (‘lugar común’) que deriva del griego “topikós” (“local”) y éste a su vez de “tópos” (lugar, plural: tópoi = ‘lugares’), o el empleo de un acrónimo: BIE (Barómetro sobre la imagen de España). Más importante que un término en concreto es hallar campos semánticos como el de la economía (inversión, vender, competencia, mundo global, marcas comerciales, “haber” del país, turismo, crisis, resultados, activo, económica, prima de riesgo, desarrollo, valoración global, valoración propia), el de la fama (prestigio, reputación, conocido, distinguible), o el de la enseñanza (nota, aprobado raspado, nivel educativo, cultura). Aparecen familias léxicas como: Europa, europeo / España, español, españoles / inversión, invirtiendo / país, países / competencia, competición / gestión, gestionan / diferentes, diferenciar / identificar, identifican / imagen, imaginación / mundo, mundial / Grecia, griego / puntos, puntuación / turismo, turístico / tradicional, tradicionalmente / economía, económica, económicos. Sinónimos: mundial = internacional = global, juegan = rivalizan, ofrece = muestra, ventaja = privilegio, fuera = extranjero, marca = icono = imagen, país = Estado, compiten = rivalizan, icono = representación, diferenciar = distinguir, lograr = obtener = alcanzar, reputación = prestigio, inminente = inmediatamente, puntuación = nota = valoración, avance = evolución, terreno = lugar =zona, avanzar = superar, fiable = honesto, identidad = imagen, reconocer = identificar, superar = aprobar, educativo = cultural, foto = imagen, conocido = distinguible, primero = prioritario, debacle = crisis, puesto = lugar, crearse = forjarse, atributo = cosa. Un sinónimo referencial: prestigio = terreno ("Es importante el prestigio del país. En este terreno...". El sustantivo "terreno" equivale, sustituye y señala deícticamente al sustantivo "prestigio"). Una metáfora: "Nuestro país juega (...) en la liga de los más fuertes" (cuyo significado es que España desempeña un importante papel). Equivalencias léxicas: cultura = nivel educativo, valoración propia = autoestima, encuestas internacionales = países entrevistados, de los otros = de los demás. Antónimos: identificar / diferenciar, fuera / dentro, lastrar / superar, España / extranjero, los españoles / los demás, naturaleza / cultura. Y, por último, repeticiones léxicas: global, iconos, de los demás, país, prestigio, valoración, ocupa, es, imagen, icono(s), puntos, económica, España.


9. Comentario crítico personal:

De modo que las empresas más potentes españolas son en realidad transnacionales, obtienen la mayor porción de sus beneficios fuera del país, casos de Telefónica, Repsol, Banco de Santander, Inditex, BBVA, etc., pero hay que potenciar la "marca" de España. ¿Para qué? Será para darle un lavado de cara y conferirle un plácet a la imagen corporativa de las empresas españolas en el extranjero. Muy bien. Una aparente contradicción más en el mundo complejo que el siglo XXI nos ha traído: potenciar la imagen virtual de España al tiempo que los intereses materiales se hallan fuera de sus predios.
En otro sentido, dado que el turismo es la principal industria nacional, cabría preguntarse si una folklórica ataviada con faralaes o una corrida de toros atraen tanto a los potenciales visitantes o, como estereotipos que son, aburren y disuaden a los turistas al ser excesivamente consabidos. Eso por no hablar de la brecha que se agranda entre pobres y ricos, o la destrucción de la clase media que lleva a preguntarnos si esa España cuyo logotipo pretende potenciarse es tan homogénea y sólida, o si a todos beneficia por igual y en las proporciones debidas.
Ya no digamos nada de los nacionalismos separatistas, lo que equivaldría a mentar la soga en la casa del ahorcado, tampoco la rancia "españolez" que le provoca arcadas a algunos intelectuales nuestros como el ilustre Rafael Sánchez Ferlosio. Sí, estamos frente al discurso de la modernidad, de la puesta a punto de una marca, su reestilización, como si de un producto o mercancía se tratara. Y de vendernos, de competir contra otros destinos turísticos, una lucha de la que solemos obtener beneficios cuando en otros países se sufren atentados terroristas que llevan a cancelar vuelos y estancias de hotel, incluso atraques de cruceros hacia esos sitios, aumentando exponencialmente el número de turistas que se acogen a nuestro destino.
El mundo actual es tan diverso que no está nada mal tener una identidad diferenciada y atractiva. Ahora bien, de lo que no habla la autora de este artículo de opinión es del hecho siguiente: mientras nuestras compañías punteras lanzaban o apoyaban este discurso de la mejora de nuestra proyección exterior y de nuestra autoestima, estas mismas empresas se encontraban en el proceso de incrementar sus dividendos a la par que despedían empleados para reducir las plantillas y mejorar así todavía más sus ganancias en los balances y cuentas de resultados. Lamentablemente, ésta quizá sea la verdadera dinámica que se oculte tras el suculento "mantra" o dogma patriótico de mejorar la proyección exterior española.


10. Conclusión y cierre textual:

No dudo de la buena intención de Carmen González Enríquez. Es más, resulta incluso conmovedora. Muy perversa tendría que ser su posición si no creyera en lo que dice, o muy hipócrita. Seguramente se aferra a una generalización, mejorar la "Marca España", creyendo bondadosamente en que a todos beneficia de modo proporcional, como a los accionistas de una empresa según su número de participaciones en la misma. Desgraciadamente, el abismo entre ricos y pobres, dirigentes y dirigidos, opresores y esclavos, o si se prefiere, empleados y empleadores, se ha ensanchado tanto que una medida de este tipo es beneficiosa para quienes comen sobre un mantel a mesa puesta, dejando para la mayoría las migas que caen al suelo. Claro que, evidentemente, éstas nunca nos llenarán lo bastante ni alcanzarán para todos.
 

martes, 17 de marzo de 2015

Algunas preguntas sobre el Renacimiento

"Retrato de la joven Simonetta Vespucci"
(1480 - 1485)
(Pintura al temple sobre madera)
Sandro Botticelli
(Florencia, 1445 - 1510)
(Museo Städel de Frankfurt)
 
CUESTIONARIO
SOBRE EL RENACIMIENTO
 
1. ¿Cuándo tuvo lugar la Contrarreforma religiosa? A mediados del siglo XVI.

2. ¿Quién es el probable autor de La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades? Don Diego Hurtado de Mendoza y Pacheco (Granada, 1503 o 1504 – Madrid, 1575), según la paleógrafa Mercedes Agulló.

3. ¿Qué escritor italiano sugirió a Juan Boscán la adopción de metros italianos? Andrea Navagero (Venecia, Italia, 1483 - Blois, Francia, 1529).

4. ¿Quién fue el árbitro de la elegancia renacentista en Italia? Pietro Bembo (Venecia, 1470 – Roma, 1547).

5. ¿Cuándo surgió el Renacimiento en Italia? En el siglo XIV (aunque con antecedentes en el XIII).

6. ¿En qué obra Baltasar de Castiglione describe el ideal del caballero renacentista como un hombre de armas y letras? En El Cortesano.

7. ¿En qué año inventó Johannes Gutenberg la imprenta? En torno a 1440.

8. ¿Qué tres eruditos escritores influyeron en España durante el siglo XV desde la corte de Alfonso V de Aragón en Nápoles? Lucio Marineo Sículo, Antonio Beccadelli y Lorenzo Valla.

9. ¿Cuál era en el Renacimiento la función primordial de la literatura? Deleitar para instruir, como quería el escritor latino Horacio.

10. ¿Qué escritor italiano influyó en la novela sentimental del siglo XV? Giovanni Bocaccio.

"Ritratto di Andrea Navagero e Agostino Beazzano"
(1516)
Rafael Sanzio
(Urbino, 1483 - Roma, 1520)
(Galería Doria-Pamphili de Roma)
 
11. ¿Qué tipo de obstáculos aparecen en la novela de aventura? Piratas, tormentas, islas y cautiverios.

12. ¿Qué transformación sufrirá la novela de aventuras con el transcurso del tiempo? Terminará tratando sobre peregrinaciones religiosas.

13. ¿Qué escritores están en la raíz de la novela pastoril? Teócrito, Longo y Virgilio.

14. ¿Cuál es la obra más influyente de la narrativa pastoril renacentista? La Arcadia de Jacopo Sannazzaro.

15. ¿Qué obra inaugura la novela pastoril en España? La Diana de Jorge De Montemayor.

16. ¿Qué tipo de composiciones se intercalan en las novelas pastoriles? Poemas y cartas.

17. ¿Cuál es la novela morisca más célebre? La Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa de autor anónimo.

18. ¿Qué género inaugura el Lazarillo de Tormes? El de la novela picaresca.

19. ¿Qué pretende explicar y justificar el protagonista del Lazarillo a lo largo de la obra? El estado final de deshonor al que llega.

20. ¿Qué obra latina es la principal influencia del Lazarillo de Tormes? El asno de oro de Lucio Apuleyo.

"Los pastores de la Arcadia"
(1637)
(Óleo sobre lienzo)
Nicolas Poussin
(Normandía, 1594 - Roma, 1665)
(Museo del Louvre)

21. ¿Cuáles son los dos temas fundamentales del Lazarillo? La honra y la religión.

22. ¿En qué años se publicaron las dos partes del Quijote? En 1605 y 1615.

23. ¿Qué simboliza el Quijote? El conflicto entre lo real y lo ideal.

24. ¿Por qué la influencia renacentista italiana se hizo sentir tanto y tan pronto en Francia? Porque ambicionaba anexionarse territorios limítrofes con Italia.

25. ¿A qué gran artista italiano protegió el rey francés Francisco I? A Leonardo da Vinci.

26. ¿Cuál es el gran poeta renacentista de Francia? Pierre Ronsard.

27. ¿Qué es un psalterio o salterio? Un libro de oraciones o rezos.

28. ¿Cuál es la obra en prosa más importante del Renacimiento francés? Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais.

29. ¿Quién fue el inventor del género del ensayo? Michel de Montaigne.

30. ¿Quién es el dramaturgo más destacado de Inglaterra y de toda la literatura universal? William Shakespeare.

Preciosa edición de los sonetos shakespeareanos en Alianza
 
31. ¿Quién fue el gran rival de Shakespeare en el teatro renacentista isabelino? Ben Jonson.

32. ¿Qué escritor griego influyó decisivamente en Shakespeare? Plutarco.

33. ¿Qué poeta inglés del Renacimiento escribió magníficos sonetos además de Shakespeare? Sir Edmund Spenser.

34. ¿Cuál es la principal obra de Thomas More, también conocido como Tomás Moro? La Utopía.

35. ¿A quién deben su nombre las becas “Erasmus”? Al humanista Erasmo de Rotterdam.

36. ¿Cuál es la obra más popular de Geert Geertsen o Desiderius Erasmus Rotterodamus? El Elogio de la locura.

37. ¿Quién escribió la comedia Andrisca y el drama Hecastus? Georgius Macropedius (Gemert, Países Bajos, 1487 – 1558).

38. ¿Qué escritor renacentista alemán escribió La nave de los locos? Sebastian Brant (Estrasburgo, 1457 o 1458 - 1521).

39. ¿Cuál es el título de la epopeya escrita por Luis Vaz de Camoens? Os Lusíadas.
 
40. ¿Qué rey fundó la “Bibliotheca Corviniana” en Hungría? Matías Corvino o Matías I de Hungría (Kolozsvár, actual Rumanía, 1443 – Viena, 1490).
 
Estatua de Matías Corvino en Budapest

domingo, 15 de marzo de 2015

En torno a la literatura del Renacimiento

Iglesia de Santa María Novella
(Florencia, 1480)
 
LA LITERATURA RENACENTISTA
 
El Renacimiento surgió en Italia durante el siglo XIV (aunque con antecedentes en el XIII) y supuso una transformación cultural e ideológica y religiosa de primer orden. Se produjo una revitalización del mundo grecolatino y un desplazamiento desde el teocentrismo hasta el antropomorfismo (el hombre como medida de todas las cosas). El poeta Petrarca es la figura más influyente de este periodo. En España brilla un seguidor suyo, Garcilaso de la Vega. En prosa descuella un narrador hipnotizante: Giovanni Bocaccio.
España vivió el Renacimiento tardíamente en el siglo XVI, pero lo hizo como potencia mundial bajo el reinado de Carlos I. En Europa se está desarrollando la convulsión reformista del protestantismo de Lutero, quien en 1517 expuso sus 95 famosas tesis. España seguirá la corriente del Concilio de Trento (1545) contraria a las ideas revolucionarias luteranas.
Erasmo de Rotterdam fue el referente espiritual del humanismo y su libro titulado Elogio de la locura es una sátira contra la estupidez del ser humano. El modelo del hombre renacentista quedó fijado en una obra de Baltasar de Castiglione titulada El cortesano. De Italia llegan a España metros como el endecasílabo, formas estróficas como el soneto, el terceto, la lira o la octava real; y licencias poéticas como el encabalgamiento. El tema principal renacentista es el amor, el sufrimiento por la ausencia de la amada, su muerte o la falta de correspondencia. Los principales modelos son Horacio y Virgilio. Otros temas secundarios son la naturaleza, la belleza femenina, la mitología y el carpe diem.
En síntesis, la literatura renacentista afectó a la cultura occidental europea entre los siglos XV y XVI y se caracterizó, sobre todo, por la recuperación humanista de la literatura clásica grecolatina, difundiéndose con gran impulso gracias a la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg en torno a 1440. La filosofía recuperó las ideas platónicas y las puso al servicio del cristianismo. La búsqueda del placer sensorial y el espíritu crítico y racionalista completaron el ideario de la época. En cuanto a los aspectos formales, se recuperó la preceptiva clásica de la Poética de Aristóteles basada en el principio artístico de la imitación. Cabe destacar el nacimiento de un nuevo género, el ensayo, de la mano de Michel de Montaigne (Burdeos, 1533 – 1592). En Italia, Pietro Bembo se erigió con su erudición, canciones y sonetos petrarquistas en el arbiter elegantiae de la literatura italiana del siglo XVI, centro de irradiación del movimiento renacentista.
 
 
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
(Madrid, 1584)

EL RENACIMIENTO LITERARIO ESPAÑOL
 
En España las influencias italianas se dejaron sentir en el siglo XV, especialmente en la corte napolitana de Alfonso V de Aragón con el magisterio de Lucio Marineo Sículo, Antonio Beccadelli y Lorenzo Valla. En el segundo cuarto del siglo XVI Garcilaso de la Vega y Juan Boscán comenzaron, por sugerencia de Andrea Navagero, a adoptar los metros y maneras de la poesía italiana. Inmediatamente comenzó a emerger una pléyade de poetas (Gutierre de Cetina, Diego Hurtado de Mendoza (posible autor del Lazarillo de Tormes en 1554), o Hernando de Acuña) que emularon el camino tomado Garcilaso, el llamado «príncipe de los poetas españoles».
En la segunda mitad del siglo XVI las corrientes poéticas toman tres direcciones divergentes. Una evoluciona hacia el manierismo, con Francisco de Aldana y Fernando de Herrera, que supuso el eslabón entre la poesía armoniosa de Garcilaso de la Vega y la barroquizante de Luis de Góngora. La segunda mira hacia un espiritualismo cristiano en la línea ascética de Fray Luis de León y las vías místicas exploradas por San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Esta orientación religiosa está causada por la Contrarreforma que tuvo lugar a mediados del siglo XVI. Una tercera corriente vuelve a los metros tradicionales castellanos y al vivaz octosílabo del tradicional Romancero, revitalizándolo en el llamado Romancero nuevo (Cervantes, Lope de Vega, Góngora, etc.), y por otra parte a la lírica cancioneril en octosílabos del prerrenacimiento a través de las ediciones de Cancioneros como el Cancionero general de Hernando del Castillo en 1511. Por lo que respecta a la poesía narrativa, se alcanza un culmen con el poema de épica culta de Alonso de Ercilla titulado La Araucana, epopeya que narra la conquista de Chile por los españoles.
En el terreno del humanismo destacaron dos corrientes: una culta y selecta en latín, protagonizada por figuras como Luis Vives, Juan Ginés de Sepúlveda, Hernán Núñez de Toledo, Benito Arias Montano, Francisco Sánchez de las Brozas o Juan de Mariana; y otra divulgadora de la cultura clásica en castellano protagonizada por el incipiente manierista fray Antonio de Guevara y sus exitosas Epístolas familiares (1539), además de autores imbuidos de erasmismo como los hermanos Juan de Valdés (Diálogo de la Lengua) y Alfonso de Valdés (Diálogo de Mercurio y Carón) o Pero Mexía (Silva de varia lección) y Luis Zapata (Miscelánea). Muy importantes fueron las contribuciones de los cronistas de Indias como, por ejemplo, Hernán Cortés y sus Cartas de relación; fray Bartolomé de las Casas y su Historia de las Indias (1517); Bernal Díaz del Castillo con su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1575); Álvaro Núñez Cabeza de Vaca, o los cronistas de la conquista del Perú Francisco de Jerez, Gonzalo Fernández de Oviedo, Pedro Cieza de León o el Inca Garcilaso de la Vega.
El Lazarillo de Tormes inició el género de la novela picaresca consolidado en una obra de transición, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, cuya primera parte vio la luz en 1599. Don Quijote de la Mancha , de Miguel de Cervantes, ha sido considerada la primera novela moderna. Publicada en dos partes (1605 y 1615) como una parodia de los libros de caballerías, su alcance fue mucho mayor, pues supuso el resumen y el fin de los géneros renacentistas y el comienzo de una visión del mundo más compleja y conflictiva.
El teatro español empezó en el Renacimiento con una obra maestra, La Celestina, de Fernando de Rojas (1499), un fuerte aldabonazo en favor del realismo que fue continuado por otras obras de género celestinesco como La lozana andaluza (1528) de Francisco Delicado, o la Segunda Celestina (1534) de Feliciano de Silva. Prosiguió con las figuras señeras del también músico Juan del Encina (Églogas), Gil Vicente (Tragicomedia de Don Duardos), Bartolomé Torres Naharro (Propalladia, comedias romanas publicadas en 1517 y 1520). En la segunda mitad del siglo XVI aparece Lope de Rueda con sus cómicos Pasos (1567) que preludian el entremés, Jerónimo Bermúdez con sus “Nises”, tragedias clasicistas sobre el famoso mito de Inés de Castro, o el propio Miguel de Cervantes con la igualmente clasicista Numancia (1585) y sus comedias de cautivos. Por último, irrumpe la revolucionaria fórmula escénica del fénix de los ingenios Lope de Vega (1562-1635), el más prolífico autor del teatro mundial, al que siguieron como discípulos después Guillén de Castro (1569–1631) o Juan de la Cueva (1543-1612).
Otras producciones destacables en prosa fueron las idealizadas ficciones de los libros de caballerías: el Amadís de Gaula (1508) de Garci Rodríguez de Montalvo, el Palmerín de Inglaterra (1547) del portugués francisco de Moraes y el Tirante el Blanco de Joanot Martorell (1511 en su traducción castellana); la novela pastoril (Los siete libros de la Diana (1559) de Jorge de Montemayor; la novela morisca anónima Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa (1565) y la novela sentimental Cárcel de amor (1492) de Diego de San Pedro o el Proceso de cartas de amores (1548) de Juan de Segura.
 
 
Palacio de Fontainebleau
(Siglos XII - XVI)

EL RENACIMIENTO EN EUROPA
 
En Francia, la influencia italiana se dejó sentir muy pronto, favorecida por la cercanía geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba anexionar los territorios limítrofes de la península italiana, consiguiéndolo en algunos momentos. El impulso definitivo a la adopción de las formas renacentistas se dio bajo el reinado (1515-1547) de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de las artes y aficionado a todo lo que procediera de Italia, protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios para la Corte francesa (entre ellos el mismo Leonardo da Vinci, que murió en el Castillo de Cloux), a la vez que emprendió un ambicioso programa de revitalización cultural que revolucionó el desarrollo de las artes en el país.  Francia tuvo su gran poeta renacentista en Pierre Ronsard, que encabezó el grupo literario de la Pléyade formado por siete vates. En prosa novelesca destacó François Rabelais con la sátira de Gargantúa y Pantagruel, obra donde se plantea un mundo al revés lleno de humor y fantasía, teniendo como fin último la crítica de las costumbres francesas. En la prosa didáctica aparece como gran figura Michel de Montaigne, el creador del ensayo con su obra Ensayos (Essais, 1580), que inauguran un género que combina la reflexión personal con la opinión subjetiva y que se dirige a un lector cercano y curioso, interesado por el mundo contemporáneo.
En Inglaterra el Renacimiento llega tardíamente. Ocurre en la segunda mitad del siglo XVI durante el periodo isabelino (llamado así por tener lugar bajo la monarquía de Isabel I de Inglaterra). El teatro es el campo más destacado con el genial William Shakespeare como dramaturgo más relevante, aunque hubo muchos más, por ejemplo: Christopher Marlowe o Ben Jonson. Shakespeare partió del teatro popular y de la cultura grecolatina para crear nuevas comedias. Una de sus fuentes fue Plutarco. La lírica renacentista británica tiene su arranque en Thomas Wyatt, quien adaptó el soneto italiano a la métrica del inglés. Le siguieron Henry Howard, Philip Sidney y Edmund Spenser, además del propio Shakespeare, que también escribió notables sonetos. La épica está representada por La reina de las hadas de Edmund Spenser (1597), quien siguió el modelo del Orlando furioso de Ludovico Ariosto construyendo un poema narrativo colmado de peripecias. La prosa humanística, por su parte, tiene su representante más eximio en Tomás Moro, creador de Utopía, donde se esboza una sociedad ideal.
En Holanda el siglo XVI está dominado por la figura de Erasmo de Rotterdam y el humanismo latino. Aunque el humanismo optó preferentemente por expresarse en latín, ya en el Renacimiento empieza a fraguarse una lengua literaria común a los diversos Países Bajos a partir de las primeras traducciones por parte de los protestantes de la Biblia: se trata de un neerlandés más homogéneo y menos dialectal que hasta entonces. Los protestantes promueven varias traducciones al holandés del Psalterio, en lo que destaca Jan Utenhove, quien fue además el primero en traducir al holandés el Nuevo Testamento. El Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam, una sátira contra los abusos sociales y eclesiásticos, ha sido la obra del humanismo holandés más traducida a todas las lenguas. Erasmo atacó las creencias más superficiales y el excesivo poder y corrupción moral de la iglesia católica romana en sus Colloquia, diálogos compuestos a la manera de helenístico Luciano de Samosata. Joris van Lanckvelt, más conocido como Georgius Macropedius, (1487-1558), escribió la comedia Andrisca sobre dos mujeres adúlteras y el drama Hecastus (1539), muy reimpreso y traducido. Además, escribió varios libros de texto que fueron muy usados, entre ellos un arte para escribir cartas (Epistolica). Como profesor tuvo una amplia serie de discípulos, entre ellos, el geógrafo Gerardus Mercator. 
 
Desiderius Erasmus Rotterodamus
(Rotterdam, 1466 - Basilea, 1536)
(Geert Geertsen en neerlandés y Erasmo de Róterdam en español)
(1523)
Hans Holbein "el Joven"
(Augsburgo, 1498 - Londres, 1543)
(Galería Nacional de Londres)
 
Alemania aportó al Renacimiento la tecnología que lo difundió rápidamente: la imprenta, inventada por Johannes Gutenberg entre 1440 y 1450. Este invento, junto con el del papel, abarató y multiplicó el número de los libros causando en toda Europa una mayor generalización de la lectura, propiciando el nacimiento del sentido crítico que dio lugar a la Reforma protestante. Una vertiente más popular tuvo el Humanismo de Ulrich von Hutten (1488–1523), con sus poemas rebeldes, o el de Sebastian Brant (1458–1521), que escribió con gran éxito su satírica Narrenschiff o La nave de los locos. Ilustrada por Alberto Durero, esta obra fue en ese momento la obra en alemán más popular e impresa. El movimiento de más éxito fue la Reforma Protestante introducida por Martín Lutero (1483–1546). Lutero escribió sus ideas en alemán y tradujo la Biblia al lenguaje que el pueblo podía entender. La Biblia luterana, traducida entre los años 1522 y 1534, fue un hecho trascendental en la creación del lenguaje literario alemán unificado que aceleró el desarrollo del alemán moderno. Por otra parte, merecen mención también los maestros cantores, el Schwank y los Fastnachtsspiel, representaciones de género burlesco, sobre todo en la forma de sus representantes más destacados Hans Sachs (1494–1576) y Jörg Wickram (hacia 1505 – antes de 1562). Otro autor notable del siglo XVI fue el feroz satírico Johann Fischart (1546–1590), originario de Estrasburgo. Un género extendido en la época fue el Volksbuch, un tipo de folleto que se editaba de forma anónima y trataba temas populares. Ejemplos son la Historia de D. Johann Fausten, versión renacentista del mito de Fausto, y los relatos en torno al pícaro Till Eulenspiegel.
En Portugal el Siglo de Oro comienza en el siglo XVI. Quien introduce los modelos poéticos italianizantes es Francisco Saa de Miranda en la primera mitad del siglo. Este poeta fue admirador y amigo de Garcilaso de la Vega, hasta el punto de que en una de sus églogas el pastor Nemoroso llora la muerte del bardo toledano. Escribió, al igual que Garcilaso,  sonetos, canciones petrarquistas, églogas y otros subgéneros líricos de inspiración italiana. Sin embargo, el poeta nacional portugués por excelencia es Luis Vaz de Camoens, quien escribió poesía lírica y épica, tanto en portugués como en español, destacando por la perfección de sus sonetos. Su obra cumbre es la epopeya Os Lusíadas (Los lusitanos), que se convirtió en la epopeya nacional. En ella relata las aventuras de marinos portugueses, sobre todo la expedición de Vasco de Gama a la India, con profusión de peripecias, riesgos, naufragios y batallas. En esta extensa narración épica se incluyen leyendas tradicionales portuguesas, como la historia de Inés de Castro o el paso por el sudafricano “Cabo de Buena Esperanza” (o “Cabo de las Tormentas”, como lo llamó el navegante Bartolomé Díaz).
En Hungría el trono se hallaba ocupado desde 1458 por el rey Matías Corvino (1443–1490), quien conoció y admiró los patrones italianos renacentistas y los extendió por su reino. El rey había sido educado junto a su hermano en una profunda atmósfera humanista bajo la conducción del obispo Juan Vitéz. Ante la petición del rey Matías, el papa Paulo II fundó la Universitas Istropolitana en 1465, con sede en la ciudad húngara de Pressburg (hoy Bratislava). Esta universidad sirvió como lugar de encuentro para estudiosos de toda Europa Central. El matrimonio de Matías Corvino con Beatriz de Nápoles en 1476 reforzó la llegada de este movimiento cultural. El rey Matías fundó la "Bibliotheca Corviniana", que se convirtió en uno de los mayores centros del saber en Europa, con una extraordinaria colección de libros. El rey también creó la primera imprenta húngara en 1472 y llenó la corte de astrólogos, artistas y escritores italianos. Floreció la literatura en el reino húngaro y pronto surgieron conocidas figuras como Juan Megyericsei y Janus Pannonius, e igualmente juristas como Esteban Werbőczy (autor del Tripartitum, obra que engloba leyes y reglamentos del reino húngaro en aquella época), quienes generaron un enorme impulso humanista en el reino. 
 
Panorámica de la Basílica de San Pedro sobre el río Tíber en Roma
(1506 - 1626)
Obra cumbre del Renacimiento italiano, fruto de los arquitectos Donato Bramante, Michelangelo Buonarroti, Rafael Sanzio, Antonio de Sangallo "el Joven", Carlo Maderno y el polifacético Gian Lorenzo Bernini