domingo, 29 de abril de 2012

Una novelista interesante, curtida y solvente

Clara Sánchez
(Guadalajara, 1955)


"Hay diversas capas de engaño. Las hay muy sutiles, como el de las personas en que confías. El mundo está lleno de depredadores, y eso nos inclina hacia la desconfianza"

"La gente que es mala no lo parece, porque si no, podríamos protegernos de ellos"

"Creo que somos lo que vivimos de niños"

"Para mí lo interior es anterior a todo"


En esta obra Clara Sánchez aborda la insustancialidad con la que vive un joven adolescente en medio de un caos familiar, moderno y urbano, por culpa de su inmadurez


"Nos engañan constantemente y por todas partes"

"La vida es una farsa a la que sigo buscando explicación"

"El ciudadano se ha dado cuenta de que hay mucha gentuza con falta de escrúpulos que maneja su vida"

"No es lo mismo adoptar legalmente un niño que comprarlo. Las implicaciones morales son muy distintas. El que compra y vende, trafica con seres humanos"

(Citas tomadas de una entrevista realizada por Antonio G. Iturbe a la escritora Clara Sánchez en la revista "Qué leer" correspondiente al mes de abril)


El último libro de la novelista Clara Sánchez trata
sobre el robo de bebés nada más nacer en los hospitales

sábado, 28 de abril de 2012

Quien tiene el valor de criticar a un sinvergüenza


Arturo Maccanti
(Las Palmas de Gran Canaria, 1934)
Prototipo del poeta oficial, pesebrista y apoltronado


"Yo hablo de ese pobre poeta que traicionó a todo el mundo a lo largo de su vida y ahora, en el umbral de sus ochenta años, sale a la palestra pública a pedir que le den limosna justa para acabar el mes. Lo único que hizo en su vida fue escribir una poesía más o menos media y andar de bolos gubernativos e institucionales. Anduvo en la fiesta, celebrando su propia gloria de un cuarto de hora y, finalmente, frágil y enfermo de la cabeza, se enfrenta a su crónica indigencia. Bien que lo siento, pero el tiempo y la vida son dos elementos implacables con los que hay que contar a toda hora."

(Comentario escrito por Juan José Armas Marcelo en el suplemento
cultural del periódico "ABC" publicado el sábado 28 de abril de 2012)


Juan José Armas Marcelo
(Las Palmas de Gran Canaria, 1946)

lunes, 23 de abril de 2012

En el día de las rosas rojas y los libros libres


CON O SIN LIBROS 

Cuesta imaginar un mundo sin libros. Deben ser cosas de la edad, porque, sin embargo, no me resulta tan difícil trasladarme hasta un pasado más remoto, anterior al descubrimiento de la imprenta, tiempo de manuscritos, de monjes copistas –sin pasar por la ficción de Umberto Eco– o de aquellos pocos que antes de llegar el papel y la impresión, gran democratización de la cultura, gozaban al poseer alguna obra, pergamino que entendían como fundamental, ya fuera greco-latino, bíblico o evangélico: laico o sacro. Pero mi concepto del libro se asocia al papel. Debo admitir que pocos de mis amigos y conocidos utilizan el e-book. Formamos parte aún de promociones que vivimos rodeados de libros que han ido devorando las paredes de nuestras viviendas; también han saturado las bibliotecas que aborrecen convertirse en almacenes de textos que pocos consultan. Tal vez esta malévola crisis acabe debilitando la posesión de libros. También los nuevos arquitectos, diseñadores de habitáculos para dormir y ver la televisión, debilitan la función coleccionista de los libros que uno admite que ya no podrá leer nunca, aunque siga adquiriéndolos. Todo tiende a conjurarse para la desaparición del libro en papel, incluso una ecología que, no sin razón, proclama la defensa del árbol, evitar la destrucción de bosques para elaborar una cada vez más deteriorada pasta de papel. Por el momento, se nos revelan algunos datos sobre la antes poderosa industria editorial española, viejo orgullo cultural.




Advirtamos de antemano el progresivo descenso de las tiradas de los libros, escasas en relación con países del entorno en lenguas de menor difusión. Se perdieron o se transformaron los mercados hispanoamericanos que antes importaban libros españoles. Se imprimen ya allí con sellos españoles e, incluso, Argentina prohibió un tiempo los que habían llegado hasta su aduana. El promedio de ejemplares editados por título aquí es de 1.345. Tan sólo un dos por ciento alcanza o supera los 5.000 de promedio. Pero Madrid superó, en 2011, a Barcelona en editados: 23.443 frente a 20.324. La que fue antigua capital de la edición retrocede año a año. En el último ha perdido el 1%. Porque sobre el libro se ha conjurado una tormenta perfecta: crisis, recortes en la edición institucional, competencia con los nuevos medios de transmisión, falta de crédito, empobrecimiento de las clases medias (que eran compradoras naturales), incremento de los precios de la energía, del papel, decadencia de las librerías, agotamiento de algunas fórmulas literarias.




Aunque se observen también algunos signos de esperanza. Por ejemplo, los libros infantiles se incrementaron un 10,2% y los de texto, cuesta creerlo, un 43%. Ello permite suponer que las nuevas generaciones de lectores que ahora se están forjando mantienen el pecado de la lectura de forma no muy diferente. Tal vez las grandes bibliotecas están saturadas de libros, pero las populares han de buscar espacios para nuevos libros infantiles y las escuelas no han abandonado este viejo instrumento para transmitir conocimientos. Otra cosa son los diccionarios enciclopédicos que tanto prestigio otorgaron a casas editoriales desde finales del siglo XIX hasta la década de los ochenta del pasado siglo, hoy pura arqueología. Internet acabó con ellos. Porque, ¿quién tiene espacio para instalar la prestigiosa Espasa con sus apéndices, la versión española del Larousse o los Salvat, que incluso inundaron los quioscos en forma de fascículos? Algunas de las producciones de aquellos años dorados de la industria editorial española atravesaron las fronteras lingüísticas.




En el pasado año la impresión de libros (78,9 en castellano y 10,5 en catalán) descendió un 24%. La peor caída se produjo en el ámbito literario, un 34,1%. Ello quiere decir que los lectores de la ficción disminuyen. Mala señal. Porque lo que aportaba lo imaginativo era la posibilidad de evadirse de la cotidianidad hacia otros mundos, vidas y tiempos. Es más cómodo sentarse ante el televisor. Pero en contadas ocasiones la imagen se muestra capaz de trasladar la complejidad de la literatura, pese a que el cine fuera considerado el séptimo arte del pasado siglo. Pese al incremento de los libros infantiles y didácticos, parte de nuestros jóvenes, incluso en la enseñanza superior, no consiguen comprender lo que leen. Estiman que todo lo que no se encuentre en Internet no existe o en los complejos teléfonos que se están convirtiendo en terminales de todo: mensaje, juego y conocimiento. Nuestra minoría lectora, jamás numerosa, disminuye. Pero crecen junto a monstruos multimedia, pequeñas editoriales que gozan de vida efímera, a la búsqueda de algún golpe de suerte, un descubrimiento o la reedición de algún texto pasado: el 25,3% de los libros publicados fueron reediciones. Pese a la devoradora crisis y la conjura contra el libro y el papel confío en que esta suerte de gozo sensual al acariciar el ejemplar recién adquirido puedan seguir disfrutándolo mis hijos y hasta mis nietos. Mi realidad no es sólo la de las malas noticias, también la de los buenos libros.

(Artículo de opinión escrito por Joaquín Marco y publicado
por el periódico "La Razón" el jueves 5 de abril de 2012)

Joaquín Marco
(Barcelona, 1935)

lunes, 16 de abril de 2012

Mientras haya vida el ansia de amor no se agota


COMO UN BURRO AMARRADO 
EN LA PUERTA DEL BAILE

Me dices "goodbye" en tu nota tan ricamente
y no me hago a la idea de no volver a verte.
Si lo llego a saber, mimosa,
no te bajo el puente.
Me tiré de cabeza y me arrastró
la corriente.
Éste es mi destino, al cabo de la calle estoy.
Me siento como aquel ladrón
que busca su fortuna en un callejón
por donde nunca pasa nadie,
como un burro amarrado
en la puerta del baile.
Mi primo, que tiene un bar,
desde siempre me ha dicho
(y me consta que todo lo dice de muy buena fe):
"Tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar.
Si eres de los que no tienen, a galeras a remar."




Y si sólo tengo amor, ¿qué es lo que valgo yo?
Si tengo ganas de bailar,
¿para qué voy a esperar?
Ahora necesito amor, es mi única ambición;
como yo no sé bailar, a galeras a remar.
Baila conmigo, amor,
que soy muy cariñoso, guapa,
que aunque muy chico y muy feo,
piloto de aeroplano soy.
Llévame al cine, amor,
y a comer un arrocito a Castellón.
Si total son cuatro días,
pa' qué vas a exprimirte el limón.
"Escolta, Peter, dame aire
con tu abanico,
que soc de Barcelona i em moro de calor".




Si sólo tengo amor, ¿qué es lo que valgo yo?
Si tengo ganas de bailar,
¿para qué voy a esperar?
Ahora necesito amor, es mi única ambición,
y como yo no sé bailar, a galeras a remar.
Y si sólo tengo "love", ¿qué es lo que valgo yo?
Si tengo ganas de bailar,
¿para qué voy a esperar?
Ahora necesito amor porque mi novia me dejó.
Como yo no sé bailar, a galeras a remar.
Ahora necesito amor.

(Canción compuesta e interpretada por Manolo García
y Quimi Portet incluida en el álbum "Astronomía razonable" 
que se publicó en 1993 cuando formaban "El último de la fila")


domingo, 15 de abril de 2012

Un claro ejemplo de envilecimiento adulador

Cazar un elefante en Botsuana cuesta 30.000 euros. Se calcula que este viaje de cacería podría haber supuesto el 30% de la asignación anual del Rey si lo pagase de su bolsillo

UN REY DISPARA

Es extraordinario que el Rey, que podría estar viendo el fútbol en La Zarzuela, tenga todavía la fuerza y el coraje de irse a África a cazar. Un rey que no dispara no es un rey ni es nada, y es muy de agradecer que en estos tiempos tan grises y extraviados nuestro monarcaejemplo y esperanza yéndose nada menos que a Botsuana a cazar. En el corazón del África oscura y selvática, el tiro certero y real de don Juan Carlos. Salve, Majestad.


La captura de un búfalo sale por 23.000 euros en Botsuana,
sin contar con los gastos de hospedaje y desplazamiento

La figura real crece en esplendor y en nobleza al lado de un elefante abatido. ¡Qué buen disparo!. En mala hora resbaló y han tenido que operarle. Gajes del oficio. Pero a un hombre no se le juzga por las veces que cae sino por las veces que es capaz de levantarse, y no tengo ninguna duda de que cuando don Juan Carlos se recupere de este percance volverá a disparar, volverá a hacer de Rey y de Borbón, y a estar a la altura de su insigne estirpe, regia e incontestable.

El portavoz de Izquierda Unida, Cayo Lara Moya, ha declarado que no parece quitarle el sueño al Rey Juan Carlos la situación de crisis económica o el paro juvenil que sufre España

Queremos reyes que disparen, aunque a veces resbalen. Y también que sus nietos disparen, aunque se hieran el pie: forma parte del aprendizaje. Los reyes y sus familiares tienen que cazar y que montar a caballo, dar grandes fiestas, y protagonizar de vez en cuando algún escándalo de faldas. El príncipe Carlos, príncipe modélico y fantástico, cazaba el zorro hasta que se lo prohibieron y se divorció de Diana para poderse casar con Camila, a quien le dedicó una de las declaraciones de amor más sinceras y hermosas que jamás he escuchado: "Me gustaría ser tu támpax".

La célebre frase del támpax que Salvador Sostres
halaga no es precisamente un verso de Neruda

Algún lío con el servicio es también deseable, bienaventuradas las intrigas de palacio. Doncellas y mayordomos, mozos de las caballerizas, camareras que se hacen las despistadas. De todo esto están hechas las monarquías, y por todo ello son tan admiradas. Aunque ahora le duela el pie, hay que celebrar que Froilán esté ya iniciándose en el disparar, porque el Rey es él y su familia, y es preciso y deseable que ha desde pequeños sean instruidos en el manejo de las armas. La vida de clientes de Ikea y Zara que en cambio llevan don Felipe y la periodista da para muy pocas alegrías y es imposible admirarla.

El uso de una escopeta de perdigones está autorizado a partir de los 14 años y el nieto del rey tenía 13 al disparársele, pero las leyes están hechas para los plebeyos en España

Un rey que no cace es a la monarquía lo que la peluca al pelo. La caza es una de las mejores metáforas de la distinción y de la virilidad. Mucha gente ha aprovechado para hacer mofa de la Casa Real a propósito de Froilán y ahora de don Juan Carlos. Son vidas pequeñas destruidas por la envidia y la bajeza, vidas secuestradas por el facilismo e incapaces de comprender la grandeza. El cinismo corrompe los buenos propósitos y seca el alma. El Rey fue en África símbolo y representación de la libertad y la democracia abriéndose camino y disparando contra la naturaleza brutal y desordenada. El eco de sus disparos es música de Bach, culta y refinada, frente al tam-tam tribal y arbitrario. Que pronto se recupere, Señor, le deseo, y que por muchos años siga guiándonos.

(Artículo de opinión aparecido en el blog "Guantánamo", vinculado al diario "El Mundo", que escribió el infame periodista enchufado Salvador Sostres el sábado 14 de abril de 2012)

Salvador Sostres i Tarrida
(Barcelona, 1975)
Este señorito holgazán se dedica a exigir que trabajen los demás en las homilías que le publica "El Mundo", cuando su misma obesidad lo delata como un vago impresentable

miércoles, 11 de abril de 2012

Ahora nos oprimen los intereses de las deudas



¿ESTADO DEL BIENESTAR
O DE BENEFICENCIA?

EL gran debate en la escena política española gira hoy en torno al Estado del bienestar, con la izquierda defendiendo su permanencia tal como está y la derecha intentando reformarlo. Parece que, una vez más, los españoles discutimos sobre el sexo de los ángeles. Porque ese Estado del bienestar del que tan orgullosos estamos ya no existe. Mejor dicho, existe solo en nuestra imaginación y en unos libros de contabilidad que, como los de las empresas en quiebra, están llenos de datos falsos. Las cuentas no encajan en las finanzas, la sanidad, la educación, las pensiones, los subsidios ni prácticamente en nada. Y como no encajan, lo único que emerge de ellas es un déficit que afecta a todos, a los gobiernos y a los bancos, a las empresas y a los particulares. Una cifra habla más que todas las palabras: la deuda de empresas y familias creció en España de 2003 a hoy en 750.000 millones de euros. Quiero decir con ello que el Estado del bienestar español ha ido vaciándose desde dentro hasta convertirse en una inmensa bolsa de deuda, con todos debiendo a todos: el Estado a los bancos, los bancos al Estado, el Estado a las empresas y los particulares a los bancos. Sin que haya forma de cobrar.




¿Cómo ha podido llegarse a esta situación? Pues por lo apuntado: por el endeudamiento creciente, al repartir el Estado del bienestar beneficios a cargo de inventario. Dicho de otro modo: estábamos financiando tales beneficios con deuda pública y privada. Deudas que hay que pagar. Con intereses. De donde vienen todas nuestras cuitas actuales. El Estado del bienestar español se ha convertido en un Estado de beneficencia. La beneficencia, como el filantropismo, es una de los más nobles rasgos humanos. Pero para practicarla se necesita que existan los medios necesarios para sostenerla. Medios que no existen en España, donde la productividad, la educación, la investigación, la fiscalidad, el esfuerzo y la cohesión social están muy por detrás de los del resto de las naciones avanzadas de Europa. No hace falta más que echar una ojeada a las estadísticas, desde el informe Pisa a los análisis del Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Banco Central Europeo, para darse cuenta de ello. Estábamos —estamos, mejor dicho— viviendo en una burbuja que nos apartaba de la realidad y nos llevaba derechos a la situación en que hoy se encuentran Grecia y otros países intervenidos. No lo digo yo, lo dicen todos los expertos y la propia Unión Europea.




Sin que valga echar la culpa a los especuladores, al neoliberalismo, a los mercados o a «Frau» Merkel. En todo caso, a la nueva situación internacional. No es verdad que la riqueza del mundo haya disminuido a consecuencia de la crisis. La riqueza global se mantiene. Lo que ha ocurrido es que se ha desplazado del «primer mundo» a los «países emergentes» (los Brics: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que hoy exportan e incluso prestan dinero a los ayer ricos. Ese es el gran cambio que ha ocasionado el hundimiento del Estado del bienestar en países donde no era sólido desde el principio. Pues los países del primer mundo que se han ajustado a la nueva situación se están salvando de la quema y mantienen su bienestar. Mientras que aquellos que rehúsan ajustarse se hunden.


Banderas de los países emergentes o BRICS:
India, Rusia, China, Brasil y Sudáfrica


¿Cuál es la solución en estos casos? Solo hay una: adaptarse a las nuevas circunstancias, hacerse a la idea de que lo anterior no sirve. Pero en las alocuciones de Méndez y Toxo el día de su tristemente célebre huelga, la idea que más repitieron fue: el Gobierno tiene que retirar sus reformas, no aceptamos sus ajustes, los combatiremos con todos los medios a nuestro alcance. Como postura personal, se entiende. Ambos son, con los banqueros, los más beneficiados de la situación anterior y es lógico que no quieran cambiarla. Pero como actitud general, incluso para la clase trabajadora que dicen representar, significa dispararse un tiro, no en el pie, sino en la sien. De ahí que no sea exagerado decir que los sindicatos son hoy la fuerza más inmovilista, más retrógrada, más reaccionaria en España, el mayor freno para ajustar el país a las nuevas condiciones que rigen en el mundo.




Y esto es lo que hay. Nuestro Estado del bienestar ha devenido en Estado paternalista de beneficencia, que distribuye favores entre sus súbditos menos favorecidos y entre los amigos. Algo que, si por una parte se presta a la corrupción, por la otra no favorece el desarrollo, al ser la iniciativa individual mucho más eficaz que la estatal, como está demostrado hasta la saciedad y ocasionó el desplome de los regímenes comunistas. Hay que recortar en todas las partidas, en unas más que otras, desde luego, siendo el primer y mayor problema de tal recorte que los remedios a largo plazo —como el fomento de la educación e investigación— no resuelven el problema inmediato, la creación de empleo, mientras que los remedios a corto plazo —como la subida de impuestos— no resuelven el problema a medio y largo, que es el de cambio de estructuras. Esperemos que el Gobierno haya tenido la fineza necesaria para equilibrar por dónde metía el bisturí, o el cuchillo de carnicero, donde era necesario, para que la operación sea un éxito.




La única buena noticia en este sentido es que el despilfarro en España ha sido de tal magnitud que hay margen para recortar en prácticamente todas las partidas. Empezando por las tres administraciones, donde se ha disparado literalmente con pólvora del rey, teniendo como tal al pueblo soberano, es decir, al contribuyente. Pero hay también que acabar con una serie de prácticas y tabúes, como el de la «ayuda al desarrollo», y no solo porque la caridad bien entendida empieza en casa, sino también porque se presta a todo tipo de chanchullos. O el de que todas las capitales de provincia deban tener tren AVE, aeropuerto, palacio de congresos y otros complejos suntuosos. Incluso en la ayuda a la dependencia habrá que afinar, pues la están recibiendo bastantes con medios propios para ella. O en el copago en sanidad, con las debidas excepciones, necesario no sólo fiscalmente, sino también médicamente, al ayudarnos a no ingerir tantas medicinas como estamos ingiriendo. O en el poner coto al proliferar de universidades y alumnos repetidores, que representan un enorme lastre para la educación, sin aportar apenas a su calidad y eficacia. Por no hablar ya de todo tipo de actividades lúdicas y recreativas, en las que se han especializado nuestras autoridades de los tres niveles. El Estado no está para entretener a los ciudadanos, en primer lugar, porque ése no es su papel, y en segundo, porque si quiere entretenerlos a todos, se arruina, al ser tan variados los gustos en este terreno. Pero que es lo que ha ocurrido en algunos lugares españoles, si no en todos.




Hay, en fin, que cortar todo lo innecesario y concentrarse en lo imprescindible, eliminando el gasto improductivo al tiempo que se acentúa el productivo. Algo que requiere tanta firmeza como tacto, tanta visión como realismo. En esto chocamos con uno de nuestros mayores defectos, pues los españoles solemos dar más importancia a lo secundario que a lo principal, a la apariencia que a la sustancia. Lo «práctico» no ha tenido nunca buena prensa entre nosotros, y corregirlo va a ser aún más difícil que los recortes que tenemos que hacer. Pero ese es un tema que nos llevaría bastante más espacio que una Tercera de ABC. Sin olvidar que la mejor pedagogía es el ejemplo, quiero decir que los recortes tienen que empezar por quienes los decretan para ser convincentes. Y ese tema requeriría toda una biblioteca.

(Artículo de opinión escrito por José María Carrascal
y publicado en el diario “ABC” el martes 3 de abril de 2012)

José María Carrascal Rodríguez
(Madrid, 1930)

domingo, 1 de abril de 2012

El músico que sacó al timple de la marginación

Totoyo Millares
(Las Palmas de Gran Canaria, 1935)

"EN CANARIAS HAY MEDIOCRES
A LOS QUE LES MOLESTA
QUE ALGUIEN SOBRESALGA"

"Vivíamos mis padres y mis nueve hermanos en Las Canteras, la casa del Rincón le decían, y allí pasamos más hambre que en ningún otro sitio. El proceso de la miseria fue terrible, se inició allí y acabó con la muerte de mi hermano Sixto. Él dormía en una habitación de la azotea y siempre estaba solitario. Enfermó a los 19 años y murió a los 20 porque no tenía que comer"


Totoyo en su juventud con el Puerto de la Luz
de Las Palmas de Gran Canaria al fondo


"No creo que en España haya existido una familia como la nuestra, los Millares, en la que todos fueran artistas en distintos campos, una familia por tercios, es decir: tres poetas, tres pintores y tres músicos"


La familia Millares al completo, con el patriarca Juan Millares Carló en el centro, Agustín Millares Sall abajo a la izquierda, el poeta José María sobre su madre, el pintor Manolo arriba a la derecha y Totoyo justo al lado del padre


"Néstor Álamo, que no tenía oído ninguno. De verdad que no entiendo cómo un señor que no oye, que no toca ningún instrumento, pueda componer. Las canciones de Néstor Álamo las hacía mi profesor Agustín Conch"



Totoyo con el gran cantante folclórico argentino
Jorge Cafrune (Jujuy, 1937 - Buenos Aires, 1978)


"Néstor Álamo se inventa una historia, porque escribir lo hacía muy bien, las cosas como son, pero la música la pusieron Agustín Conch, Luis Prieto... el que agarraba. Les pagaba cuatro duros y canción que te pego. Iba a Madrid a registrarla y ya estaba. De compositor nada, ni idea. Además, desafinaba"


Busto en bronce de Néstor Álamo Hernández (Santa María de Guía, 1906 - Las Palmas de Gran Canaria, 1994) mirando hacia la calle de los Reyes Católicos y la fuente del Pilar Nuevo junto a la Casa-Museo de Cristóbal Colón

 
"Cuando con siete años fui a un concierto en Las Palmas de Gran Canaria y descubrí la Quinta Sinfonía de Chaikovsky se despertó mi amor por la música clásica. Cada vez que la oigo se me ponen los pelos de punta"

"Mi hermano Manolo Millares trabajaba con el arte abstracto, y por medio de Pedro Lezcano, que era muy amigo de mi hermano Agustín, le decía que no lo hiciera porque era cosa de comunistas y le iba a traer problemas. A Manolo le daban igual aquellas advertencias, ya que iba en busca de su arte"


Totoyo cantando y tocando el timple con "Los Gofiones"


"Mi hermano José María Millares decía siempre que si Manolo no hubiera salido de aquí se habría quedado como un pintor amargado. En Canarias hay mucha gente de esta manera, la sigue habiendo en todos los ámbitos, porque siempre hay un círculo de mediocres, tipos a los que le molesta que alguien sobresalga. Quieren aplastarlos porque les recuerdan su mediocridad"


Manolo Millares Sall
(Las Palmas de Gran Canaria, 1926 - Madrid, 1972)


"Los Sabandeños no existirían si no es por mí. En serio, el creador de Los Sabandeños no es Elfidio Alonso, sino Enrique Martín, Kike el Peta. Ni siquiera Elfidio le ha hecho un homenaje a quien iba a buscar músicos, los reunía para tocar como la parranda que montaba mi hermano en Tafira. En aquellos años, llegué con mi hermano Agustín y le dije a Kike que por qué no montaban un grupo. Aquí en Gran Canaria no se despertó una fiebre por el folclore porque aparecieran Los Sabandeños, fueron Los Gofiones quienes despertaron a la gente"

"Hoy vemos que la gente más que artistas
son fabricantes, no se crea música con seriedad"

(Fragmentos de una entrevista realizada por Diego F. Hernández a Luis Millares Sall que publicó el periódico "La Provincia" el domingo 1 de abril de 2012)


Luis Millares Sall, "Totoyo"
(Fotografía de Ignacio Evangelista)